Lombard Street y las flores que cambiaron una rareza de ingeniería en el ícono de una ciudad

En San Francisco, entre las calles Hyde y Leavenworth del barrio Russian Hill, se despliega uno de los espectáculos urbanos más extraordinarios del mundo: Lombard Street y sus diez canteros escalonados que abrazan cada una de las ocho curvas cerradas que la componen. Este tramo de 180 metros se ha convertido en una de las postales más repetidas de la ciudad. Aquello que se inició como una solución de ingeniería para moderar una pendiente imposible terminó como un jardín público elevado que transforma cada ascenso y descenso en una experiencia sensorial donde el paisajismo urbano alcanza su máximo esplendor.

El nacimiento de un ícono botánico

La historia de esta maravilla paisajística comienza en 1922, cuando los primeros automóviles de la época no podían conquistar la pendiente del 27% de la calle Lombard. Carl Henry, un visionario propietario local, propuso crear estas famosas curvas cerradas para suavizar la subida y hacer la calle casi recta en altura en una transitable.

El ingeniero municipal Clyde Healy ejecutó el diseño que redujo la pendiente a un manejable 16%, pero durante décadas esas curvas fueron solo eso: una curiosidad funcional sin mayor atractivo estético. La calle fue pavimentada con distintivos ladrillos rojos que hoy forman parte integral de su identidad visual. La verdadera transformación llegó en los años 50 y 60, cuando los vecinos de este exclusivo barrio decidieron embellecer su cuadra con un paisajismo que cambiaría para siempre el carácter de la calle.

Lo que inicialmente era una simple carretera curva se convirtió en un jardín urbano que hoy atrae a dos millones de visitantes anuales. Este proceso demuestra cómo la jardinería puede elevar la infraestructura urbana a la categoría de arte y convierte a Russian Hill en uno de los barrios más fotografiados de San Francisco.

La mañana temprano y el atardecer son los mejores horarios para la fotografía cuando la luz del sol resalta los colores de las flores y crea sombras que transforman cada imagen en una obra de arte.

Los diez jardines que definen la experiencia

El diseño sinuoso de Lombard Street crea naturalmente diez canteros escalonados, cada uno planificado para ofrecer un espectáculo visual continuo. Estos jardines no son casuales: representan una cuidadosa selección botánica que asegura color, textura y fragancia en cada estación.

Las hortensias dominan el espectáculo primaveral y estival con sus explosiones de color que contrastan con los ladrillos rojos de la calle y las elegantes mansiones victorianas que la flanquean. Pero la planificación va más allá: rosas de té aportan fragancia y elegancia a la composición floral, mientras que las amapolas blancas (matilija poppy) aportan presencia a los jardines.

Esta selección cuidadosa de especies garantiza que durante los meses de mayor floración la calle alcance su máximo esplendor visual. Esta belleza estacional mantiene vivo el atractivo que ha convertido a Lombard Street en un destino fotográfico de clase mundial.

La revolución de las postales

Resulta fascinante descubrir que las flores fueron las verdaderas responsables de catapultar a Lombard Street a la fama mundial. A pesar de que las curvas se construyeron en 1922, la calle no apareció en postales hasta 1961, casi cuarenta años después. ¿Qué cambió? La llegada masiva de las hortensias transformó lo que era una simple rareza de la ingeniería en el ícono visual que conocemos hoy.

El estrellato llegó también a través del cine: Alfred Hitchcock inmortalizó la calle en su thriller “Vértigo” y utilizó el número 900 de Lombard como hogar del protagonista interpretado por James Stewart. Décadas después, Pixar eligió esta misma calle para una de las secuencias más memorables de “Intensamente” y consolidó su estatus como uno de los escenarios más reconocibles del séptimo arte.

Sin ese paisajismo espectacular y su presencia cinematográfica, Lombard Street probablemente seguiría como una curiosidad local para aficionados a la arquitectura urbana. Este fenómeno demuestra cómo el diseño paisajístico puede ser tan poderoso como cualquier estructura arquitectónica para definir la identidad de un lugar.

La paradoja de la fama: no es la más sinuosa

Aunque Lombard Street es conocida como “la calle más sinuosa del mundo”, la realidad es diferente. Técnicamente, no es siquiera la calle más sinuosa de San Francisco: ese título le corresponde a Vermont Street en Potrero Hill, que tiene curvas más cerradas con solo siete giros. Sin embargo, Vermont Street carece del impacto visual y el paisajismo espectacular que caracteriza a Lombard.

Esta paradoja ilustra perfectamente cómo la belleza estética puede superar la precisión técnica. La lección es clara: a veces, lo que transforma un espacio común en algo extraordinario no es la ingeniería más sofisticada, sino la simple decisión de rodearlo de belleza natural.

El espectáculo estacional

Las cuatro estaciones cambian la siempre magnífica escena de Lombard Street, aunque en la primavera y el verano alcanza su máximo esplendor, momento en el que la mayoría de los turistas visitan San Francisco. En esta época, las flores despliegan una intensa paleta cromática que va del azul profundo al rosa suave y crean un contraste con el verde del resto del follaje.

Quienes tengan la suerte de experimentar en vivo estos jardines pueden hacerlo de distintas maneras: pueden descender en auto los 180 metros de las ocho curvas como una prudente montaña rusa a ocho kilómetros por hora o caminar por las escaleras laterales que permiten detenerse, sacar fotos y admirar cada detalle botánico.

Desde la base de la calle, en Leavenworth, se obtiene la vista clásica: las curvas ascienden como una cascada de ladrillos rojos bordeada por explosiones de color que desafían la gravedad.

Un jardín público elevado

Lombard Street trasciende su función original como vía de tránsito para convertirse en algo mucho más valioso: un jardín público elevado que demuestra cómo el paisajismo urbano puede transformar completamente la experiencia de una ciudad. Estos diez canteros escalonados representan décadas de dedicación comunitaria que han convertido una solución práctica de ingeniería en uno de los destinos turísticos más codiciados del mundo.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-jardin/lombard-street-y-las-flores-que-cambiaron-una-rareza-de-ingenieria-en-el-icono-de-una-ciudad-nid21062025/

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