Punta del Este: vivió en Japón, se enamoró de sus paisajes y creó un parque para homenajear la tierra del Sol Naciente

Armonía, silencio e introspección. La fascinación de Juan Carlos López Mena, fundador de Buquebús, por la cultura japonesa es inmensa. El empresario argentino y nacionalizado uruguayo -uno de los más ricos de país vecino según Forbes- buscó replicar en su casa de Punta del Este los paisajes que tanto admira de Japón. Así, buscó a un experto que pudiera concretar su sueño y, en uno de sus tantos viajes a la Argentina, se acercó hasta el Jardín Japonés de la ciudad de Buenos Aires, en Palermo, para contratar al paisajista Fernando Matsui.

“López Mena tenía un parque enorme en su chacra y me pidió hacer un jardín japonés alrededor de la casa y empecé a trabajar en 2009”, cuenta Matsui a LA NACION. “Él visitó el Jardín Japonés de Buenos Aires, donde yo trabajaba como gerente de Mantenimiento, a cargo del desarrollo paisajístico, y habló con el presidente de la Fundación Cultural, Kazunori Kosaka, para ver si podíamos hacer un diseño de un proyecto. Por entonces, yo tenía más de una década de trabajo allí y me puse a diseñarle el jardín. A los seis meses se lo presenté, le gustó y me propuso si quería hacerlo”, recuerda este nikkei (descendiente de japoneses) argentino formado en Japón mientras recorre las instalaciones en Laguna del Sauce.

¿Por qué Japón? “Él lo tiene muy presente. Hace muchos años estuvo viviendo allí por meses”, comenta Matsui. Fue en los tiempos en que, asociado con el astillero japonés Kanbara, construyó el barco Eladia Isabel (bautizado así en honor a su madre). “Cuando hizo el barco con la familia Kanbara, vivió en Japón lo que duró el armado y así se enamoró del país y de su filosofía, lo tiene muy presente. Así fue que, fascinado por lo que había vivido en Japón, apenas volvió a Uruguay planeó hacer algo en la casa”, recuerda el paisajista.

“El predio -la chacra Eladia Isabel- tiene más de cincuenta hectáreas. Estamos ubicados en un cerro, y el jardín está rodeado de montes de eucaliptos, de pinos y de especies naturales del lugar, eso es lo que le da el marco”, describe Matsui. Un jardín japonés que no se hizo de un día para otro. “Llevó años, doce años en realidad. Y es que el predio es tan grande que lo fui haciendo por etapas, fui viendo cómo iba el proceso”.

Fueron doce años trabajando junto a un equipo de ocho personas. “Años de trabajo ininterrumpidos, solo un poco en la pandemia, pero por el mantenimiento”, cuenta Fernando, quien desde entonces dejó Buenos Aires y se mudó a Uruguay para darle forma a su diseño.

Desarrolló el jardín japonés a lo largo de cinco hectáreas. Entre lagos y arboleda, creó un entorno de bosque. “Son todos lagos artificiales -señala-. Hay cuatro grandes, después otros más pequeños conectados, también arroyos y más de treinta cascadas. También hay peces koi (los peces carpa) y flora autóctona uruguaya. Y es que en eso me diferencio del Jardín Japonés de Palermo -que tiene tres hectáreas-. Yo sé que muchos paisajistas de Japón me van a criticar, allí fue donde me especialicé en técnicas tradicionales como el uso de piedras y la poda, pero yo quería que el lugar tuviera una identidad propia. Que tuviera los puentes, los lagos, la caminería japonesa sí, pero busqué integrar el paisaje existente en el jardín. Me la jugué”, describe el paisajista mientras recorre el lugar verificando árboles y arbustos.

“Acá me diferencié, como todo el monte está con todas sus copas en su esplendor seguí la misma línea. Está bien mantenido, pero no podado como suele estar un jardín japonés tradicional. Limpio, pero con ese enfoque natural. Porque si vas a un templo en Nihon (Japón) y te muestran el jardín ves eso, pero si vos caminás por el entorno, te vas a encontrar que estás caminando dentro de un monte. Así lo pensé”, dice Matsui.

Un paraíso japonés en Punta del Este

“Lo llamamos Jardín Japonés Punta, porque ya hay un jardín japonés en Montevideo. Nosotros estamos en Laguna del Sauce, en Maldonado”, explica Matsui y agregá que “para terminar de darle su toque, se mandaron a construir pintorescos puentes curvos rojos (en japonés, taiko bashi), y mandé a traer linternas de piedra de Japón”.

Se puede apreciar la naturaleza desde lo alto del mirador (azumaya), cruzar por el puente zigzagueante (conocido como yatsuhashi o “el puente de las decisiones”, ya que obliga a caminarlo lentamente y prestar atención al recorrido) y disfrutar del tradicional color rojo de los árboles momiji (arce japonés o acer palmatum) en otoño.

Y es que el jardín invita a apreciar las distintas estaciones a través de la floración. “Planté gliciinas, camelias, azaleas, hortensias y sidonias”, comenta el paisajista. Sin embargo, dice que no habrá flores de sakura a la vista porque “lo intentamos. Trajimos algunos árboles, pero por las condiciones del suelo, se secaron, así que preferí que todo fuera más natural”.

Con el trabajo terminado, aunque en continuo movimiento, se pensó en abrir el jardín japonés al público. “La promotora de esta acción fue Pilar Rey, expareja del dueño del predio, pero ella se encargó de esto, hizo que podamos materializar su sueño. Todo empezó porque le hacía visitas guiadas a las escuelas de jardinería y tuvimos una respuesta tan positiva de paisajistas, de familiares y amigos. Las personas quisieron venir a conocer y así fue como empezamos con las reservas previas”, explica Fernando Matsui.

Ubicado en la Chacra Eladia Isabel, Ruta 12, kilómetro 10.800, Maldonado, el Jardín Japonés Punta ya se puede visitar. “No hubo una apertura oficial, empezamos de a poco a recibir visitas -con reserva previa- en diciembre”, explica Matsui y agrega: “Animamos a que las personas disfruten el lugar, aprecien los árboles, arbustos, puedan sentarse en los bancos o en el pasto a leer un libro, si quieren. Un concepto diferente a lo que conocen, que experimenten un poco más. Lo que caracteriza a este jardín son los sonidos de la naturaleza. No hay ruidos de vehículos invasivos cerca, esto es un entorno natural donde vas a escuchar a los pájaros, a sentir la presencia del agua por su sonido y a admirar a los koi, entre nenúfares”.

El Jardín Japonés Punta se puede visitar en dos modalidades. Por un lado, es posible realizar una visita libre con una breve charla introductoria, con reserva previa, de 9 a 15, ya que los árboles están señalizados con códigos QR para identificar su variedad. También se puede un hacer el recorrido con guía especializado. La entrada cuesta 1400 pesos uruguayos y, la visita guiada (de lunes a sábados, a las 16.30, con un máximo de 15 personas) tiene un precio de 2100 pesos uruguayos e incluye un refrigerio campestre al pie de la gran cascada, ya que el lugar aún no cuenta con tiendas. Se puede llegar en auto propio, Uber o Cabify. El predio cuenta estacionamiento.

De a poco, el Jardín Japonés Punta irá incorporando actividades. Para el 15 de febrero planean la Experiencia de Wagashi y Té Verde. La especialista Midori Graham Nakamura ofrecerá una degustación de wagashi (dulces tradicionales japoneses) y de té verde japonés y expondrá sobre la historia y el significado de estos dulces en la cultura nipona. La cita es a las 11, a las 15 o a las 18. Tarifa por persona: 2400 pesos uruguayos (incluye ticket de ingreso al jardín). Las reservas se realizan en el sitio oficial de parque.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/que-sale/punta-del-este-vivio-en-japon-se-enamoro-de-sus-paisajes-y-creo-un-parque-para-homenajear-la-tierra-nid05022025/

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