WASHINGTON.- El desmantelamiento del gobierno de Donald Trump de Usaid, la principal agencia de Estados Unidos que repartía ayuda humanitaria y fondos para el desarrollo, tendrá un impacto directo en América Latina, donde la agencia aportaba alrededor de 2000 millones de dólares anuales que incluían ayuda humanitaria para combatir enfermedades, o repartir alimentos, la lucha contra el crimen y el narcotráfico, la protección del Amazonas, educación, o también para hacer frente al azote de desastres naturales en Haití, o para impulsar la democracia en Cuba, Nicaragua o Venezuela.
El gobierno de Trump ya había congelado el presupuesto de la agencia, y ahora anunció que dará licencia al grueso de sus 14.000 trabajadores repartidos por el mundo desde este viernes a la noche, excepto al “personal responsable de funciones críticas para la misión, el liderazgo central y programas especialmente designados”, según un mensaje publicado en el portal de la agencia. Este viernes por la tarde, un juez federal bloqueó temporalmente la orden.
La ofensiva contra la agencia ha estado liderada por Elon Musk, el hombre más rico del mundo y una figura omnipresente en la nueva administración trumpista desde su nueva posición al frente del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. Musk tildó a la agencia de “el nido de la izquierda radical marxista” y una “organización criminal”, y sentenció: “Es tiempo de que muera”. Trump acusó además a la agencia de fraude y corrupción.
Yes, Mr. President! pic.twitter.com/6bzdL218k6
— Elon Musk (@elonmusk) February 7, 2025“Usaid está volviendo loca al a izquierda radical, y no hay nada que puedan hacer al respecto porque la forma en que se ha gastado el dinero, gran parte de manera fraudulenta, es totalmente inexplicable. ¡La corrupción está en niveles raramente vistos antes! ¡Ciérrenla!”, posteó el mandatario este viernes en su red social, Truth Social.
La paralización de la ayuda que Estados Unidos reparte a través de la agencia dejó en el limbo o forzó un ajuste draconiano en gobiernos, empresas y organizaciones civiles en decenas de países pobres o en desarrollo. La decisión tiene un impacto singular en América Latina, donde la movida atenta incluso contra algunos de los objetivos de Trump, como el combate al crimen, el desaliento a la migración o la lucha contra el narcotráfico.
Durante la última década, las principales prioridades de financiación de Estados Unidos para la asistencia exterior en América Latina han incluido el abordaje de la migración desde América Central, el combate al narcotráfico y la producción de drogas, el respaldo a la implementación del acuerdo de paz en Colombia con grupos guerrilleros, el fortalecimiento de la seguridad derecho en México, el combate al SIDA, ayuda para Haití, y para responder a las crisis políticas y humanitarias en Venezuela, según un informe de noviembre del año anterior de Congressional Research Service, una agencia del Congreso que provee información sobre el gasto el gobierno federal.
El último presupuesto aprobado por el Congreso en marzo del año anterior incluyó esfuerzos que contaron con respaldo de los republicanos para impulsar la democracia en Cuba, Venezuela y Nicaragua, y combatir la producción y el tráfico de cocaína en Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Costa Rica, o combatir la violencia de género en América Central, o la trata de personas, según un repaso de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, según sus siglas en inglés), una organización que defiende los derechos humanos.
Colombia ha sido el principal receptor de asistencia, principalmente para seguridad y el combate al narcotráfico, pero en los últimos años también para respaldar a los venezolanos que huyeron del régimen de Nicolás Maduro y la pobreza. Desde 2017 a 2024, Estados Unidos aportó más de 3500 millones en ayuda humanitaria a Venezuela y a los países que recibieron a los casi tres millones de venezolanos que huyeron de la crisis. Solo en 2024, la agencia transfirió unos 45 millones de dólares al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, principalmente para ayudarlos.
Samantha Power, la jefa de la agencia durante el último gobierno de Joe Biden, escribió en una columna en The New York Times que el cierre de la agencia era “uno de los peores y más costosos errores de política exterior en la historia de los Estados Unidos”.
“Al hacerlo, han puesto en peligro millones de vidas, miles de empleos estadounidenses y miles de millones de dólares de inversión en pequeñas empresas y granjas estadounidenses, al tiempo que han socavado gravemente nuestra seguridad nacional e influencia global, todo mientras los autoritarios y los extremistas celebran su suerte”, escribió Power.
El futuro de la asistencia de Estados Unidos quedó bajo un manto de incertidumbre. Este jueves, desde la República Dominicana, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, buscó un equilibrio al afirmar que el gobierno de Trump continuará brindando asistencia, siempre y cuando esté alineada con “nuestros intereses nacionales”. Rubio se quejó además de la falta de cooperación de la cúpula de la agencia tras el cambio de gobierno
“El objetivo de nuestro esfuerzo siempre ha sido identificar programas que funcionan y continuarlos, e identificar programas que no están alineados con nuestro interés nacional, e identificar aquellos y abordarlos”, indicó Rubio ante una pregunta de un periodista. “Vamos a brindar ayuda externa. Estados Unidos proporcionará ayuda externa, pero será una ayuda que tenga sentido y esté alineada con nuestro interés nacional”, definió.