El nuevo juguete de la FIFA tiene petrodólares y mil envoltorios, pero lo más lindo es lo de siempre

Nadie sabe si hará historia mientras camina por ella. Nos faltan años para dimensionar si estamos viendo la primera edición de un torneo revolucionario o apenas un intento que se evaporará. En definitiva, ni la Libertadores fue de entrada la obsesión que es. Ejemplos sobran, pero haber aceptado jugar contra Peñarol la semifinal de la Copa de 1960 en Montevideo y no en cancha neutral le llevó 54 años de arrepentimiento a San Lorenzo: recién la ganó en 2014. La Copa Intercontinental también tuvo sus fisuras en las décadas iniciales: Boca ganó la de 1977 frente al subcampeón europeo, Borussia Mönchengladbach, en vez del campeón Liverpool que no quiso acomodar su calendario, y no pudo disputar la de 1978, así como Independiente la de 1975, porque no encontraron fechas adecuadas. ¿Quién podía imaginar lo que cotizaría una estrella internacional?

Un Mundial de Clubes debería remitir a excelencia. Y el concepto se desvanece al contarse dos equipos de la Premier y tres de la MLS. A uno de los locales, el Inter Miami, lo incluyeron más por Messi que por sus logros (a juzgar por lo visto, lo bien que hicieron). Como la clasificación se dirime en cuatro años, los que fueron campeones continentales en mayo de 2021 juegan por ser el mejor del mundo en julio de 2025; el Chelsea, por caso, sólo mantiene a Reece James entre los titulares que le ganaron al City aquella vez. El límite de dos equipos por país entre los clasificados por ranking genera absurdos: Red Bull Salzburgo hoy está 44º en el ranking UEFA. Nadie puede creer que Auckland City es parte de la élite, pero en este caso hay que despiezar el nombre del torneo: más mundial que clubes.

Luis Enrique criticó que PSG-Atlético de Madrid se jugara con una temperatura superior a los 30 grados. Para que los europeos poderosos jueguen en el prime time televisivo de su país, los protagonistas tienen que soportar el calor. Javier Tebas, presidente de la Liga española, aseguró que su objetivo será eliminar el certamen y dudó de que haya fondos para sostenerlo. Se abre un nuevo párrafo.

El Fondo de Inversión de Arabia Saudita inyectó dinero en DAZN, la plataforma mediática que compró en mil millones de dólares los derechos de televisación. El torneo se ve gratis por DAZN: Fútbol para Todos, versión petrodólares. El Fondo árabe tiene el 75% del Al Hilal, uno de los 32 clubes participantes. Extraña multipropiedad. Pero lo más saliente es que Arabia tendrá su Mundial, el verdadero, el de selecciones, para el cual no hubo un concurso, ni siquiera el decoro de elegir la sede con un tiempo prudencial: fue anunciada en octubre de 2023, más de diez años antes de cuando se juegue, un lapso entre elección y concreción que sólo fue tan largo en Qatar 2022, otra elección muy cuestionada.

Gianni Infantino no concede entrevistas, aunque sí habló con el streamer Speed, lo llevó al palco y hasta le prestó su saco para que se sintiera presidente de la FIFA por unos minutos. Es la era de la comunicación. Y en el entretenimiento de las nuevas plataformas, se evitan las verdades. Se sienta entre cracks como Ronaldo y Roberto Baggio, le gusta que lo enfoquen como lo enfocaban siempre en Qatar, negocia con todas las figuras de la política. Es el canciller del mundo entero. Y sigue con su juego expansivo. Hasta 48 clubes no va a parar.

Si la próxima edición también se jugara en Estados Unidos, se daría la misma situación que en la actual. Los equipos europeos son globales, tienen simpatizantes por todos lados. Pero el fútbol empaquetado necesita la pasión argentina. Boca aprovechó jugar en Miami para alimentar su leyenda. Se podría decir que, luego de Cavani y Ander Herrera, acercó a nuevas figuras por venir: aquel que haya visto el despliegue popular y guste de vivir aventuras probablemente atienda con ganas un llamado de Román. En la medida de que siga en la competencia y juegue en otras ciudades, River hará lo propio. Es el sello nacional.

Desde afuera se alimenta, pero adentro es donde se sostiene. Antes que conformar a cualquier otro sector del fútbol, Infantino primero deberá lograr que los jugadores sigan aceptando competencia tan frecuente. A este deporte podrán agregarles las cámaras en el pecho de los árbitros, la presentación a la manera de la NBA y música después de un gol, pero nunca le van a variar la esencia.

En ese sentido, los principales impulsos para que el Mundial de Clubes se repita son niveles como el del PSG, que los equipos europeos estén usando a sus habituales titulares, la competitividad de los sudamericanos y el alto promedio de gol. Cuanto más se lo adorna, más queda claro que lo único que importa es el partido. Como si hubiera que inventar estímulos para generaciones menores o nuevos públicos, el regalo tiene cada vez más envoltorio. Sin querer, les sale bien la movida: si por algo van a seducir a los que no están motivados es por lo mismo de siempre. Rodean al juego de show; supuestamente lo rejuvenecen, lo maquillan. Y lo único que sigue siendo interesante es el juego y su color de siempre.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/el-nuevo-juguete-de-la-fifa-tiene-petrodolares-y-mil-envoltorios-pero-lo-mas-lindo-es-lo-de-siempre-nid20062025/

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