Un año fantástico, una temporada brillante. Un calendario al que le restan dos estaciones pero que ya se rindió al dominio y a las virtudes del piloto que se convirtió en una leyenda de IndyCar. Álex Palou vive en estado de gracia y en el circuito de Portland, con el tercer puesto en la carrera que ganó Will Power (Team Penske), festejó la cuarta corona en la categoría de monoplazas más destacada de los Estados Unidos, la segunda en importancia y por jerarquía de sus actores en el mundo del automovilismo, por detrás de la Fórmula 1.
El catalán arrasa y en los últimos cinco calendarios obtuvo un tetracampeonato; con la reciente consagración emparejó la marca del escocés Dario Franchitti, que se reservaba el detalle de ser el único en encadenar tres títulos. Sin embargo, un hilo los une: bajo el paraguas del equipo Chip Ganassi Racing ambos pilotos lideraron los ciclos.
“Es increíble, es una locura. No podría estar más feliz ahora mismo. Es una temporada increíble: cinco años con Ganassi, cuatro títulos. No tengo palabras para describir lo agradecido que me siento hacia todos en el equipo, especialmente a Chip, a los socios de la escudería, a los fans que nos apoyaron en toda la temporada”, señaló Palou, en dialogo con FOX, que realiza la transmisión oficial de IndyCar.
El catalán, de 28 años, desanda un año de fantasía: se impuso en ocho de las 15 fechas, inscribió por primera vez su nombre en las 500 Millas de Indianápolis y se convirtió en el primer piloto de su país en ganar la tradicional prueba, y todavía tiene la posibilidad de igualar el récord que comparten AJ Foyt y Al Unser, quienes en 1964 y 1970, respectivamente, celebraron diez triunfos en una temporada. “No es fácil. Sería increíble echar la vista atrás y decir, ganamos diez, pero no me despierto pensando en conseguir los 10 triunfos. Es un objetivo bastante irreal”, analizó el piloto que no titubeó y cerró el círculo en la primera oportunidad que se le presentó.
Un error en el Six Fast, la última etapa de la prueba de clasificación, la que ordena a los seis mejores de la grilla, abrió una ventana al mexicano Pato O’Ward (Arrow McLaren) para esperanzarse con pulsear por la corona. Pero el piloto de Monterrey necesitaba desandar tres carreras perfectas hasta el final del curso y que el rival se derrumbe en Portland, Milkwaukee y Nashville. Nada de eso sucedió, a pesar de que el regiomontano heredó la pole, tras la penalización que debió cumplir su compañero Christian Lundgaard (Arrow McLaren).
La batalla por la gloria se decantó en la primera parada en los boxes, cuando O’Ward sufrió problemas mecánicos que lo condenaron a no ilusionarse: el mexicano tuvo que ensayar un reingreso y perdió nueve vueltas, respecto a la cabeza de la carrera. Con su único rival por la corona fuera de juego, Palou no fue especulativo y salió a correr a Power y a Lundgaard para redondear la conquista con un triunfo. Recortó 20 segundos de desventaja, pero no logró enredarse en una pelea a tres bandas. “Es una pena que no lo hayamos conseguido, el auto era increíble. Lo intentamos, dimos todo para adelantar a Lundgaard, pero no pudimos”, se lamentó quien en O’Ward tuvo un rival, aunque la vara de McLaren es con la que se mide Palou.
El catalán rompió en 2022 con la casa de Woking, que lo acusó de incumplimiento de contrato y elevó una demanda por 30 millones de dólares. El litigio sigue su curso en los tribunales comerciales de Londres. El conflicto se desató cuando McLaren anunció a Palou como integrante del equipo, aunque horas antes Chip Ganassi Racing lo proclamó piloto para la temporada 2023 de IndyCar. “Espero ansioso el futuro con McLaren”, anunciaba el piloto, que desmentía un acuerdo con Ganassi. La disputa desembocó en un proceso judicial y el fallo favoreció a Ganassi, Palou se sentó en una de las butacas en 2023 y recibió una mejora en el salario. Todos estos reclamos no lo afectaron en la pista, fortalecieron su relación con Chip Ganassi y desataron la furia de Zak Brown, el CEO de McLaren.
“No tiene intención de honrar su contrato. Resulta decepcionante, considerando el compromiso que había alcanzado con nosotros y la considerable inversión. Dedicamos mucho tiempo, dinero y recursos para recibir a Álex en el equipo, porque creíamos en él y queremos ganar carreras en IndyCar”, rezó un comunicado que firmó Brown.
Los conflictos judiciales no afectan a Palou, que alguna vez proyectó su carrera en la F.1, aunque el Gran Circo dejó de ser una búsqueda para el catalán. Primero, vislumbró que con alineaciones jóvenes y talentosas como la de Lando Norris y Oscar Piastri no se abriría una vacante en el corto plazo y la edad también podría asomar como una barrera.
“Ya no me atrae. Por supuesto que la sigo, es una serie enorme, increíble, de la que soy un gran aficionado, pero no creo que se lo estén pasando tan bien como yo acá. No veo a la gente celebrando con sus esposas e hijos como nosotros. No los veo pasando el rato cenando con los mecánicos. Solo disfruto manejando, divirtiéndome y estando con mi gente, así que creo que la F.1 es todo lo contrario”, señaló en una entrevista con Indy Star, tras ganar las 500 Millas de Indianápolis, en mayo pasado.
El resumen de la carrera de IndyCar en Portland
La brillantez de Palou y la fortaleza del equipo Ganassi, una combinación que domina en IndyCar, el espacio que el catalán descubrió para arrasar en las pistas y sentirse despreocupado en los ratos libres. También el lugar para abrazarse a la gloria y celebrar con su esposa Esther Valle y su hija Lucia en la mítica carrera de Indy500, los pequeños detalles que a los 28 años ofrecen un valor incalculable para la leyenda del automovilismo español.