Meme del Real: por qué es el último “Tacubo” en presentarse como solista y el recuerdo de su papá que lo marcó

En plena pandemia, Emmanuel “Meme” del Real, histórico tecladista de Café Tacuba y autor de algunos de sus clásicos como “Eres”, decidió mudarse a Valle de Bravo, a 100 kilómetros de Ciudad de México, un lugar en medio de las montañas y el bosque.

Abandonar el ritmo de la capital mexicana lo llevó a escribir casi sin darse cuenta una gran cantidad de canciones tan personales que Gustavo Santaolalla le dijo que había llegado el momento de animarse a sacar su primer álbum solista, que verá la luz próximamente. Antes, presentará el nuevo material el 12 de abril en la tercera jornada del Quilmes Rock, que arranca mañana, donde enfrentará el desafío de liderar su propio proyecto. “Llevo más de tres décadas tocando en una banda, pero estoy atrás en los teclados, de pronto salgo, canto un poco y regreso. Ahora, pararte al frente y comandar ya es otro reto”.

–Pasaron diez años desde que sacaste tus primeros sencillos en solitario hasta la grabación de tu primer álbum, mientras que durante los 36 años de carrera que lleva Café Tacuba, tus compañeros sí tuvieron otros proyectos paralelos. ¿Por qué tardaste tanto?

–Cada uno responde a sus necesidades y a sus tiempos y yo hasta ahora no había considerado dedicarme por completo a producir algo propio. Siempre encontraba excusas, pero ahora fue distinto, sentí una necesidad real de hacerlo, como si el proyecto me estuviera llamando. Lo que sucedía con mis canciones es que aquellas que creía que valían la pena, las llevaba al grupo.

–Pero algo cambio, ¿no?

–Hace un par de años, influenciado por la mudanza a este lugar en el que la naturaleza va dictando tu ritmo y tu estado de ánimo, me di cuenta de que tenía muchas canciones que no eran solo ideas o demos, sino un material bastante evolucionado. Le pedí a Gustavo Santaolalla su opinión y observó que tenían un acercamiento muy íntimo que debía trabajar como solista. A partir de ahí, descubrí que eran una especie de radiografía de mí que no había percibido antes. Fue como una revelación: las canciones me estaban diciendo qué hacer.

–Más allá de la fusión de estilos, en los adelantos que salieron, “Princesa” y “Tumbos”, predomina un pop electrónico muy ornamentado. Hay una gran sensibilidad en tus canciones, tanto en las que hiciste en solitario como en las que cantás en Café Tacuba. ¿Sos el responsable del costado más pop del grupo?

–Todos en la banda tenemos esa inclinación. Lo que nos une es la música con la que crecimos, que era pop dentro del rock, la electrónica, el disco, la música latinoamericana y la tradicional, como el danzón y las rancheras, o cantantes románticos como José José o Sandro. Definitivamente tengo una relación fuerte tanto con lo experimental como con el pop.

–La experimentación ha sido constante en tu carrera. Todos los discos de Café Tacuba son diferentes, pero al mismo tiempo logran mantener su identidad. ¿Cuál es su secreto?

–Hemos encontrado, tanto como individuos como en comunidad, la inquietud de descubrir un lenguaje y herramientas diferentes, es decir, de buscar distintas formas de comunicarnos. Al final seguimos siendo las mismas cuatro personas y la misma entidad. Siempre habrá una relación con el pasado y con el futuro, porque seguimos siendo nosotros mismos, creciendo de la misma manera. Desde el principio llevo esto conmigo y lo sigo practicando, y este disco es un ejemplo de ello. El grupo me enseñó, desde el primer álbum o incluso antes, que teníamos la libertad de probar lo que fuera sin pensar si era correcto o no. Si algo surgía y nos divertía, íbamos por buen camino. Si no encontrábamos una explicación para un sonido pero nos generaba energía y entusiasmo, se quedaba. Era todo intuición. Luego venía Santaolalla y lo potenciaba o lo diversificaba.

–Vos contribuiste mucho a que la paleta sonora de Café Tacuba sea tan amplia. ¿Con qué música te formaste?

–Mi papá fue músico y desde que nací hasta una edad muy avanzada formó parte de una orquesta que tocaba en fiestas, sobre todo bodas y graduaciones, así que la música que hacía era muy diversa. A eso se sumaba la variedad de géneros que escuchábamos en casa, donde realmente disfrutábamos de poner discos. Recuerdo a mis padres poniendo desde The Beatles hasta música latinoamericana, brasileña, europea, zarzuela. Sonaba música todo el tiempo, no solo por lo que escuchábamos, sino por ver a mi padre trabajar. Se ganaba la vida con la música, entreteniendo a la gente para que bailara o mientras cenaba. Hace unos días, en el Vive Latino, durante mi presentación, pensaba: “Esto es lo que vi hacer a mi papá, estoy haciendo exactamente lo mismo”. Entretener a la gente, de eso se trataba. Por eso, en los shows estoy tocando temas nuevos, otros que hice en el pasado, algunos que canto con Café Tacuba y algún que otro cover. Hay canciones que cuando empiezan a sonar en un evento, todo el mundo se enchufa y sale a la pista a cantar y bailar. ¿Qué pasa si las llevo a un festival? En definitiva, cuando vas a ver un espectáculo, buscas una conexión, ¿no?

–Gracias al trap y al reggaetón lo latino se hizo popular en todo el mundo. Como banda de rock, Café Tacuba giró por todos lados y tuvo un acercamiento a la música urbana cuando colaboró con Calle 13. ¿Qué opinás de este fenómeno global?

–No puedo sentir otra cosa más que alegría. Durante muchas décadas, los artistas en Latinoamérica estuvieron influenciados en parte por la música tradicional de su país, pero luego el rock alcanzó una importancia enorme. Con la llegada del reggaetón, que tiene un lenguaje propio vinculado a la cultura puertorriqueña y al Caribe en general y con una rítmica inspirada en el hip-hop y el reggae, hubo una reinterpretación del baile y la música. El género evolucionó hasta solidificarse y conectar con una generación entera, desplazando al rock y al pop del protagonismo que tuvieron durante tanto tiempo. Después, la digitalización de la humanidad y la velocidad con la que todo se difunde hoy en día hicieron que este fenómeno se replicara en otras culturas. En Argentina, por ejemplo, surgió el trap y otros exponentes de la música urbana a partir del reggaetón. En México, la música regional se transformó de la mano de los corridos tumbados y gracias a eso está teniendo un resurgimiento con un sonido nuevo hecho por jóvenes. Me encanta porque creo que tiene un discurso mucho más actual que el que podemos encontrar en el rock.

Para mí, más que intentar encajar en esa escena, se trata de tomar lo que me interesa y explorarlo desde lo que sé hacer. La influencia de mis hijos y las playlists que suenan en casa fueron clave en este acercamiento. Disfruto de la creatividad de estos artistas y aprecio que hayan roto el sistema establecido de la industria. Me parece que han tenido una actitud punk que revolucionó la manera en la que se distribuye, se escucha y se hace la música, un ciclo que consistía en hacer un disco, hacerle promoción, salir de gira, luego llega otro artista, espera su otro disco y así continuó por años. Estos cambios aportan crecimiento y por lo menos a mí me pone a reflexionar sobre qué tipo de creación me gustaría practicar o por lo menos si estoy dispuesto a explorar algo. No, no soy joven, pero en este sentido siento que estoy experimentando cosas que no había hecho antes que me hacen sentir diferente. Por eso veo a la música urbana como una gran oportunidad para la reinvención.

–Re cumplió 30 años el año pasado. Hay bastante consenso en considerarlo uno de los mejores discos del rock latinoamericano. ¿Qué recordás de su realización?

–Fue nuestro segundo disco, pero el primero en el que nos sentamos a crear con un concepto. En nuestro debut simplemente recopilamos canciones sin saber qué iba a pasar. En Re, cada uno trajo ideas, las elegimos y las grabamos sin pensar en el impacto que tendrían. Todavía no entendíamos realmente qué significaba hacer una obra conceptual, porque se convirtió en eso, pero a partir de las mismas canciones. No es que dijimos, “este disco se va a llamar Re y versa sobre el renacimiento, sino que durante su elaboración nos dimos cuenta de que había algo que nos invitaba a reflexionar en ese sentido. Prácticamente todas las canciones que llevamos se quedaron en el disco. Le entregamos a Gustavo Santaolalla veinte canciones para que seleccionara las tenían que entrar en el álbum y él eligió todas, no quitó ni una sola porque cada una tiene un valor importante. Para la compañía, por cómo funcionaba la industria en ese momento, fue un disco complejo para su asimilación y promoción. El tiempo fue el que empezó a darle otro sentido; por eso a la distancia creo que parte del resultado tuvo que ver con nuestra inocencia e inexperiencia y también con nuestra intención de encontrar una identidad. La verdad es que uno no sabe qué es lo que va a pasar, no hay una fórmula. Hay canciones que antes de compartirse empiezan a tener una luz diferente y pareciera que pueden tener la posibilidad de trascender y no sucede, aunque uno puso todas sus fichas en ellas, mientras que otra inesperada llega a la gente. “Eres”, por ejemplo, me conectó profundamente al componerla, al igual que otras que escribí, pero ésta tuvo más resonancia entre el público. No hay manera de conocer la magnitud de lo que le puede ocurrir a una canción. Y eso es lo bonito de lo que hacemos: la música sigue siendo un misterio y aún no existe una inteligencia artificial que pueda predecir qué tendrá éxito y qué no.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/meme-del-real-por-que-es-el-ultimo-tacubo-en-presentarse-como-solista-y-el-recuerdo-de-su-papa-que-nid04042025/

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