Ventajas y oportunidades de un nuevo acuerdo Mercosur-Unión Europea

Si bien el Mercosur –creado en 1986 por la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay– arrastra una imagen de estancamiento como mercado común, que el propio presidente Javier Milei atribuyó hace poco al “exceso de burocracia”, ahora tiene una perspectiva diferente tras los cambios en la economía y el comercio mundiales producidos por la larga guerra de Rusia contra Ucrania y la discrecional política arancelaria de los Estados Unidos aplicada por Donald Trump, que acaba de extenderse a Brasil.

Cuatro reconocidos especialistas consultados por LA NACION consideran muy probable que a fin de este año la Unión Europea (UE) eleve al Parlamento comunitario el acuerdo de libre comercio de bienes y servicios con el bloque sudamericano –anunciado hace seis años– para tramitar su aprobación. Sería la vía para asegurarse el futuro abastecimiento de energía (principalmente GNL, tras el corte de suministros de gas ruso), productos agrícolas y minerales críticos, además de diversificar mercados de exportación para los bienes afectados por el proteccionismo estadounidense.

Otro avance es que, a instancias de la Argentina, el Mercosur (MS) acordó este año ampliar de 100 a 150 las excepciones a su arancel externo común (AEC), que promedia 12% (y tiene un tope de 35%), con las cuales cada país miembro podrá negociar preferencias arancelarias específicas con Estados Unidos, con la autorización de los otros tres. También permitirá mejorar la competitividad al abaratar la importación de insumos y bienes intermedios.

La negociación con la UE lleva más de dos décadas. El acuerdo fue anunciado formalmente a mediados de 2019, pero quedó estancado, y hace un mes se cerró un tratado (TLC) con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por su sigla en inglés, que integran Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein), aunque ambos habían sido negociados conjuntamente.

Diana Mondino –canciller argentina entre diciembre de 2023 y octubre de 2024– explica que “la probabilidad de concretar el acuerdo con la UE es alta en el corto plazo. Especialmente porque Brasil, bajo la presidencia de Lula en el MS hasta diciembre, está comprometido a finalizarlo y el sector privado argentino también”, afirma. También espera avances a corto plazo (2025-2026) en la revisión legal y técnica, y que entre 2027 y 2030 su ratificación parlamentaria por ambos bloques podrá generar una zona de libre comercio (ZLC) con un mercado de 700 millones de personas, que beneficiará especialmente al agro argentino.

Por su parte, Dante Sica –exministro de Producción y Trabajo (2018-19) y socio fundador de la consultora Abeceb– explica que la negociación con el EFTA fue una forma rápida orientada a captar inversiones más que a incrementar el comercio, debido a la oposición que en su momento plantearon varios países como Francia, Polonia y Países Bajos. “Ahora Europa tiene la necesidad de reconectarse con el Mercosur. Es más probable que antes de fin de año la UE eleve el acuerdo al Parlamento Europeo”, coincide.

A juicio de Marcelo Elizondo –actual presidente de la Cámara de Comercio Internacional (ICC, por sus siglas en inglés) en la Argentina y especialista en el tema–, la puesta en marcha del acuerdo con la UE depende más de factores europeos que sudamericanos. “Las autoridades europeas dicen que la parte de reducción arancelaria ya está lista y no debe pasar por el Parlamento Europeo, mientras en el Consejo Europeo (que define prioridades políticas) hay acuerdo para avanzar. Pero las cuestiones que deben pasar por los parlamentos de cada país (solución de controversias, instituciones comunes, cooperación) probablemente tengan más dificultades”, añade. En cuanto al giro del gobierno de Francia, que ya no rechaza el acuerdo, aunque depende de la votación parlamentaria, menciona dos factores. “Primero que, con la guerra en Ucrania, el Mercosur deja de ser exclusivamente un incómodo proveedor agrícola para ser un potencialmente atractivo proveedor energético. Y segundo, que Europa quiere erigirse como defensor del comercio internacional y marcar diferencias con el gobierno de Trump”.

“El acuerdo MS-UE crea la mayor zona de libre comercio del mundo como posicionamiento geopolítico –agrega–, mientras reverdecen los tratados bilaterales o regionales (hay 374 TLC vigentes en el mundo) como forma de impulsar las economías, y la UE los ve más atractivos que antes”. También señala que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (CE), es una firme defensora, con el apoyo de Alemania, Italia y del presidente Lula, que también cambió de postura.

Otra exfuncionaria, Beatriz Nofal –quien fue subsecretaria de Desarrollo Industrial (1986-89), diputada nacional (1999-2002), titular de la Agencia Nacional de Inversiones (2006-2010), secretaria de Asuntos Relativos al G-20 (2016-2017) y actual directora de la consultora Eco-Axis–, precisa que ambos acuerdos deben ser ratificados por los parlamentos nacionales para ser firmados. Los países europeos cedieron el manejo del pilar comercial a la CE y deben enviarlos al Consejo Europeo, que debe aprobarlos con el voto de al menos 15 de sus 27 países miembros y representar más del 35% de la población total de la UE, antes de que el Parlamento Europeo los apruebe por mayoría simple, al igual que los congresos nacionales de los cuatro miembros del Mercosur.

Como puede advertirse, no será un proceso que adquirirá fluidez a corto plazo si además se consideran los diferentes períodos de convergencia (de 4 a 15 años) en una docena de sectores del MS hasta llegar a aranceles cero.

Factor disruptivo

Un factor disruptivo en el comercio internacional es el reciente aumento a 40% –más 10% de “penalización”– en los aranceles impuestos a Brasil para sus exportaciones a los Estados Unidos, que en 2024 ascendieron a US$40.000 millones y son su segundo mercado después de China. Según Nofal, el impacto puede ser menor que el previsto debido a la considerable lista de productos exceptuados (entre ellos, mineral de hierro, petróleo, minerales críticos, aeronaves, partes industriales y jugo de naranja), a diferencia del café y la carne vacuna. Por eso considera que la Argentina podría verse favorecida con las ventas externas de carnes, aunque no descarta el desvío de algunas exportaciones brasileñas a la Argentina.

Como aún se desconoce si Brasil aplicará retaliaciones y cuál sería la respuesta de Donald Trump, la especialista señala que, por ahora, “la conclusión más importante es que si la decisión de Trump perjudica a Brasil, que es el principal socio comercial y aliado estratégico de la Argentina, nuestro país no debería celebrar esta medida, sino ayudar a construir puentes entre ambas naciones para mitigarla y mejorar la relación política y geopolítica dentro de la región”.

Por su lado, Sica considera que Brasil podría colocar en la Argentina algo de lo que exporta a Estados Unidos, pero sin reemplazar al mercado estadounidense. “La estructura comercial brasileña compite en la Argentina con China más que con Estados Unidos, y probablemente tendrá que buscar nuevos mercados”, agrega. Elizondo cree que podría incentivar inversiones en la Argentina para exportar a EE.UU., donde en 2024 colocó apenas US$6000 millones.

Para Mondino, este conflicto “refuerza la importancia de que el Mercosur acelere acuerdos con otros bloques para diversificar mercados y mitigar el impacto de las políticas proteccionistas estadounidenses. Lamentablemente –agrega– se usan herramientas comerciales para dirimir temas políticos”.

En medio de los realineamientos geopolíticos que desdibujan el rol de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la agenda a futuro del Mercosur incluye la negociación de un acuerdo de libre comercio con la India iniciada en 2021, que, según Sica, llevará tiempo completar, aunque es de especial interés para Brasil por ser parte de los Brics. Y también otro con Israel, principalmente en el mercado de servicios tecnológicos, que está más avanzado.

Mondino afirma que ambos acuerdos son prioritarios para la agenda de apertura comercial de la Argentina. Si bien el primero está en etapa exploratoria, incluiría la reducción de aranceles para productos agrícolas y agroindustriales argentinos, como soja, carne y vinos, a cambio de mayor acceso de bienes industriales y tecnológicos indios al MS. El impacto para la Argentina sería positivo, al abrir un mercado de 1400 millones de consumidores, aunque limitado por la competencia con Brasil en exportaciones agrícolas y la necesidad de superar barreras no arancelarias de la India.

En cuanto al acuerdo con Israel, le asigna una factibilidad de 80% en el corto plazo y se centraría en tecnología, innovación y agroindustria, con la Argentina beneficiándose por mayores exportaciones de carne y granos, más el acceso a tecnología israelí para sectores como el agro y la ciberseguridad. “El impacto económico sería moderado, pero estratégico”, señala. Elizondo agrega que Israel podría exportar tecnología aplicada, desde satélites hasta el manejo de aguas, e importar alimentos.

Por su parte, Nofal sostiene que, “en paralelo a este esfuerzo de acuerdos bilaterales, se necesita avanzar en la OMC con la liberalización del comercio agrícola, propiedad intelectual y un acuerdo textil, que nunca se cumplieron. No hay límites para subsidios externos en Europa. La India es proteccionista en la OMC con el comercio agrícola y maneja stocks públicos. Es difícil avanzar en acuerdos bilaterales sin reglas multilaterales. Probablemente se necesite una OMC diferente en el futuro, que será clave para el Mercosur y África”, afirma.

Con respecto al futuro del bloque sudamericano, la especialista opina que la segunda mejor alternativa es consolidarlo como zona de libre comercio. “La ZLC se puede hacer por protocolo –agrega–, permitiría darles libertad a los países miembros para negociar acuerdos bilaterales sin traumas; sumar a Chile, que no adhirió, y tener un gran mercado latinoamericano, que aportará certidumbre a los que ya invirtieron en el MS”.

A nivel de instituciones, los cuatro expertos consultados coinciden –con matices– en que el Parlasur resulta innecesario ya que no tiene poder de decisión, sus funciones son más consultivas que vinculantes y las cuestiones centrales deben ser aprobadas finalmente por las legislaturas de cada país miembro.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/ventajas-y-oportunidades-de-un-nuevo-acuerdo-mercosur-union-europea-nid04082025/

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