El boleto del colectivo al precio de un par de caramelos, la factura mensual de electricidad al costo de una empanada y el alquiler de un monoambiente equivalente a unas zapatillas nuevas. Estas comparaciones, a las que los economistas hacen referencia cuando hablan de la “distorsión de los precios relativos”, son algunos de los ejemplos que se observaban en diciembre de 2023 y que el equipo económico de la nueva gestión se propuso equilibrar apenas asumió.
Algunas de las primeras medidas del Gobierno fueron desregular los precios de los servicios de comunicación, las prepagas y ponerle fin a programas como Precios Cuidados en las góndolas de los supermercados. También se descongeló el costo de los combustibles y del tipo de cambio oficial mayorista. Se eliminó la ley de alquileres, que fijaba un aumento anual ajustado por inflación. Y se anunció la recomposición del atraso tarifario de los servicios públicos, como electricidad, gas y agua.
El shock inicial de ese conjunto de medidas fue una inflación del 25% en diciembre, pero que se fue desacelerando hasta tocar un 2,7% un año después. De punto a punta, el índice de precios al consumidor marcó un acumulado del 117,8% durante 2024, pero no fue una distribución pareja para todos los rubros.
“Distorsión de precios relativos se llama cuando, de manera artificial, básicamente por alguna regulación o negociación de parte estatal, algún precio se atrasa respecto del resto. En una economía de libre mercado, sin ninguna intervención, que no existe en ningún lugar del mundo, los precios estarían siempre más equilibrados. Pero los países suelen tener una política estatal de incentivar o desincentivar consumos de una u otra mercancía. Lo que pasa es que cuando esto se vuelve insostenible, tenemos una distorsión de precios relativos como la Argentina tuvo esta última década. Rubros como el de la electricidad dejan de invertir en infraestructura. El gobierno de Milei efectivamente intentó corregir muchas de estas distorsiones, en particular liberando precios atrasados. Algo se equilibró, pero fijate que también liberó la medicina prepaga, y después tuvo que volver a regularlas porque habían aumentado demasiado”, dijo Martín Kalos, director de Epyca Consultora.
Un informe de la consultora económica LCG, elaborado por Florencia Iragui, analizó las variaciones de los precios de la economía durante el último año relativas al índice general. El rubro de Electricidad, gas y otros combustibles promedió un aumento del 430% anual, un 252% superior al aumento del índice General (117,8%). Otros que estuvieron más arriba también fueron los sectores de Transporte público (308%), Prepagas (226%), Alquileres (200%), Telefonía e Internet (198%) y Combustibles (135%).
Mientras que del otro extremo, hubo otros precios que “presumiblemente tuvieron una sobrerreacción previa”, según la consultora LCG. Por los márgenes elevados que tuvieron los años anteriores, en 2024 registraron aumentos inferiores al promedio general y esto permitió moderar la inflación total. En esta zona se incluyeron productos como Vehículos (112%), Medicamentos (86% anual), Indumentaria (+85%) y Alimentos (+95%, con mucha disparidad entre categorías), en algunos casos influidos por mayor una competencia externa.
“La gestión de Milei modificó la estructura de precios relativos, principalmente por la recomposición de las tarifas de servicios públicos. Los precios regulados fueron los que más subieron en 2024, 206% interanual versus 105,5% los precios que conforman la categoría núcleo y 87% los estacionales. Por el contrario, más allá de la devaluación al inicio de la gestión, el precio del dólar se terminó atrasando, dando lugar a una fuerte apreciación cambiaria”, dijo Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica.
Sin embargo, después de años de congelamientos y aumentos controlados, no por haber tenido estas correcciones los precios dejaron de estar “atrasados”. Si se los compara frente a diciembre de 2018, fecha en la que fijó la consultora económica LCG como la más cercana en el tiempo donde los precios relativos estuvieron relativamente “equilibrados”, las categorías mencionadas anteriormente todavía tendrían recorrido hacia adelante. Por ejemplo, Electricidad, gas y otros combustibles siguen 28% por debajo de la inflación general acumulada en estos últimos seis años.
Este grupo también lo engloba Alquiler de la vivienda y gastos conexos (quedó 31% por debajo del nivel general acumulado), Tabaco (-22%), Servicios de telefonía e internet (-21%), Transporte público (-16%), Bienes y servicios para la conservación del hogar (-16%), Funcionamiento de equipos de transporte personal (-16%) y Servicios recreativos y culturales (-9%).
“El Gobierno suele usar el primer semestre de 2019 como parámetro deseable para los precios relativos. De todas formas, el proceso de reducción de tarifas a la importación, la baja de las retenciones al agro, la apreciación cambiaria y la mayor producción local de energía dan cuenta que el equilibrio buscado puede estar dado por otra relación de precios relativos”, agregó Caprarulo.
Los dos pendientes: salarios y dólarSin embargo, Para Kalos, la nueva administración de gobierno introdujo una nueva distorsión de precios relativos en el dólar y los ingresos de las familias. En primer lugar, mencionó que el tipo de cambio oficial está atrasado y está más apreciado que durante la salida de la convertibilidad, luego de mantener firme la decisión de devaluar un 2% mensual durante todo el primer año, para luego pasarlo al 1% a partir de este mes.
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“Vamos a tener un problema de apreciación cambiaria y falta de competitividad por precio, que tendrá sus síntomas en la producción nacional y en la distorsión de toma de decisiones de consumo. Por ejemplo, personas que deciden importar un producto en vez de comprarlo nacionalmente, porque es más barato y paga menos impuestos por el menor tipo de cambio. O la gente decide veranear en el exterior, en vez de ir al interior del país. Estas decisiones existen porque el Gobierno está abaratando artificialmente los tipos de cambio a partir de intervenciones en el mercado”, justificó.
Caprarulo también apuntó que los salarios, más allá de cierta recuperación que tuvieron hacia fin de año, están atrasados respecto de 2023 y representan casi un tercio de su valor de 2017. “Es difícil proyectar que estos precios relativos sean sostenibles en el mediano plazo. Aún el mercado cambiario está lejos de un equilibrio. Y los indicadores socioeconómicos tienen mucho por recuperar, una dinámica que requiere mejores salarios”, cerró.
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