Comenzaron como Anita y Santiago en Chiquititas sin fin (2006) y un año después se pusieron en la piel de Alelí y Monito en Casi Ángeles. Pese a que eran personajes distintos, la esencia era la misma: un vínculo incondicional que trascendía la pantalla, tal como en la vida real. Guadalupe y Nazareno Antón lograron conquistar a una generación entera de niños y adolescentes que, religiosamente, encendía la televisión para merendar mientras se deleitaban con las historias del hogar mágico de Cris Morena. Sin embargo, cuando estaban en el punto álgido de sus carreras, los hermanos le dijeron adiós a los sets y eligieron caminos completamente distintos.
Nano vive en Europa desde el año pasado junto a su novia. De abril a diciembre estuvieron en Roma y luego se instalaron un mes en Sicilia para tramitar la ciudadanía italiana. Cuando llegó el momento de visitar España, decidieron quedarse allí. “Estoy en Antequera, una ciudad a 40 minutos de Málaga. Me encanta porque como yo vivía en Tigre, que queda a esa distancia de Capital, estoy acostumbrado a eso. Además, me gusta porque me saca un poco de lo que es el caos de la ciudad”, expresó el actor de 26 años en diálogo con LA NACION.
A pesar de su exitosa carrera desde chico, decidió alejarse del medio a los 12 años. Después de Consentidos, la diversión de encontrarse con sus pares se había ido y el trabajo dejó de ser un juego. “Ya era un trabajo... Y fue inmediato, les dije a mis viejos ‘termino esto y no grabo más’”, señaló. Su último trabajo fue Cuando me sonreís (2011), junto a Facundo Arana y Julieta Díaz, un proyecto que ya tenía acordado antes de tomar la decisión.
Esa elección marcó el inicio de un nuevo camino, ya que se enfocó en sus estudios y se recibió de licenciado en marketing en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Antes de emprender su aventura en el exterior, Nano sabía que para establecerse en el viejo continente probablemente tenía dedicarse a algún rubro completamente ajeno, como la gastronomía. Por eso, se propuso conseguir un trabajo en modalidad home office que lo ayudara a vivir tranquilo y le diera la posibilidad de hacerlo mientras viajaba por el mundo. “Empecé a buscar clientes en Estados Unidos a los que les pudiera ayudar como director de marketing en las redes sociales, en inglés se le dice social media manager. Vivo de eso”, indicó.
Pero su talento frente a cámara, que tanto lo representó en su infancia, nunca se fue, ya que mientras estudiaba en la facultad generaba contenido para YouTube, y lo hacía acompañado de su hermana. Ahora, le “picó el bichito de vuelta”, y no solo para crear videos.
“Con todo lo que hay en Netflix, dije ‘che, me gustaría estar en una serie copada’”, aseguró sobre las ganas que le dieron de volver a participar en alguna ficción después de 14 años lejos de los sets. “Hice un curso con Nesti Domínguez, que era director también de Casi Ángeles. Y dije, ‘estoy para volver y ver qué pasa’. Este año mi objetivo es empezar a crear contenido nuevamente y, de a poquito, ver cómo se dan las posibilidades acá, arrancar de cero en España”, concluyó.
Guadalupe, por su parte, vive en Argentina y es psicóloga. “Ejerzo desde 2022. Empecé con chicos, con niños con discapacidad y luego arranqué con adultos”, confió la actriz de 28 años en una charla con LA NACION.
Su vocación comenzó a sus 7 años, cuando a raíz de su timidez, acudió a terapia. “La psicóloga fue la que me recomendó teatro y por eso arranqué en aquel momento la carrera como actriz. Ella fue clave en mi vida y yo, desde muy chiquita, sabía que quería hacer lo que ella había hecho conmigo, o sea, poder cambiarle la vida a la gente”, aseveró y recordó: “A mí siempre me dolía mucho la panza porque me guardaba todo lo que quería decir, no me animaba a expresarme”.
El teatro fue lo que la llevó a formar parte del universo de Cris Morena junto a su hermano. Al igual que él, después del éxito de Casi Ángeles, hizo algunos bolos para programas, pero notaba que ya no era lo mismo. “Después fue difícil volver a los castings, creo que me retraje un montón, como que de alguna manera me negué a seguir”, indicó.
Sin embargo, no es una decisión de la que se arrepienta. “Era muy chiquita, yo tenía 10 años. Pero creo que si hoy pudiese volver, capaz, le metería un poco más”, subrayó.
Pese a que trabaja diez horas por día con pacientes, Guadalupe sueña con volver a actuar, ya que es algo que “le fascina”. “Me encantaría volver a trabajar en la televisión, pero me tengo que preparar. No quiero dejar mi carrera porque a mí me gusta lo que hago, pero la verdad es que tengo ganas de hacer algo que tenga que ver con la actuación o también estar en un stream”, admitió.
Y, al igual que su hermano, agregó: “Creo que lo que queda de este año o el año que viene mi idea es darle un nuevo rumbo a mi vida”.
Aunque hoy sus vidas transcurren en distintos continentes, hay un anhelo que los une: volver a actuar. La decisión de alejarse de la televisión hace más de una década los llevó por caminos opuestos. Ella encontró una vocación en la psicología, mientras él construyó una carrera en el marketing digital. Sin embargo, el destino parece unirlos de nuevo en el mismo punto de partida: las ganas de volver a brillar frente a las cámaras, como lo hacían en su infancia.