Jeremy Hayden Powell, titular de la Reserva Federal (FED), tiene delante suyo un flor de problema. Por estatuto, la entidad que preside busca maximizar el nivel de ocupación de mano de obra y lograr la estabilización del nivel general de los precios. Para lo cual cuenta con un solo instrumento: la tasa de interés que maneja. En 2025 esto genera un dilema, porque el impacto de la política comercial del presidente Donald Trump tira la tasa de inflación para arriba, y la incertidumbre con la cual la está implementando, tira el nivel de actividad para abajo. ¿Debería haber subido la tasa, pensando en la inflación, o bajarla, pensando en la actividad y la ocupación? Decidió mantenerla. ¿Por qué lo hizo?
Al respecto, conversé con el alemán Horst Otto Frowein (1923–2007), quien estudió economía en las universidades de Colonia, Wurzburgo y Bonn. En esta última conoció a Norbert Kloten, con quién inició una amistad que duró toda la vida. Según este último, “en 1949 Frowen se casó con Irina Minsker, quien falleció dos días antes que él. Su vida no se entiende sin prestarle atención a Irina, nacida en Moscú”. Migró a Inglaterra en 1949, donde cambió su nombre y apellido por Stephen Francis Frowen, y se convirtió al catolicismo. Le resultó decisiva la relación que trabó con George Lennox Sharman Shackle, quien le enseñó economía en Leeds.
– Según Kloten, para usted construir puentes entre Alemania e Inglaterra siempre fue una meta importante.
– Así es. Más allá de mis escritos, mi principal aporte consistió en sentar a expertos en banca central alemanes e ingleses alrededor de una misma mesa. Sostiene Jens Holscher que como académico, profesor y editor, fui muy importante tanto en mi país natal como en Inglaterra; agregando que el aspecto sorprendente de mi personalidad es no solamente que me sentía en mi casa en ambos países, sino que actué como mediador inspirado entre académicos, banqueros y banqueros centrales de Alemania e Inglaterra, combinando la caballerosidad inglesa con el orden y la eficiencia alemanas.
– De hecho, nunca perdió sus contactos académicos con Alemania.
– Fui profesor visitante en las universidades de Wurzburgo, Fráncfort y Berlín, y a partir de 1987 el primer ocupante de la cátedra de economía monetaria, instituida por el Bundesbank en la universidad libre de Berlín, cátedra creada celebrando el 750 aniversario de la fundación de la ciudad.
–Dos objetivos, un instrumento: automáticamente los economistas pensamos en el teorema de Jan Tinbergen.
– Que en rigor debería denominarse teorema Frisch–Tinbergen, porque el primero planteó la cuestión y el segundo la sistematizó. En 1969 ambos compartieron el premio Nobel en economía, la primera vez que fue otorgado.
– ¿Qué dice el referido teorema?
– Que en condiciones de certeza, una política económica exitosa requiere igual número de objetivos y de instrumentos de política económica. Teorema que, como tantos otros, a algunos hay que enunciárselo así: “si tenés dos instrumentos, no persigas más que dos objetivos”; mientras que a otros hay que decirles “si perseguís tres objetivos, mejor que consigas tres instrumentos”.
– Frisch y Tinbergen inauguraron lo que podemos denominar la “teoría pura” de la política económica.
– En efecto, porque no ignoraban la existencia de restricciones políticas e institucionales, pero querían mostrar que un gobierno poderoso puede no conseguir lo que se propone si la política económica tiene fallas técnicas.
– Usted planteó el teorema en condiciones de certeza.
– Porque en 1967 William Crittenden Brainard clarificó que en condiciones de incertidumbre, es decir, siempre, una política económica exitosa requiere que el número de instrumentos sea por lo menos tan grande como el de los objetivos. El ministro de economía de cualquier país sonreiría si usted le dijera que está utilizando demasiados instrumentos para los objetivos que se propone. Porque el ministro, tratando de lograr resultados, utiliza todos los instrumentos que tiene a su alcance, cruza los dedos y reza.
– Apliquemos todo esto a la reciente decisión de la FED referida a mantener por ahora la tasa de interés que maneja.
– Como bien planteó al comienzo de esta conversación, el señor Powell tiene que ocuparse de un par de objetivos de política económica, pero cuenta con un solo instrumento. Lo cual equivale a tener que matar dos pájaros contando con una sola bala en el rifle. Si por alguna razón los dos pájaros están alineados (en economía podríamos pensar en aumentar el nivel de actividad económica y el del empleo de mano de obra), con un solo disparo lo va a lograr; pero si los dos pájaros se posan en lugares distantes, eso será imposible.
– De ahí el dilema de política económica que enfrentó el titular de la FED.
– Exacto, porque el impacto sobre precios de la errática política comercial del presidente Trump lo llevaría a aumentar la tasa de interés, mientras que el impacto contractivo de la referida política lo llevaría a disminuirla.
– No decidió ni una cosa, ni la otra, sino que la mantuvo. ¿Por qué lo hizo?
– Por aplicación de un principio decisorio básico, denominado error tipo I, error tipo II. Por supuesto que no hablé por Powell, pero es plausible conjeturar que razonó así: tanto la decisión de aumentar la tasa, como de disminuirla, conlleva riesgos. El impacto sobre precios es potencialmente importante, pero hasta ahora no se visualizó; y lo mismo ocurre con el impacto sobre el PBI, que ciertamente se estancó, entre el cuarto trimestre de 2024 y el primero de 2025, pero los estadounidenses no son de salir corriendo a adoptar medidas de política económica con la velocidad con la cual lo hacen ustedes, los argentinos.
– Por eso la mantuvo, ganándose el fastidio del presidente Trump.
– La historia dice que las relaciones entre los presidentes de EE.UU. y los de la FED rara vez son buenas, pero la autoridad monetaria goza de genuina autonomía con respecto al Poder Ejecutivo de turno. Recuerde que hace algunas semanas Trump pretendía cortarle la cabeza a Powell, pero éste –públicamente al menos– ni se mosqueó.
–Powell no movió la tasa de interés que maneja, pero esto no quiere decir que no lo haga en el futuro.
–Efectivamente. Los ingleses, con enorme frecuencia y en muchos aspectos de la vida, comentan que “por el momento” tal cosa. Es así, particularmente en un contexto económico y financiero internacional tan turbulento como el actual. Baste mencionar que la relación entre el precio del euro y el del dólar, que es flotante, que durante años osciló alrededor de 1,05, de repente subió a 1,13. Lo cual significa revaluación del euro porque, como la libra esterlina, el tipo de cambio se mide al revés de cómo se hace en la Argentina.
- Don Horst, muchas gracias.