Es posible que uno de los rasgos más notorios –también uno de los más notables– del triunfo de una escritura o de sus efectos sea el hecho de que en determinado momento obligue al lector a prescindir naturalmente de sus fuentes o parentescos. No porque revista un carácter extremadamente insular, no porque signifique un hecho único ni mucho menos incomparable, sino porque se basta a sí misma; es decir, que posee una solidez tal que invita a no distraerse por fuera de sus límites. Es lo que en buena medida sucede con estos inesperados Cuentos Completos de Diego Angelino (Entre Ríos, 1944).
Lo de “inesperado” remite al sesgo de aparición, o más bien rescate, de una obra que ha tenido una circulación esquiva y en cierto modo extraña, alimentada también por un volumen de producción que, si se tiene en cuenta que su autor acaba de traspasar la barrera de los ochenta, resulta sin duda escaso. Entrerriano de nacimiento y sureño por opción, la trayectoria de Angelino recoge pese a su relativa intangibilidad algunos mojones insoslayables: desde el premio la nacion a comienzos de los años 70 con un libro que aglutina quizá lo más potente de su escritura breve (el jurado estaba integrado entre otros por Borges y Bioy Casares, tal como atestiguan con orgullo las imágenes del anexo) hasta el espaldarazo de Onetti, Cortázar y Walsh para una primera novela que, con todo, permanece inédita; de la adaptación cinematográfica –a cargo de Nicolás Sarquís– de su novela Sobre la tierra a convertirse, una década atrás, en finalista del prestigioso Premio Herralde con otra novela cuyo inquietante título es El bumerang vuelve al cazador.
Acaso el término “cuentos completos” parezca algo ostentoso para un libro bastante delgado que reúne apenas un puñado de relatos escritos a través de medio siglo, y sin embargo la sensación que proyecta es de una obra acabada: un estilo contundente, de un rigor poético extraordinario, que hace de la concentración su mejor aliada, en particular en esos cuentos de sólo cuatro o cinco páginas en los que casi no hay escenas como “Temblor”, “Un lugar entre muchos” o “Antes que amanezca”. Son, y lo mismo sucede con “Jaurías” o el magnífico “Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche”, semblanzas, puro racconto; quizá porque la brutalidad de los hechos, lo opresivo y sombrío de esos espacios rurales o de montaña engañosamente abiertos, de esos infiernos bajo las estrellas, no soportaría detenerse demasiado tiempo en un lugar o una única secuencia (a excepción de “Con otro sol”, este sí un homenaje explícito al Quiroga de “A la deriva”).
Bienvenidas y celebradas sean, entonces, las amargas gemas de un escritor que, antes que nada, se asemeja virtuosamente a sí mismo.
Cuentos completos
Por Diego Angelino
Eterna Cadencia
151 páginas
$ 24.900