Stuart A. Staples, vocalista de Tindersticks: “Estar en una banda se trata sobre el deseo colectivo”

A lo largo de la historia de la música, reiteradas veces se ha usado el término “de culto” para referirse a aquello que, más allá de su factura artística, está destinado a un consumo limitado, ajeno a los grandes volúmenes del mainstream. De eso sabe y bastante Tindersticks: nacida a principios de los noventa, la banda británica hizo una carrera en los márgenes de la industria con un pop barroco y sutil que no buscaba sintonizar más que con su propio universo. Entre arreglos orquestales, climas pseudo jazzeros y la delicadeza como bandera, la banda creó una identidad propia donde conviven las bandas de sonido de la edad de oro y la canalización del legado de cantautores como Jacques Brel, Scott Walker, Tim Buckley y los dos Nick (Cave y Drake), entre tantos otros, una música atemporal coronada por el registro barítono sedoso de su vocalista, Stuart A. Staples.

Después de más de una década y media de un crecimiento ascendente como lo evidencian discos como Simple Pleasure, Curtains o Can Your Love…, en 2005 Staples puso a la banda en pausa para comenzar su carrera solista. A los dos años, decidió volver al ruedo con la banda, no sin antes hacer un cambio en su formación, de la que solo sobrevivieron el guitarrista Neil Fraser y el tecladista David Boulter como integrantes fundadores. En esa nueva vida, la banda tomó a su siguiente disco, The Hungry Saw, como un nuevo punto de partida, una refundación en la que el presente no solo no pierde vigencia, sino que es además el foco de sus presentaciones en vivo.

Y pesar de que durante sus tres décadas de existencia, la influencia de Tindersticks puede rastrearse en la música local en la obra de Pequeña Orquesta Reincidentes, Juan Ravioli o Pablo Grinjot, y que sus discos siempre figuraron en la vidriera de disquerías especializadas, su presencia por estas latitudes siempre fue una deuda pendiente, que se saldará cuando la banda suba al escenario del teatro Ópera este sábado 12 para presentar Soft Tissue, su más reciente disco. “Nos sentimos afortunados, no tenemos la chance de vivir experiencias nuevas tan seguido, así que creo que eso va a hacer que todo sea más agradable. Estuvimos a punto de ir un par de veces, pero se ve que no era el momento adecuado”, dice Staples a LA NACIÓN en la antesala de su demorado (y esperado) debut porteño.

-La influencia de Soft Tissue, el disco que presentarán este sábado, nació de la colección de discos de tu hermana mayor cuando eras chico. ¿Cómo es eso?

-Hubo un momento en los setenta, cuando yo era muy joven y mi hermana me llevaba 5 años, en que la escena del northern soul fue el verdadero movimiento de rebeldía juvenil hasta la llegada del punk. Mi primer acercamiento a la cultura pop con algo que no tuviera que ver con la música que escuchaban mis padres vino ahí, con un montón de cosas relacionadas al estilo y la moda, era algo en lo que creer. Me parece que eso plantó algún tipo de semilla en mí, aún cuando el punk apareció cuando yo tenía 13 años y era “mi” música. Es algo que nunca solté, evidentemente, y por eso apareció ahora.

-En vivo, Tindersticks rara vez suele repasar canciones de su primera década de vida. ¿A qué se debe?

-Si fuéramos una banda cuyo medio de vida fuese tocar canciones viejas, no estaríamos donde estamos. Pasamos un año haciendo Soft Tissue, nuestro último disco, y sentimos que ahora queremos llevarlo de gira para que la gente lo escuche y cobre vida. Es la fuerza que empuja todo. Estar en el escenario no es solamente lo que tenemos que hacer, estamos ahí para decir: “Esto es lo que hacemos y necesitamos sentir conexión con la gente”. Y eso es lo que empuja los conciertos y hacer todo el esfuerzo de viajar tan lejos para poder tocar para ustedes, se trata de la conexión. Si fuésemos para tocar canciones que tienen más de 25 años, no esperaría conectar con eso ni que eso se traduzca a una conversación enriquecedora con el público. Tiene que ser algo vital.

-¿Tenés algún tipo de vínculo con tus viejas canciones para tocarlas?

-Depende de la canción en sí. Si las conocés demasiado, mueren un poco. La clave es que todavía mantengas un poco de fascinación. Hay una canción en nuestro segundo disco, que no es una elección muy obvia pero la tocamos bastante, que se llama “Sleepy Song”, y todavía tiene un elemento de fascinación para nosotros, de misterio. Es algo que todavía explorás: sobre qué se trata este tema. Algunas canciones pierden ese misterio, ese deseo de ser exploradas.

-Alguna vez dijiste que pasaste diez años usando el tiempo libre para hacer música hasta que un día te despertaste y había pasado a ser tu trabajo. ¿Cuál es la diferencia?

-Antes de volverse nuestro trabajo, la música era un escape. Tenías una vida real en la que tenías que intentar pagar las cuentas y la música era una evasión de todo eso. Era un mundo diferente del que podías abstraerte, y creo que es algo que tiene que ver con la tradición de los músicos británicos. La mejor música que salió del Reino Unido es música salida de las clases trabajadoras. Cuando fui a la escuela tuve muy pocas oportunidades frente a mí, no conocí a nadie que hubiera ido a la escuela de arte, había una mina de carbón a un lado, una fábrica al otro extremo y el futuro parecía ser solo eso. La música era un escape para la gente creativa, The Beatles y Oasis son la prueba de eso. No sé si es algo que sigue pasando, pero cuando tenía 15 o 16, la música estaba llena de gente con trasfondo humilde y algo que decir. Ya fuera Ian Curtis o Marc Almond, trascendían sus raíces y se convertían en algo más. Todo eso decantó en pensar en que era una veta que yo también podía explorar. Fueron diez años de intentar hasta que finalmente grabamos el primer disco.

-En la primera formación de Tindersticks, todos sus integrantes vivían en Londres, ahora están repartidos entre Francia, Alemania, Bélgica y Reino Unido. ¿Cómo afecta eso a la dinámica del proceso creativo?

-Es todo un desafío. Pero, al mismo tiempo, cuando logramos reunirnos, cada uno tiene que hacer un esfuerzo tan grande para que estemos juntos, que reclamamos que algo pase. No es tomarse un subte e ir a una sala. Tenés que tomarte un avión, viajar a una ciudad determinada, juntarte en lugar específico y hacer algo. Al momento en que nos juntamos, nadie llega de manera pasiva, y creo que en el balance adecuado es una cosa fantástica. Estar en una banda se trata sobre el deseo colectivo, y si tenés uno, las cosas ocurren. Y sino, te pasa lo que le pasó a la primera formación, porque perdió eso mismo.

-¿Y qué aprendizajes les quedaron de esa primera etapa?

-Cuando terminó la primera encarnación de la banda, nos habíamos vuelto un grupo de gente nostálgica, y creo que cuando nos reunimos y empezamos a tocar de nuevo, había una sola cosa en la que todos coincidimos y fue que todos estábamos en el presente mirando hacia el futuro, y así es cómo hicimos las cosas. Esto es algo de vida o muerte para nosotros. Hacemos esta gira porque todavía tenemos el deseo colectivo de hacer música juntos, música nueva que nos emociona. Sin eso en mente, no estaríamos en esto.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/stuart-a-staples-vocalista-de-tindersticks-estar-en-una-banda-se-trata-sobre-el-deseo-colectivo-nid11042025/

Comentarios

Comentar artículo