ROMA.- Fue el último domingo sin papa en Roma. Se descuenta que el que viene ya habrá sido electo el sucesor de Francisco, que probablemente debutará en su primera oración mariana del Regina Coeli desde la ventana del Palacio Apostólico. ¿Quién será? ¿De dónde vendrá?
A tres días del comienzo del cónclave -a las 16.30 del miércoles-, no fue un domingo normal sino marcado por estas preguntas y un clima de creciente ansiedad. Los 133 cardenales que ingresarán a la Capilla Sixtina, si bien no tuvieron congregaciones generales -las reuniones preparatorias- no descansaron. Mientras que muchos aprovecharon para seguir hablando en reuniones, almuerzos en “trattorie” romanas o en casas privadas, en busca de cerrar acuerdos para lograr los votos necesarios para imponer los candidatos de las diversas facciones, otros celebraron misa en las iglesias de Roma de las que son titulares. Muchos, sobre todo los que salen en las listas de papables, lo hicieron acosados por legiones de periodistas en busca de imágenes y claves para entender lo que vendrá.
El cardenal francés Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella nacido en Argelia hace 66 años, por ejemplo, demostró que habla mucho mejor italiano de lo que se pensaba, en una misa que celebró en la Iglesia Santa Maria dei Monti del barrio homónimo, cercano al Coliseo. Aunque leyó el texto de su homilía -que duró menos de 7 minutos, como recomendaba Francisco para no aburrir a los fieles-, celebró el resto de la misa en italiano sin problema alguno y acento francés. Parecido físicamente y con el mismo aspecto bonachón, afable y abierto de Juan XXIII (1958-1963), algunos periodistas franceses comentaban por lo bajo que ya se imaginan a Aveline, presidente de los obispos franceses y estrella en ascenso, en línea con la Iglesia en salida de Francisco, como un posible “Juan XXIV”.
Su compatriota, el cardenal de Ajaccio, Córcega, Francois-Xavier Bustillo, que celebró en “su” parroquia de Santa María Inmaculada de Lourdes del barrio romano de Boccea, en su sermón recordó que Jesús “no pregunta si sos fuerte, si tenés una estrategia de marketing o si sabés hablar idiomas”, sino que pide “amarlo hasta el final” y, en esta escucha, “ser dóciles y responsables”, según consignó ANSA, interpretando estas palabras como un mensaje de cara al cónclave.
El cardenal estadounidense Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, conservador, desde siempre crítico de Francisco y que respaldó la candidatura de Donald Trump, tras celebrar en la Iglesia de Guadalupe de Monte Mario, aseguró a los periodistas que, por ser su segundo cónclave, estaba viviendo esta experiencia más serenamente que en 2013. Consultado si era posible un “Francisco II”, Dolan fue diplomático: “Ojalá, pienso que somos afortunados porque hasta podríamos hacer un mix de los últimos papas, Francisco, pero también pienso en la intensidad intelectual de Benedicto XVI y en Juan Pablo II, con su coraje y su llamado a seguir a Jesús… Pienso que si llegamos a combinar estas grandes características de ellos sería una bendición”, dijo.
Por su parte, el cardenal Mario Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires y uno de los cuatro argentinos que a partir del miércoles participarán de la elección secreta del sucesor de Francisco, celebró misa en la Iglesia Nacional Argentina “Santa Maria Addolorata del Viale Regina Margherita” ante decenas de compatriotas.
Campaña italianaEn un clima de enorme expectativa, los principales diarios italianos seguían en una evidente campaña mediática en favor del papable “más fuerte”, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de Francisco. Diplomático de 70 años, moderado y sin experiencia pastoral, por sus viajes por el mundo como número dos de Francisco, es la figura más conocida en un colegio de electores nunca tan internacional (70 países representados) y donde muchos no se conocen.
Parolin se presenta como una figura pacificadora en un colegio cardenalicio dividido y como alguien que pondría un poco de “calma” y orden después de un papado informal y disruptivo. Pero no tiene carisma.
“El riesgo es que los candidatos más votados se bloqueen después de los primeros escrutinios”, escribió la vaticanista del diario Il Messaggero, Franca Giansoldati, que, como todo el mundo, indentificó al cardenal filipino, Luis Antonio “Chito” Tagle, de 67 años, como el otro gran favorito. Calculó, al igual que otros expertos, que Parolin podría contar de entrada con un buen paquete de votos (entre 40 y 50), y que el problema es que podría quedarse estancado con esos números y no crecer. De hecho, ningún purpurado se acerca al número mágico, 89, los dos tercios necesarios para ser electo.
“Hace falta tiempo” para un acuerdo entre todos, admitieron algunos cardenales, que mañana lunes, como ya terminaron los “novendiales” -los nueve días de luto y de misas en sufragio por el alma de Francisco-, por primera vez tendrán reuniones pre-cónclave por la mañana y por la tarde.
Como nunca hubo tantos cardenales en un cónclave (los electores serán 133 de los 135 habilitados porque dos -un europeo y un africano- avisaron que iban a ausentarse por problemas de salud), trascendió que muchos aún no pudieron hablar, algo fundamental. Todo el mundo recuerda, de hecho, que fue clave el breve discurso que pronunció el arzobispo de Buenos Aires el 9 de marzo de 2013, cuando llamó a una Iglesia no autorreferencial y en salida hacia las periferias existenciales y geográficas del mundo, fulgurando a los demás.
El título principal de la tapa del diario La Stampa, en base a un sondeo aseguró que “seis italianos de diez quieren un pontífice progresista”, algo que indicaría que prefieren que el sucesor de Francisco no sea italiano.
“El cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna, de la comunidad de San Egidio, si bien se presenta como alguien en línea con la pastoral de Francisco, preocupado por los pobres y los últimos, como presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) se desmarcó de él”, confió a LA NACION un obispo que pidió el anonimato. “Construyó la CEI a su imagen y semejanza, no a imagen de Francisco, que en los últimos años se alejó de él porque incluso permitió que en Bologna celebraran la misa en latín”, añadió.
Y fue más allá: la misma fuente reveló que Zuppi, famoso por haber sido mediador de diversos conflictos en África y que contaría con el voto de diversos cardenales conservadores de ese continente, estaría, como táctica, diciéndoles a varios colegas electores que lo voten a Parolin, “como para sondear el terreno”.
El otro candidato papable italiano, el patriarca latino de Jerusalén, Pier Battista Pizzaballa, de 60 años, por otro lado, está lejos de ser un purpurado progresista, sino que está siendo impulsado por grupos conservadores.
Última misa por FranciscoEn un domingo anormal, donde se hablaba principalmente del cónclave y muchos seguían estudiando las listas y haciendo cuentas, por la tarde más de doscientos cardenales -menores y mayores de 80-, concelebraron la última misa de novendiales por el papa difunto en la Basílica de San Pedro.
“Todos hemos admirado cómo el papa Francisco, animado por el amor del Señor y llevado por su gracia, fue fiel a su misión hasta el final de sus fuerzas”, dijo en su sermón el cardenal corso-francés Dominque Mamberti, que presidió la ceremonia solemne.
“Él les advirtió a los poderosos que debían obedecer a Dios antes que a los hombres y proclamó a la humanidad la alegría plena del Evangelio, el Padre Misericordioso, Cristo Salvador. Lo hizo en su Magisterio, en sus viajes, en sus gestos, en su estilo de vida”, añadió. “Estuve cerca de él el día de Pascua, en la logia de las bendiciones de esta Basílica, testigo de su sufrimiento, pero sobre todo de su valentía y su determinación de servir al Pueblo de Dios hasta el final”, recordó Mamberti que, en pocos días, en su función de cardenal protodiácono, deberá anunciar en latín quién fue electo como nuevo papa, desde ese mismo balcón, después de la fumata blanca.
Mamberti, diplomático de 73 años que se descuenta que respalda la candidatura de Parolin, en su homilía mencionó a Benedicto XVI y a Juan Pablo II, dos papas conservadores y de estilo mucho más rígido y formal que el del argentino, todo un mensaje.
Ataviado con una llamativa mitra blanca con bordados color oro -que recordó las de Pío XII, totalmente distinta de las simples y austeras de Francisco-, Mamberti llamó a redescubrir el sabor de la oración de adoración. “Esta capacidad que da la adoración no fue difícil de reconocer en el papa Francisco. Su intensa vida pastoral, sus innumerables encuentros, se basaban en largos momentos de oración que la disciplina ignaciana había dejado impresa en él”, evocó.