Teatro San Carlos: el “coloso” de Junín reabrió sus puertas y volvió a ser el orgullo de la ciudad

JUNIN.–Sábado, 19 horas. En una esquina frente a la plaza principal de la ciudad de Junín hay dos chicas jóvenes. Ante la pregunta por la ubicación del teatro San Carlos, no dudan. “El que reabre hoy, claro; estás a tres cuadras”, apuntan conocedoras de la situación. Por cuestiones generacionales, para una sala que estuvo cerrada por casi 15 años ellas, seguramente, no conocieron a este verdadero coloso de la arquitectura teatral que abrió sus puertas hace 79 años. Pero lo que sucedió ahí está instalado en la memoria colectiva de los habitantes de esta ciudad. Hora y media después, en el inmenso hall de esta sala que fue inicialmente pensada como sala de cine, con sus mejores pilchas aguardan para entrar Ángel y Mireya, dos bailarines de tango de avanzada edad. En sus años mozos bailaron en el inmenso escenario frente a las 1801 butacas que hoy vuelven a estar ocupadas. Inevitablemente, durante la espera se cruzan todo el tiempo anécdotas de todo tipo de lo vivido en este verdadero templo de la ficción.

Desde anoche, todos esos recuerdos vuelven a activarse como si una herida abierta comenzara a sanarse desde las mismas nobles butacas recuperadas. Todo adquiere el matiz de un acto colectivo de recuperar esa memoria que marcó la identidad cultural de una ciudad desde el mismo momento que un señor, un tal Carlos, luego de ganarse un premio en una lotería decidió hacer un sala absolutamente desmesurada en proporciones y tamaño para una ciudad de este tipo.

Desde las 20, la avenida Arias al 100 está cerrada para los vehículos. Afuera, en la puerta de esta espectacular fachada, público y curiosos no se quieren perder este día que pasará a la historia de Junín. Hasta anteayer, había un solo teatro, el Municipal, que cuenta con unas 400 butacas. Pero acá, en el teatro San Carlos, todo es a lo grande; su platea, su pullman, sus grandes puertas, su camarines cubiertos de viejos poster de películas que se proyectaron, su cuidado patio de artistas, el puesto de venta de maní con chocolate del hall, los baños para el público cubiertos de azulejos con muchas vidas, su piso de pinotea original, su gran embocadura, su enorme fachada.

Para aquel lejano kilómetro cero de cuando se lo inauguró se lo comparó con el cine/teatro Gran Rex, de Buenos Aires. Pasaron casi 80 años y hoy, el ahora teatro San Carlos es la sala privada con mayor cantidad de butacas de la provincia de Buenos Aires. Ni La Plata, Bahía Blanca o Mar del Plata tienen una sala de estas dimensiones. O, de comparar su tamaño con salas privadas porteñas, solo la superan el mismo Gran Rex y el Ópera. Por eso acá se lo llamaba “el Coloso” (y, claramente, no era ni es una exageración).

Durante una larga jornada de apertura que terminó a las 2 de la madrugada, hubo corte de cinta, una placa que da cuenta de este nuevo hito, la presencia de varios artistas locales de distintas generaciones, curiosos, algún que otro problema técnico, anécdotas, muchas fotos, palabras de los invitados y una constante permanente: los aplausos del público como hilo conductor de la noche.

Para la fiesta llegaron de Buenos Aires el empresario teatral Carlos Rottemberg, el llamado “señor de los teatros”, que es padrino de la sala y Leo Cifelli, secretario de Cultura de la Nación. Antes de asumir la función pública, Cifelli estuvo aquí como productor de varias obras. También llegaron dos gestores del circuito teatral comercial, Gustavo Ferrari y Ariel Perrotti, quienes reconocen que esta nueva sala puede oficiar de polo para la reactivación de la actividad teatral en esta zona de la provincia de Buenos Aires. Eso lo sabe muy bien Pablo Petrecca, el intendente de Junín, que acompañó la iniciativa de un privado que apostó por reactivar a este gigante dormido. En diálogo con LA NACIÓN, el funcionario reconoce que se está viviendo un acto “de recuperar la historia de la ciudad y su gente”. Como si fuera parte de un guión escrito de antemano, Rottemberg, quien se vino hasta acá por fuera de sus propios intereses empresariales, también habla del valor de estos grandes espacios en donde se desarrollan hechos artísticos. “Creo fervientemente en la cultura. Desde la última fila del pullman a la primera de la platea los felicito porque estas cosas se hacen en comunidad”, apunta el padrino de la sala desde el escenario.

Claro que para que todo esto despliegue sus formas hubo, hay, otro jugador troncal: el empresario Eduardo Dimarco y su familia. Él es el que desde hace 8 meses estuvo a cargo de activar este tiempo de revancha del San Carlos. “Esto es cumplir un sueño”, le dice a este cronista en medio de la tarde/noche. En un notable y entrañable video proyectado en la sala se ve a la familia toda limpiando el estado casi terminal en el que estaba el teatro. Lo que parecía imposible es realidad. Y se apuraron para abrir las puertas el día del cumpleaños de la sala de cine convertida, ahora, en teatro con una programación centrada en lo musical.

Desde su apertura un 15 de marzo de 1946, por el majestuoso cine San Carlos se proyectaron infinidad de películas que marcaron a diversas generaciones de juninenses (y sus alrededores, porque esta imponente sala de 1.801 localidades era el epicentro de esta zona de la provincia de Buenos Aires).

Desde 2001, la sala también programó obras de teatro, espectáculos de Julio Bocca y cantantes de la talla de Mercedes Sosa, Charly García, Luis A. Spinetta, Andrés Calamaro, Ricky Martin y Joaquín Sabina, entre tantos otros. Pero en 2010 cerró y quedó como un mudo, sombrío e impactante edificio que daba cuenta de algo del pasado. Pero en su larga historia hubo un artista que, inevitablemente, marcó a la ciudad y al San Carlos: Sandro.

Por eso fue que Eduardo Dimarco programó Culto gitano, tributo a Sandro, el espectáculo del cantante y actor Fernando Samartin, quien desde hace años recrea la voz, el porte, las inflexiones del mítico cantante. Que este imponente teatro se haya abierto con las canciones de Roberto Sánchez es una forma de revisar la propia historia de la ciudad y su conexión con sus artistas. Un 10 de agosto de 1969, Sandro se presentó en la Sociedad Rural de Junín ante 25.000 espectadores. Uno de los que estaban allí era Darío Suárez. Lo había llevado su madre, según cuenta en un reportaje realizado por el Canal 10, de Junín. Suárez fue quien escribió el libro “Sandro el ídolo”. Desde 1969, el cantante estuvo 24 veces en la ciudad según investigó. Las últimas 7 oportunidades lo hizo en el mismo escenario que anoche hizo suyo Fernando Samartin, el ganador de un premio ACE y un premio Hugo a la revelación masculina por su labor en el musical Por amor a Sandro.

El impacto de aquella primera presentación de Sandro en la ciudad, según una crónica del diario La Verdad, fue tan fuerte que el mismo cantante prometió comenzar sus giras nacionales en esta ciudad. Cumplió. Al año siguiente, tres meses antes de haberse presentado en el mítico Madison Square Garden, volvió a cantar en el mismo lugar. Esa vez, ante 35.000 personas. En repetidas veces Sandro dijo que su primer amor era la ciudad de Junín, que su primera novia era Rosario y que, a lo sumo, Buenos Aires era su amante.

Una de las veces que lo aseguró fue en una de las 37 presentaciones vistas por 117.000 espectadores que realizó, entre octubre de 1998 y febrero de 1999, en el teatro Gran Rex, de Buenos Aires. Casi como en un relato circular, cuando en 1946 se inauguró el cine San Carlos se lo comparó con el cine Gran Rex, que había abierto sus puertas en 1937. En la majestuosa sala porteña hay una escultura con su imagen que, a veces, se la saca al hall. A 12 kilómetros del teatro San Carlos hay una gran escultura de Sandro. Mide dos metros de altura y fue financiada por vecinos de la ciudad. Se inauguró en 2012 y está ubicada en la Rotonda de los Pescadores, frente a un gran lago. Hay una placa que dice: “Sandro de América. Morirá cuando muera el último que te recuerde”.

Hay otras historias circulares, de citas. En 2020, Sandro debería haber cumplido 75 años. Ese año, se conoció la canción “No te vayas todavía”, un tema inédito que había quedado guardado en la vivienda de la familia Aguilera. ¿De dónde es esa familia? De Junín. Rubén Aguilera fue productor y arreglador del cantante entre 1981 y 1991. En la casa familiar habían quedado varios casetes con la voz de Sandro cantando este tema como otros. Sony Music lanzó para el día de su cumpleaños “No te vayas todavía”. Todo aquello se reactiva ahora con este show que comenzó mucho más tarde de lo previsto, al filo de la medianoche, y que culminó a las 2 de la mañana.

Apenas Fernando Samartin canta el primer tema rodeado de su potente banda parte de la platea se pone de pie para aplaudirlo. Cuando toma el micrófono confiesa, emulando siempre el tono y la postura corporal de Sandro, que hace cosa de un mes que anda con problemas de salud. “El aplauso de ustedes es mi mejor medicina”, señala. A las dos de la madrugada, cuando termina su presentación, se lo nota cansado, pero feliz, Como las mismas caras del los espectadores o de los integrantes de la familia Dimarco.

La reapertura del gran cine devenido en teatro es como un menú de varios pasos cargados de citas e historias circulares. Hoy, domingo, en el renovado teatro San Carlos se presentará el grupo Estelares. Su líder, Manuel Moretti, es oriundo de Junín. Entradas agotadas. El miércoles se proyectará Cinema Paradiso, como una forma que entre en diálogo la historia de la película y la de este cine que abrió sus puertas con la proyección de la película argentina No salgas esta noche, del 15 de marzo de 1946 y que anoche abrió esta nueva etapa con el actor y cantante que recrea a Sandro quien hizo su primera presentación en un cantobar llamado, justamente, Cinema. Aunque la historia de esta película es conocida, unas 500 personas ya adquirieron sus entradas. Como yapa, hay siempre disponible unos paquetes de maní con chocolate en lo que está impresa la fachada del San Carlos.

El sábado será el turno de Hilda Lizarazu cantando temas de Charly García, quien se presentó en el cine San Carlos en 1999. Y a fin de mes el escenario está copado por Andrés Calamaro. Fue él último artista que se presentó en el cine antes de su cierre. Quien la había traído es Eduardo Dimarco, el que ahora no solamente se encarga de la programación de la sala sino de la gestión de la gran sala. El que, pasada las dos de la madrugada, reconoce que necesita dormir 10 horas seguidas.

El ahora teatro San Carlos se despertó luego de una larga siesta casi terminal. La ciudad de Junín recuperó a su coloso.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/teatro-san-carlos-el-coloso-de-junin-reabrio-sus-puertas-y-volvio-a-ser-el-orgullo-de-la-ciudad-nid16032025/

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