Los vicios locales del VAR: no culpemos a la tecnología si el offside se marca con una lapicera

Un rato antes de cada partido, en el VAR ya están trabajando. Los operadores de video de las cabinas en el predio de Ezeiza (como ya veremos, los únicos desconocidos y a la vez muy importantes) les piden distintos planos de las canchas a los directores de cámaras de las transmisiones para calibrar el sistema. En la tecnología a disposición, que no es inmejorable pero tampoco despreciable, queda todo aceitado. A esa hora, nada sale mal. Los problemas vienen después; básicamente, cuando hay que tomar decisiones.

La Liga Profesional informó, respecto del torneo ganado por Platense, un 97% de acierto en las intervenciones del VAR y un tiempo promedio de 53 segundos por intervención; subjetivo el primer número, a mejorar el segundo. Si alguien pensó que ya no habría margen para las equivocaciones, la culpa es suya. El fútbol sigue estando en manos humanas. Sí es cierto que, con la posibilidad de varias revisiones de una jugada, sentado y sin jugadores que traten de condicionarlo, un árbitro debería reducir el margen de error. No siempre sucede.

Lo que primero habría que recordar es que el VAR (o mejor dicho, el árbitro que está en esa sala en Ezeiza) debe intervenir en errores claros y manifiestos del árbitro que dirige en el campo. Los exámenes que les realizan sobre reglamento y protocolo de VAR arrojan generalmente buenos resultados; es decir, saben que tienen que intervenir sólo en ocasiones determinadas, por lo que si hacen lo contrario se debe a la subjetividad que pesa sobre algunas jugadas (lo claro y manifiesto no es igual para todos) o, lo que es peor, a la personalidad de algunos árbitros de VAR, que quieren decidir más de la cuenta.

La siguiente es una guía práctica para entender el uso de la herramienta: si el plano abierto que deciden mostrar desde la cabina es con cámara lenta, el árbitro del VAR no tiene ganas de que el árbitro de campo pueda discernir con criterio propio. Por ejemplo, en el caso de un foul la fórmula que se aconseja es, en primer lugar, un plano cerrado en cámara lenta para ver el punto de contacto y, luego, un plano abierto en velocidad normal para notar la intensidad de la falta. El otro elemento que todos conocen y varios no cumplen es el tiempo prudente de revisión. Cuanto más se busca, más posibilidades hay de encontrar. Cuanta más atención, más ganas.

En Ezeiza, se sabe, ven la misma transmisión que cada uno observa en sus casas con la posibilidad, obviamente, de repasar cualquier jugada con la cámara que deseen. Para eso es clave la figura del operador de video, que muestra la repetición con el ángulo solicitado y es quien tira las líneas del offside. El árbitro VAR le marca en la pantalla desde donde debe trazar la línea; lo hace con lo que tiene a mano, una lapicera por ejemplo. El operador despliega la línea azul desde el defensor que hay que medir y, después, la línea roja desde el atacante cuya posición debe comparar. En el último fin de semana, nadie pudo explicar el trazado de líneas en un gol de Barracas Central. No culpemos a la tecnología. La máquina no se condiciona de acuerdo a los equipos que juegan. Y a los árbitros, más allá de haberse sumado Fernando Rapallini y Mauro Vigliano a la estructura, los sigue designando el cuestionado Federico Beligoy.

ATENCIÓN A ESTA REPETICIÓN: ¿estuvo bien convalidado el gol de Barracas Central? Bruera anotó el 1-0 del Guapo ante Aldosivi en el #TorneoClausura y el árbitro Herrera y el VAR dieron el OK.

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Con las últimas actualizaciones, el sistema está mejorado. “Estamos lejos del semiautomático, pero ya dejamos de tener la Commodore 64 como se ironiza desde afuera”, define un indicado para hacerlo. Existe un condicionante: las cámaras no llegan a todos lados. Una transmisión en el Monumental o en la Bombonera dispone de doce cámaras más las dos que se encuentran dentro de los arcos. En todos los otros estadios, son siete más esas dos y, eventualmente, una extra en caso de que la transmisión no requiera una para el relator y el comentarista (hay partidos que no se relatan desde el lugar).

Pocas veces existe la cámara de ángulo invertido, desde el que podría verse la mano de un jugador que esté de espaldas a los planos convencionales. Una cámara más, obviamente, significa un gasto extra. A veces, también, sucede que una jugada modifica el despliegue habitual: la polémica desatada en un River-Boca, luego de que no se supiera si Sergio Romero había sacado de adentro del arco un remate de Miguel Borja llevó a que en partidos decisivos posteriores se incluyera el sistema “goal line”, la cámara sobre la línea de fondo. Por otro lado, no sólo la economía complica, también la infraestructura. Sería ideal que las cámaras de offside estén a la altura de la línea del área chica. Pero no se puede implementar en todos los estadios.

🖥️ El trazado de las líneas del VAR en el 2-1 anulado a Platense ante Instituto por offside Ronaldo Martínez

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En la última fecha también generó ruido el gol agónico anulado a Platense contra Instituto, con un trazado de líneas del que se ironizó mucho en las redes sociales. Sin embargo, es importante entender el concepto de punto de fuga. Dos líneas paralelas en la realidad pueden no serlo en una imagen.

El VAR frustra la alegría, es cierto. Después de un desaforado grito de gol puede caer la impiadosa revisión. También posterga el festejo. O el padecimiento. Esto es aquí y allá. Se trata del mal menor según los partidarios de la tecnología en el fútbol y una aberración según quienes se oponen a ella. Viene en el combo. Para que sea lo más llevadero posible, habría que sacarle los defectos perfectibles, los problemas de cómo se utiliza el VAR en nuestro país, algo así como los vicios locales.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/los-vicios-locales-del-var-no-culpemos-a-la-tecnologia-si-el-offside-se-marca-con-una-lapicera-nid15082025/

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