En los últimos días se estuvo hablando mucho de las candidaturas testimoniales. No son un fenómeno nuevo, pero nunca se dio en la cantidad y obscenidad de ahora. Es el caso de los intendentes o gobernadores que se presentan a una elección sabiendo que nunca van a asumir el cargo para el que se proponen porque tienen uno mejor. Aun cuando les tocara, por alguna razón, ocupar esos cargos legislativos sabemos que no lo van a hacer.
En la provincia de Buenos Aires, los candidatos a testimoniales que son intendentes del peronismo son 14. No van a ocupar el cargo para el que se proponen. Pero no es el único partido. La Libertad Avanza y Pro tienen dos: el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Después está el espacio Somos Buenos Aires, que es una tercera vía, donde están Randazzo, Manes y Schiaretti, que tienen cuatro candidatos en la Provincia que no van a renunciar a sus cargos para asumir en los que los elijan.
Las candidaturas testimoniales son una perversión y violación de la democracia. No es un fenómeno nuevo, sino que el ejemplo más grande que tuvimos fue en 2009, en lo que fueron las primeras elecciones de segundo término que tuvo Cristina Kirchner, entonces presidenta desde 2007. El peronismo venía mal porque Cristina Kirchner había perdido la guerra con el campo el año anterior y porque ese año había recesión y una sequía muy grande. Además, en la provincia de Buenos Aires apareció un candidato por fuera del sistema político: Francisco de Narváez.
El peronismo se asustó y creó una lista de candidatos cuyos primeros cuatro lugares estuvieron ocupados por Néstor Kirchner; el gobernador en ese entonces de PBA, Daniel Scioli; la actriz Nacha Guevara; y el entonces intendente de Tigre, Sergio Massa. El único que asumió y respetó su mandato hasta que murió un año después fue Néstor Kirchner. Scioli no iba a renunciar a la gobernación para asumir a diputado nacional, Nacha Guevara asumió y renunció al poco tiempo, y Massa, que tuvo su segunda candidatura testimonial, tampoco renunció. En 2005 ya había ganado y prefirió seguir siendo jefe de la Anses.
A pesar de todo esto, esa elección la ganó Francisco de Narváez, que tenía un plan contra la inseguridad que nunca conocimos. Después abandonó la política y ahora es dueño de uno de los principales supermercados del país. Es rara la política.
A mí me interesa subrayar la violación del sistema democrático. La democracia tiene muchas condiciones. Una de ellas es el respeto a las formas, que hasta hace días el Presidente no la respetaba. Pero en la época de Cristina Kirchner tampoco se la respetaba.
La condición básica y elemental de la democracia es que las elecciones sean libres, populares y sin proscripciones políticas. Es la base de la pirámide democrática. También se tiene que respetar el compromiso que los candidatos toman con la sociedad. No hay posibilidad de que una democracia funcione plenamente si los candidatos le están mintiendo a la sociedad. Porque nadie conoce a los que van a terminar ocupando los cargos para los que se proponen a los conocidos. ¿Cómo no va a haber una implosión del viejo sistema de partidos políticos?
El caso más grave es el de la provincia de Buenos Aires. En primer lugar porque tiene casi el 40% del poder electoral, es enorme. En segundo lugar, es donde más candidatos testimoniales hay, y en tercero, la Provincia no se adhirió al sistema de boleta única, que es más limpio y transparente, el cual rige a nivel nacional.
Por primera vez, la Provincia va a votar dos veces, porque en septiembre son las provinciales, y con dos sistemas: el nacional, con boleta única, y el provincial, con la boleta sábana, donde lo que importa es el cabeza de lista y abajo ponen a cualquiera. Es un engaño a la sociedad. Mucha gente, ingenuamente, puede pensar que el intendente, a quien conoce y con quien simpatiza, puede ocupar el cargo de intendente y al que se está proponiendo. Pero no es así. La pregunta es: ¿se puede decir que estamos viviendo en una democracia plena cuando se engaña de esta manera a la sociedad? Para mí la respuesta es no.
La única explicación que tiene el caso de la provincia de Buenos Aires es que hay dos grandes grupos políticos en los que se va a polarizar la elección: por un lado el Gobierno con sus aliados y por el otro el peronismo. Esos dos grandes polos están inseguros y se sienten débiles frente a la elección del 7 de septiembre. Podría influir en las elecciones de octubre, por eso este temor y arbitrariedad.