Con solo tres por ciento de probabilidades de sobrevivir, juntaron fuerzas y abrieron una posada: “Tenemos una vida con propósito”

Alrededor de las 7hs del 25 de octubre de 2012, Erika Antilef conducía su C4 por la ruta 7 en la provincia de Neuquén cuando, de golpe, fue impactada por una camioneta. La magnitud del accidente fue tal que su auto quedó completamente destrozado.

Hasta el día de hoy no recuerda nada de lo que sucedió esa mañana. “Me contaron que fui rescatada por los bomberos de Centenario. Ellos fueron quienes lograron sacarme del auto, que había quedado aplastado en el lugar del impacto. La chapa del vehículo se unió de tal manera que afectó gravemente mi cabeza, causando un traumatismo craneoencefálico. El daño en mi rostro también fue significativo, resultado del aplastamiento del auto. Tras el impacto, el vehículo volcó y dio varios tumbos, aproximadamente unos 100 metros, hasta terminar contra un paredón”, le contaron a Erika, tiempo después del siniestro.

En el Policlínico de Neuquén la atención médica fue crucial para abordar las lesiones que sufrió durante el accidente y garantizar que recibiera todo lo necesario en ese momento tan crítico. La coordinación entre los servicios de emergencia y los hospitales fue fundamental para su recuperación.

“Debido a la gravedad de las lesiones, fue necesario retirar una parte de mi cráneo. Durante el proceso de recuperación, enfrenté complicaciones como meningitis e hidrocefalia, y estuve en coma”.

Mientras Erika esta inconsciente en Terapia Intensiva, los médicos les comunicaron a sus padres que solo tenía un 3% de probabilidades de sobrevivir.

Las cirugías, que se extendieron por más de seis horas, fueron realizadas por un equipo de tres neurocirujanos, liderados por el Dr. Calderón, una de las personas que le salvó la vida.

¿Cuánto duró la rehabilitación?

“Estuve internada durante dos meses y, debido a las secuelas de la meningitis, fui readmitida en varias ocasiones cada vez que presentaba síntomas como desmayos o pérdida de estabilidad. Este proceso se extendió a lo largo de aproximadamente dos años, durante los cuales enfrenté varias cirugías, incluyendo intervenciones en el hombro y en la cara”.

A Erika le colocaron una placa de titanio a los seis meses del accidente, una vez que la herida había cicatrizado lo suficiente para permitir la cirugía. “Me explicaron que era necesario para reparar el daño en mi cráneo y estabilizar mi estado. Todo este proceso fue una experiencia desafiante, llena de altibajos, pero también fue fundamental para mi recuperación y adaptación a las secuelas del accidente”.

La rehabilitación, que duró aproximadamente tres años, fue un proceso largo y desafiante para Erika. Durante ese lapso, enfrentó muchas dificultades, como la pérdida de habilidades del habla y la memoria. No recordaba nombres ni podía comunicarse de manera efectiva. También experimentó dislexia, lo que complicaba aún más su capacidad para procesar información. “Conté con el apoyo de psicólogos y terapeutas que actuaron como maestros. Me ayudaban a formar oraciones contándome cuentos, mostrándome figuras y pidiéndome que recordara nombres de cosas. Esto fue frustrante, ya que sentía una gran impotencia al no poder expresar lo que sabía o comunicarme adecuadamente. Además, mi movilidad también se vio afectada. No podía mover el brazo izquierdo debido a una cirugía significativa en el hombro, que requirió varias intervenciones quirúrgicas. Hubo momentos en los que las cirugías se volvieron abrumadoras, y en una ocasión, mi presión arterial se elevó tanto que tuvieron que suspender una operación programada. El proceso de entrar al quirófano se volvió un desafío en sí mismo, ya que había pasado por tantas cirugías, incluyendo la principal en la cabeza para colocar la placa de titanio y otras en el hombro y la cara”.

El encuentro con el amor de su vida

Si bien venía conversando con Richard a través de las redes sociales, recién lo conoció personalmente el 18 de diciembre de 2022, el día que la Argentina ganó el Mundial.

“Inicialmente, percibía su perfil como superficial y frívolo lo que no despertaba mi interés en conocerlo más. Sin embargo, todo cambió cuando vi que publicó una foto en sus redes sociales, donde se mostraba muy decaído y compartía que estaba lidiando con un diagnóstico de cáncer de colon. En ese momento sentí la necesidad de apoyarlo, así que le escribí. Le ofrecí mi respaldo, compartiendo que entendía lo que era tocar fondo y que podía contar conmigo en ese proceso”.

El 4 agosto del 2022 cuando a Richard le realizaron la colonoscopia, estaba acompañado por su hermano. De repente, apareció su médico para decirle que en las imágenes observaba un tumor, que probablemente era maligno. Enseguida, lo derivó para hacerse análisis, una tomografía y una resonancia de urgencia.

Cuatro días después conoció el diagnóstico: cáncer grado 4 en el colon con metástasis hepática.

“No lo podía creer, no caía. No haber tomado noción del problema creo que me ayudó a mantenerme entero. Me enfoqué 100% en hacer el tratamiento que me indicaban los médicos y en cambiar mis hábitos alimentarios”, dice Richard.

Al ser muy joven (en ese momento tenía 36 años) las sesiones de quimioterapia eran muy fuertes. Una de las oncólogas le dijo que era probable que las quimios fueran crónicas, por su edad y por el tipo de diagnóstico.

Vida nueva en Búzios

Sin embargo, el 28 de junio del 2024 lo operó el doctor Oscar Andriani, quien le avisó que en las imagines de los estudios el cáncer estaba cerca del páncreas y que, tal vez, era necesario extraer una parte de ese órgano y luego continuar con radioterapia para terminar de extirparlo. Finalmente, en la cirugía esa posibilidad quedó desestimada.

Richard terminó con el tratamiento en octubre del 2024. En la actualidad está libre de la enfermedad con control estricto cada tres meses.

“Vivir la enfermedad de Richard fue una experiencia intensa y transformadora. Sentí una mezcla de emociones, desde la preocupación y el miedo hasta la esperanza y la determinación. Siempre traté de ser fuerte para transmitir seguridad, tranquilidad y paz. Mi objetivo era que sintiera que podía contar conmigo en cada paso del camino. Su fortaleza y sus ganas de vivir eran evidentes y a pesar de los desafíos que enfrentaba, se mantenía motivado y decidido a sanar”, se emociona Erika.

El 28 de agosto de 2024 decidieron viajar a Búzios para celebrar el cumpleaños de Érika. Cuando visitaron la posada que tenían una pareja de amigos, también argentinos, se les ocurrió de forma espontánea pensar en armar algo similar. “Siempre he sido una persona muy emprendedora y, después del accidente, me reinventé en varias áreas, incluyendo un centro de estética, una consultoría en seguridad e higiene y una fiambrería boutique. Mis amigos, al ver mi espíritu emprendedor y la energía que tenía, comenzaron a sugerir la chance de establecer una posada en la zona. Así que empezamos a buscar lugares y encontramos una hermosa casa en Altos de Búzios”.

Un nombre muy especial

Erika y Richard decidieron llamar a la posada “Renascer (renacer en portugués) en Búzios” como una expresión de gratitud por todo lo que habían vivido juntos. “Desde el principio, sabíamos que el nombre de la posada debía reflejar ese agradecimiento y la transformación que habíamos experimentado en nuestras vidas, especialmente en relación con la salud y el bienestar”, explica Érika.

Además, este proyecto tiene otra pata más que importante: Milo, el perrito de ambos, que también fue parte de todo ese proceso. “Él representa una parte importante de nuestra familia y su historia de superación ya que fue rescatado de la calle en San Martín de los Andes, donde estaba en muy mal estado. Su presencia en el proyecto simboliza la resiliencia y la esperanza, al igual que nuestra propia experiencia con la enfermedad y la recuperación”, expresa Richard.

La posada es un lugar diseñado para ofrecer un equilibrio perfecto entre vacaciones, tranquilidad y conexión interior. En cada rincón, cuentan los dueños, se respira paz y la naturaleza que los rodea inspira a la vida. “Lo que realmente diferencia a nuestra posada de otras es la energía única que se siente. Hay una atmósfera de renacimiento y renovación, que refleja el sentido de la vida y la fortaleza que hemos experimentado. Este lugar transmite la idea de que todos los sueños son posibles de alcanzar y que nada es imposible si uno se atreve a soñar”.

¿Qué significa Richard en tu vida? “Richard es mucho más que una presencia en mi vida; es el amor que me inspira y el refugio donde encuentro paz. Me enseña a valorar el momento presente, a encontrar belleza incluso en las dificultades. Con él, cada desafío se convierte en una oportunidad para aprender y crecer juntos. Su amor me anima a disfrutar de cada experiencia, tanto de las dulces como de las amargas, entendiendo que cada paso que damos nos fortalece y nos une más. Su presencia es un constante recordatorio de que el amor y el apoyo mutuo dan sentido y propósito a cada día que compartimos”, responde Erika.

¿Qué significa Erika en tu vida? “Es el amor de mi vida, un ángel que aparecio en el peor momento. Una parte muy importante de mi estado actual se lo debo a ella”, contesta Richard.

Después de todo lo vivido, Erika y Richard se animan a compartir un mensaje esperanzador con quienes se encuentran atravesando un momento difícil. “Siempre hay una luz al final del túnel y cada situación es única. No debemos dejarnos llevar por generalidades, hay casos particulares que demuestran que se puede salir adelante. Es muy importante que se aferren a la vida, a la familia, a su pareja o a sus seres más queridos y que no bajen los brazos. Hay que ocuparse, pero no preocuparse y preguntarse para qué les pasó esa situación adversa. Eso los va a llevar a una vida con propósito”.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/con-solo-tres-por-ciento-de-probabilidades-de-sobrevivir-juntaron-fuerzas-y-abrieron-una-posada-nid20052025/

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