Más diosa que nunca. Cathy Fulop cumplió 60 y, en una producción espectacular, habló de Ova, sus hijas y su secreto para estar fabulosa

Se sabe: Catherine Fulop es histriónica, espontánea, desinhibida, dueña de una energía arrolladora y cercana, muy cercana. Algunas de esas características de su personalidad –o todas juntas– acaso expliquen por qué el divertido video que subió a su cuenta de Instagram a modo de festejo por sus 60 años el 11 de marzo alcanzó más de veinte millones de views. O que tenga club de fans en lugares como Italia, España y Rusia. Actriz exitosa, modelo, conductora, fotógrafa…, se radicó en el país en 1993, comparte su vida con Osvaldo Sabatini (59) –papá de sus hijas Oriana y Tiziana– desde hace más de treinta años y, aunque jamás perdió su acento venezolano que hace imposible confundirla, se ganó el corazón de los argentinos que la adoptaron para siempre. Bella y sexy, Cathy es también una referente de la vida sana para muchas mujeres, que la siguen, la copian y aprenden sus tips para estar mejor. Optimista por naturaleza, su risa contagia ganas de vivir. Y así como sale al mundo sin armaduras, dispuesta a ofrecer su corazón, de la misma forma conversó con ¡HOLA! Argentina sobre lo que implica haber cumplido 60 años, el temor a la vejez, sus sueños cumplidos y los que le quedan por cumplir, sus proyectos y su relación con su marido, sus hijas y sus yernos.

–¿Cómo te sentó el cambio de década?

–Y… 60 es un número grandote, significativo, pero yo me he venido preparando. No solamente para los 60, también para los 70 y los 80. Me gustaría prepararme más y pensar que voy a llegar mejor. Y en esa preparación vengo haciendo las cosas junto a profesionales.

–¿Siempre tuviste interés por llevar una vida saludable?

–Siempre he sido curiosa, quise saber, leí y busqué información. Pero también tuve la suerte de caer en una familia de deportistas: mi marido es un tipo que toda la vida se cuidó. Al principio, cuando empecé a viajar con él, llegábamos a un lugar y yo le decía: “Bueno, vamos a pasear”. Y él me contestaba: “Después, primero voy al gimnasio”. Y yo como que no entendía. “¿Cómo que vamos al gimnasio? No quiero ir al gimnasio, quiero pasear”. Hasta que fui entendiendo lo importante que era.

–¿Él es más disciplinado que vos con la actividad física?

–Sí. Muchas veces me pasa, todavía ahora, que pienso: “No, si no voy a la mañana al gimnasio, no voy a ir”. No soy como Ova, que tiene una conducta increíble, que no le cuesta esfuerzo, es casi religioso en sus cuidados. Yo no, me tengo que esforzar. Él es más estricto en su manera de vivir, respecto a la comida, por ejemplo. A mí, en cambio, me gusta comer bien o tomarme una copa de vino. Pero yo he aprendido, porque los seres humanos somos bichos de costumbre, y me fui acostumbrando a hacer las cosas que se deben hacer. Ova y yo tenemos una niña que tiene trastornos de la alimentación, y para nosotros eso ha sido un shock muy grande.

–¿Qué aprendieron a partir de que Oriana empezó a tratar sus problemas alimenticios?

–Muchísimo. Aprendemos todos los días. Que es importante tener una alimentación saludable pero variada, diversa, sin obsesiones ni limitaciones. Te provocó comerte un pedazo de chocolate, te lo comes. Te provocó comerte una hamburguesa, te la comes. El asunto es que esa no sea tu alimentación de todos los días. Nos permitió saber que tenemos que ser flexibles, que nada puede ser tan rígido. Que hay matices, hay grises, como en la vida misma, y que eso es lo que te va a hacer una persona saludable y plena. Es algo con lo que Ori va a convivir toda la vida y nosotros también, porque somos sus papás y la amamos. Aprendimos que no siempre está bueno hablar en la casa de los cuerpos de los demás, o de lo que la alimentación puede provocar en los cuerpos. Y seguimos aprendiendo todos los días.

–¿Se cumplieron los sueños que tenías cuando llegaste al país, hace más de treinta años?

–En lo personal, se me cumplieron todos, porque lo que yo deseaba era una familia, yo quería ser mamá. De hecho, la primera vez que vi a Ova, pensé: “¡Ah, yo quiero un hijo con este hombre!”. Así, lo vi y fue así, lo sentí en el cuerpo. Además, hice un gran grupo de amigas, amigas de toda la vida, que me hacen muy feliz. Y en lo profesional, no puedo pedirle más a la Argentina. ¡Lo que yo he trabajado aquí! La cantidad de comerciales que hice, protagonicé telenovelas, hice teatro, programas de televisión, todas las tapas de revistas… De verdad no puedo pedir más.

–Cuando llegaste, ¿pensabas en quedarte para siempre?

–No, si no hubiera aparecido Ova en mi vida yo no me hubiera quedado. Hubiera seguido trabajando por el mundo, Colombia, México, España.

–Oriana se casó y hace años que vive fuera del país y Tiziana tiene su trabajo, su pareja, su vida. ¿Te costó soltarlas?

–Sí, un poco te pega eso de que de repente dices: “¿Cómo que yo no me enteré de tal cosa?”. Suponte, con el casamiento de Ori, yo decía: “Quiero involucrarme, quiero que me cuenten más”. Y ella: “No, mamá, es sorpresa tal cosa, ya te vas a enterar”. Yo quería saber cómo era el vestido, los detalles, y le decía: “Pero Ori, mándame fotos”. Y ella: “Cuidado, mamá, que no lo vea nadie”. No quería compartir conmigo porque pensaba: “A esta se le va a escapar”. . Pero para mí fue muy lindo que eligiera que la acompañe a Milán a buscar el vestido. Ori estaba muy estresada esos días, así que la acompañé y traté de contenerla. Igual, aunque ya son adultas, mis hijas nunca han dejado de vincularse conmigo en todo momento, ninguna de las dos. Siempre es: “Mamá, ayúdame con tal cosa”, y a mí me encanta.

–Cuando terminen de quedarse solos en la casa con Osvaldo, ¿empezará una nueva etapa en la pareja?

–Ya está pasando eso, bastante. Lo del nido vacío. Porque Titi poco y nada está en casa: entra y sale y nos vemos de casualidad o para cenar. Y nosotros estamos aprendiendo a hacer como esa vida que es más de novios, a pasar más tiempo juntos. Incluso, mi marido y yo estamos viajando más a Miami, porque él tiene negocios afuera, y cuando viajamos nos quedamos más tiempo, así que pasamos largas temporadas solos.

–¿Cómo es esa vida de novios?

–Creo que esta etapa de nuestras vidas está buenísima. Porque vamos a salir, entonces nos tenemos que arreglar, quedamos con amigos, que tenemos muchos allá, y eso también nos ayuda a estar ocupados. Siempre tenemos un plan con Ova. Esa vida más de novios la hacemos más cuando estamos afuera que en Buenos Aires. Además, en Miami están mis hermanas y mis sobrinos, así que siempre hay un lugar al que ir. Por ahí también elegimos quedarnos en el apartamento mirando una película o una serie, y lo disfrutamos mucho.

–¿Están preparados para ser abuelos?

–Sí, yo tengo muchas ganas, me gustaría. Pero no quiero ponerles esa presión a mis hijas, porque traer un hijo al mundo no es nada fácil y creo que ellas tienen que cuidarse a ellas mismas, su salud mental. Yo los veo a Paulo y Ori, por ejemplo, tan bellos. De repente ellos dicen: “Bueno, nos vamos para la Toscana”, y nos empiezan a mandar fotos de los dos en la Toscana, paseando o haciendo un curso de cocina. Si tienen un bebé no pueden hacer eso. Son muy jóvenes todavía. Ori apenas tiene 28 y Paulo acaba de cumplir 30. Por supuesto que, si llega, sería una noticia muy bella, que nos llenaría de felicidad: un bebé trae amor y alegría a una familia. Pensar que hay una extensión de mi hija en un bebé, ¡me muero!

–Últimamente dejaste un poco de lado el trabajo y te diste tiempo para disfrutar. ¿Estás en modo slow?

–Yo nunca he parado de trabajar, jamás, pero sí estoy teniendo una vida más slow. Me gusta esto de no correr tanto para cuidar mi salud. Después que se murió mi hermano, yo dije: “Quiero manejar mis tiempos”: voy a agarrar trabajos que me permitan manejar mis tiempos. Ahora que tengo 60 empiezo a cumplir mi lista de pavadas postergadas.

–¿Qué hay apuntado en esa lista?

–Mi amiga Mabby cumple años: bueno, quiero tener la libertad de celebrar con ella cuando y como quiera. ¿Qué quiere, hacer mamita? ¿Caminar a las nueve de la mañana? Pues vamos a caminar a las nueve de la mañana. Esa es la vida, eso es lo único que a mí me va a dar juventud en este momento. Disfrutar con mis amigas y abrazarnos. ¿Sabes el estrés que sería para mí tener que andar corriendo porque tengo que grabar y no llego a tiempo al cumpleaños de alguna de mis hijas, o de Ova o de mis amigas? No. Ahora tú me ofreces un trabajo que dura cuatro o cinco meses, perfecto, lo agarro, porque sé que tengo que matarme esos cuatro o cinco meses, pero después voy a tener uno o dos meses para descansar, recuperarme, darme mis gustos, tomarme un café con quien quiero o viajar.

–¿Cómo sos como suegra?

–Yo los amo a mis yernos, los amo a los dos. Me derrito con ellos. Los dos están pendientes de mí y son amorosos conmigo.

–¿Te ponen límites o de eso se ocupan tus hijas?

–¡Los cuatro me ponen límites! .

–Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿a qué momento de tu vida volverías?

–Todas las etapas son bellas. Pero la vida a veces es cruel y vas perdiendo a tus seres queridos. Por eso yo volvería a la etapa en que estaban todos vivos: mi papá, mi suegro, mi suegra. Éramos muy felices. Aunque mis hijas eran chiquitas, pero creo que esa fue una muy bella etapa de nuestras vidas, de Ova y mía. Con mis padres, que nos venían a visitar, y mis suegros, que siempre me hicieron sentir como una hija. Íbamos todos a comer o nos íbamos todos al campo. Lo digo sin tristeza ni nostalgia: a mí me encanta vivir esta etapa que me toca.

–¿Te sentís más sabia?

–Creo que sí, que uno agarra otra manera de vivir, otra calma, yo trato de cultivarme todos los días. No sé, estoy cuidando mis orquídeas y sé qué tengo que hacer. Antes no tenía ni idea de cómo cuidar una planta. Ahora sí, porque tengo más tiempo y estudié. Me hice experta en hacer asado: sé cuánto tiempo antes tengo que prender el fuego, cuánto dejar la carne en la parrilla. Me intereso en aprender algo nuevo, pero bien aprendido. Soy curiosa y siempre quiero saber. Igual, sigo cometiendo errores y aprendiendo sobre la marcha, sobre todo con mis hijas, porque por momentos uno sigue creyendo que ellas son chiquitas. A veces se me hace difícil ser esa mujer sabia… Trato de hacer terapia, pero me cuesta, quizás porque no es algo cultural en mi país como acá. Por ahí se me da más fácil hablar con una amiga.

–¿Los 60 vienen con nuevos proyectos?

–Acabo de hacer una participación en una serie de Disney, que para mí fue algo divertido, en Netflix pusieron Rebelde Way y es una verdadera locura, como si estuviera haciendo ahora una novela de éxito, y también estoy muy entusiasmada trabajando con dos aplicaciones. Una es RecomenDatos, fundada por una amiga mía, Paula Correa, que me invitó a sumarme como embajadora y socia. Allí los vecinos encuentran el directorio de todos los proveedores para el hogar de cada barrio, los más valorados por la comunidad, desde un pintor o electricista, hasta alguien que te bañe el perrito o caterings a domicilio. ¡Y es gratis! La otra es de juegos, se llama Wooo!, pero recién el 25 de este mes se van a presentar en sociedad.

–¿Cambiaron tus miedos respecto a cuando eras más joven?

–Sí, claro. Ahora tengo mucho miedo a que les pasen cosas a mis seres queridos, a perderlos, porque ya me ha pasado y sé el sufrimiento que es. Tengo miedo al dolor, a la decadencia física, a la propia y a la de quien está a mi lado, porque Ova y yo tenemos la misma edad.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-hola/mas-diosa-que-nunca-cathy-fulop-cumplio-60-y-en-una-produccion-espectacular-hablo-de-ova-sus-hijas-y-nid19032025/

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