La Academia premió con la Pluma de Honor a Leila Guerriero y Jorge Fernández Díaz en un acto cargado de coyuntura: “Buscan domesticar al periodismo”

“Somos muy peligrosos los periodistas”. La expresión pertenece al discurso de Jorge Fernández Díaz y estuvo en sintonía con el espíritu que primó en la jornada ¿Peligro? ¿Para quién? Para el poder.

La Academia Nacional de Periodismo distinguió hoy con la Pluma de Honor a los periodistas y escritores Leila Guerriero (2024) y Fernández Díaz (2025) y nombró post mortem a Jorge Lanata como académico honorario. En el acto, cargado de coyuntura, se denunciaron las vicisitudes que enfrenta la libertad de expresión en el país, hubo un espacio para la autocrítica y se destacó el rol fundamental de la prensa como pilar de la democracia y bastión de la república.

Los galardones se entregaron en una ceremonia conducida por Fernando Bravo en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, repleto y ante la presencia de los académicos, políticos, escritores, periodistas, historiadores, intelectuales y personajes destacados de la cultura como Natalio Botana, Graciela Fernández Meijide, Norma Morandini, José Ignacio López, Laura Alonso, Facundo Manes, y los directivos y periodistas de LA NACION: José Claudio Escribano, Fernán Saguier, José del Rio, Gail Scriven, Martín Rodríguez Yebra, Luciano Román, Inés Capdevilla, Luis Cortina, Pablo Sirvén, Carlos Reymundo Roberts, Héctor Guyot, Verónica Chiaravalli, Claudio Jacquelin, Hernán Capiello y Norberto Frigerio, entre otros. También asistieron Ricardo Kirschbaum, Martín Etchevers, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Fontevecchia, Alicia de Arteaga, Ernesto Tenembaum, Alfredo Leuco y Jorge Sigal.

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“Este acto es una caricia para esta profesión tan castigada en los últimos tiempos”, señaló Bravo en la apertura que inició con fuertes aplausos y una ovación de pie en homenaje a la memoria de Lanata. “La decisión de crear en 2008 la Pluma de Honor fue para celebrar el esfuerzo a la creatividad de quienes dignifican y consolidan la misión de la prensa como institución que complementa al sistema republicano y democratico. Es importante recordarlo en estos tiempos que corren”, agregó y le cedió la palabra al presidente de la Academia, Joaquín Morales Solá.

Antes de hablar, el columnista de LA NACION le agradeció a Graciela Fernández Meijide, activista por los derechos humanos, presente en el público, sus esfuerzos en defensa de la democracia.

“Todas las cosas suceden en un contexto”, comenzó Morales Solá. “El acto se realiza en un tiempo en que la prensa está siendo hostigada diariamente por el presidente de la Nación. La Academia se solidariza con los colegas hostigados y agredidos. ¡Hay que decir basta! Ya es demasiado”, enfatizó entre aplausos. Luego señaló que el presidente Javier Milei tiene derecho a desmentir cualquier información errónea, pero denunció que existe una estrategia clara del gobierno para atacar al periodismo independiente que terminó por desnaturalizar la normal convivencia entre la prensa y el poder.

“Acosar y difamar al periodismo es un ataque a la democracia. No puede existir una república sin un periodismo libre. Es una pelea que no nos gusta y no iniciamos. Nuestra misión es informar con credibilidad”, dijo y mencionó que al riesgo de la censura se suma uno peor, la autocensura de los periodistas que prefieren callar antes de recibir agravios de dirigentes. Todo ello, mencionó, ante la indiferencia de varios sectores sociales, los empresarios, el sindicalismo y los líderes religiosos.

Después se refirió a los galardonados, calificando a Guerriero como “la dueña una de las mejores prosas de Argentina” y a Fernández Díaz como un ferviente “defensor de la libertad de expresión en general y la de prensa en particular”. Como reflexión final expresó: “No nos olvidemos del periodismo, la sociedad espera de nosotros información veraz y un análisis justo. No nos olvidemos de la autoridad moral si queremos que nos crean. Hurguemos en todo lo que cualquier poder quiere esconder, y no nos olvidemos de tener humildad porque el protagonismo y la soberbia son asesinos del periodismo”.

Terminado su discurso se proyectó un video que repasó la carrera de Lanata, autor del término “la grieta” que simbolizó el quiebre y la división del pueblo argentino durante el kirchnerismo y que trascendió al resto de los gobiernos. La voz del periodista se hizo presente en el auditorio con la proyección de la última entrevista que realizó con Jorge Fontevecchia como entrevistado. “Los periodistas tenemos preguntas, no respuestas. Nos tenemos que sensibilizar con el entorno, el enfrentamiento del poder con el periodismo es siempre disparejo. En el caso Milei es peor porque nos adjudica ilícitos. Nos dice ensobrados. No es un tema de crítica, nos acusa de delitos sin tener pruebas”, se escucharon las palabras del periodista fallecido.

El video finalizó con una reflexión a periodistas y a la sociedad. “Traten de vivir sin arrepentirse de lo que no hicieron, de lo que no pudieron o dejaron atrás”. Mientras todavía resonaban en el auditorio las palabras de Lanata, subieron al escenario sus hijas Bárbara y Lola para recibir el diploma en su nombre. Lanata fue nombrado académico honorario el año pasado mientras estaba internado.

“Que duro ver el video antes de hablar. Se cumple justo un año desde que lo internaron y es un honor estar acá recibiéndolo. Le hubiese significado mucho porque siempre defendió la libertad de expresión y vivía buscando nuevos proyectos e historias. Así fue hasta su último día. Nos llena de orgullo”, dijeron Barbara y Lola.

Contra la urgencia

Después subió al escenario Guerriero para recibir la Pluma de Honor correspondiente a la edición 2024. La escritora trabajó por 13 años en la redacción de LA NACION, es una Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, escribe en el diario El País de España, edita la revista Gatopardo, es maestra de periodistas y sus perfiles fueron considerados por Mario Vargas Llosa de una destreza equiparable al de los mejores novelistas de la generación.

“Me gusta recibir la Pluma de Honor en esta biblioteca tan extraordinaria que reúne lo mejor que tenemos en el país: sabiduría, conocimiento, creatividad, reflexión, honor y los riesgos”, comenzó Guerriero. “En este evento hay una coincidencia venturosa. Lanata fue quien me dio mi primer trabajo de redactora en la revista Página 30 en los años noventa. Es significativo que el reconocimiento estuviera entrelazado con el hombre que vio en mí a una periodista antes de que yo me diera cuenta que lo era. En el caso de Fernández Díaz fue la persona que cuando me fui de LA NACION en 2009 me dijo iba a estar para mí en todo lo que necesitara. Y cumplió”, agregó.

La escritora reivindicó el trabajo de los periodistas que trabajan “contra la urgencia y la tiranía de los clics” y se toman el tiempo necesario para escribir crónicas y perfiles a lo largo de meses. Señaló que trabajar así en periodismo solo fue posible gracias al camino que abrieron profesionales como Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martínez, María Moreno y Martin Caparrós. “Fue inmenso su trabajo. En mi caso no sé si hice mucho por la libertad de expresión. Cuento historias sin reduccionismo, narro haciendo espacio a los matices y contradicciones y trato de ser lo más consecuente que puedo con la idea de que no se trata de llegar primero y más rápido, sino de llegar mejor”, concluyó Guerriero.

El periodismo puede aspirar al arte

A su turno, Fernández Díaz ganador de la edición 2025 se mostró emocionado por lo que escuchó. Agradeció a su colega Morales Solá, al diario LA NACION y a Guerriero, con quien la une “una voluntad de estilo y la vocación de que el periodismo a veces puede aspirar al arte”. También le dedicó unas palabras al fallecido Jorge Lanata a quien calificó como el periodista más relevante y creativo de su generación.

“Cuando mi padre, que era mozo de un bar, se enteró de que yo quería ser periodista, me dio por perdido. Creyó que yo quería ser vago. Porque nadie se metía entonces en el periodismo ni para ser famoso ni para ser rico. Se metía para llevar una vida apasionante y también porque el periodismo era la literatura por otros medios. Tenía razón mi padre: las viejas redacciones eran tierra de diletantes. Eran una suerte de bohemia, ahora perdida. Te tocaba ir a la morgue y luego a cenar con un redactor ignoto que era un erudito y que en la sobremesa te recitaba La divina comedia o El Quijote", dijo Fernández Díaz y se refirió a la redacción como su hogar y vida. “Por eso que cada vez que un gobierno ataca a un periodista siento que están atacando a mi familia. No puedo evitarlo. Conozco el rigor, el tesón heroico y la buena intención con que trabajan día a día”, agregó.

Luego advirtió de los “ingenieros del odio”, aquellas personas que con el uso de la tecnología y los recursos públicos fogueados desde el oficialismo marcan a los periodistas como “enemigos del pueblo” y buscan acabar con la profesión o domesticarla. “El periodismo está en la mira del poder. Una vez más”, dijo.

Y agregó: “Se quiere instalar la estúpida idea de que el periodismo se encuentra en proceso de extinción. No, el periodismo es la última resistencia de la democracia liberal y la última barrera contra la gran mentira. Nos atacan porque los periodistas somos muy peligrosos. Somos los únicos que podemos rasgar el velo del engaño, el único obstáculo para una hegemonía de la acción y la palabra. Para un soliloquio del poder”.

También dejó un espacio de su discurso para una autocrítica, remarcando que el mayor error de un periodista es no admitir un error. “Si erramos lo decimos lo más rápidamente posible, porque esa es la ley primera. Pero no erramos cuando nos dice el poderoso, sino cuando nos lo demuestra la evidencia objetiva. Debemos seguir estudiando a medida que ejercemos el trabajo, que debemos conseguir más calado profundo en nuestras visiones y reflexiones. Y debemos hacer una autocrítica profunda. Algunos colegas han decidido ser ricos y famosos a cualquier precio. Repiten con entusiasmo consignas dictadas por mandarines con billetera e incluso se suben a campañas sucias contra disidentes. También que hay quienes temen pensar fuera de la burbuja de sentido o hablar y escribir contra su propia audiencia. Nuestra audiencia no puede ser nuestra tirana, porque entonces perdemos tarde o temprano la autoridad moral. Y si perdemos eso lo perdemos todo. A veces es preferible perder con honestidad que convertirnos en un camaleón”.

Para Fernández Díaz el poderoso miente por naturaleza y en la actualidad el gobierno busca instalar el miedo para que no se pueda hablar en televisión ni siquiera del precio de las empanadas, en alusión a la embestida de los libertarios contra el actor Ricardo Darín por los comentarios que hizo en el programa de Mirtha Legrand.

“Si no dijéramos cosas incómodas y no fuéramos peligrosos, la democracia tal y como la conocemos y anhelamos no sería posible. Solo serían posibles el monólogo, la hegemonía y la propaganda. Y la autocensura. Me gusta que los poderosos tengan un saludable miedo a una prensa libre cuyo único límite sea el código penal. Miedo al titular en primera página, a la información veraz, a la columna explicativa, rigurosa, lúcida. Miedo a la voz de los periodistas libres y de los hombres y mujeres libres que los leen”, dijo.

Por último destacó el rol de los periodistas en el diseño de la Argentina, entre ellos Mariano Moreno, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Juan Bautista Alberdi, Lucio Mansilla y los hermanos Gutiérrez. “Fueron ellos, desde los diarios y con sus crónicas y columnas de ideas, quienes discutieron ardorosamente y alumbraron la modernidad. Con sus defectos y sus aciertos, con las luces y sombras de aquella época. Pero fueron ellos los que fundaron el periodismo y los valores de la patria. No queremos lo suficiente a los periodistas”, concluyó.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/la-academia-premio-con-la-pluma-de-honor-a-leila-guerriero-y-jorge-fernandez-diaz-en-un-acto-cargado-nid05062025/

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