Malena Sánchez: entre un rodaje difícil, su historia de amor y el desafío al que se animó

Malena Sánchez tenía nada más que seis meses cuando una explosión en la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992 dejó un saldo de 22 muertos y más de 242 heridos. Estaba por cumplir tres años cuando en 1994 un nuevo atentado terrorista sacudió Buenos Aires. Sin embargo, cuando le llegó la convocatoria para protagonizar AMIA, la serie, la historia no le fue ajena: “Siempre pensaba en que fue algo terrorífico, y en las madres que no saben qué les pasó a sus hijos”.

“No hay una verdad, es contar una posibilidad para recordar y tener memoria para que no vuelva a pasar”, dice la actriz en diálogo con LA NACION antes de que empiece la entrevista. Además, cuenta cómo fue situarse en los 90 para su papel en la ficción, habla de su fascinación por la época en la que no había celulares y de su historia de amor con el actor Matías Recalt.

AMIA, la serie, que comienza con el atentado a la embajada de Israel, estrenó el jueves 17 del mes actual en Flow y al día siguiente en Telefe. Con producción de Dori Media y Yair Dori y dirección de Guillermo Rocamora, se rodó íntegramente en Montevideo, donde se recrearon las calles porteñas entre 1992 y 1994. La ficción de ocho capítulos cruza las historias de Gisela (Malena Sánchez), una periodista que cubre el hecho, y Diego (Michael Aloni) un agente del Mossad cuya hermana murió en el atentado. El elenco lo completan César Bordón, Alfonso Tort, Soledad Pelayo, Roberto Suárez y Jameel Khour.

—¿Cómo es tu personaje?

—Gisela es una chica que viene de una familia adinerada, estudió lo que quiso, es periodista, está trabajando en un canal dando los primeros pasos y no aparece frente a cámara hasta esta historia. Cuando ocurre el atentado a la Embajada llega primera y como el cronista no está, sale ella en cámara dando la noticia. A partir de ahí cambia todo, ve lo que sucedió y a los familiares buscando gente, los escombros y empieza a vincularse muy de lleno con el tema y a indagar por qué pasó. A su vez tiene un novio con el que vive un vínculo muy hermoso. Ella se juega profesionalmente y el desafío laboral se mezcla con su compromiso de querer saber qué pasó.

—¿Se diferencia de lo que pasa en otros medios?

—Sí. Ella quiere correrse de la versión de todos los medios y se involucra y vincula con un agente del Mossad que perdió a su hermana. La serie te muestra lo que implica para ella estar tan comprometida con lo que pasó, enterarse de lo que pasa en la política, de la mafia...

—Además, siendo una mujer joven hace 33 años...

—Sí, la quieren correr porque es una mujer que va a hablar, que se involucra y puede traer consecuencias. Bueno, en nuestro país tenemos periodistas que han muerto, han perseguido... Ella es pendeja e irreverente, y empieza a indagar y a querer saber.

—Volviendo a la Embajada y a la AMIA, sos muy chica, pero ¿tenés algún familiar que haya estado ahí?

—No tengo gente cercana que haya estado ahí. Solo un amigo que iba al colegio a la vuelta, tendría unos diez años y me contó que sintió el temblor.

—Se grabó en Uruguay, con elenco plurinacional, distintos idiomas, costumbres...

—Sí, bajo la mirada de Guillermo Rocamora, un proyecto difícil. César Bordón y yo somos “los argentinos”, pero él venía mechado a grabar, así que en ese sentido estuve cuatro meses sola, pero Guille fue muy compañero. Con el elenco israelí hablábamos mucho en inglés y eso fue, un agotamiento, muchas de las indicaciones que nos daban eran también en inglés.

-¿Un rodaje difícil entonces?

-Sí, fue mucho de poner el cuerpo. Una vez por semana nos juntábamos con Guille a ensayar, nunca llegábamos sin nada al set, vimos mucho material de esa época. Eran cinco días de rodaje y el sexto ensayábamos. A veces me pasaba que nos llevábamos superbién, pero a la noche no quería ir a comer porque no quería saber más nada de hablar en inglés.

—Cuatro meses afuera, ¿extrañaste?

—Mucho. Además, la historia sucede en Buenos Aires.

—Muchas series se están haciendo en Uruguay porque conviene, aunque implique mover mucha gente o como en este caso, tener que recrear Buenos Aires.

—Es que sin políticas de Estado es difícil que se filme acá. Conviene cruzar el charco, hay hoteles que tienen acuerdos.

—¿Qué te generó hacer esta historia?

—Como con lo de la Embajada era muy bebé, no lo tenía presente, pero dos atentados en dos años, te hace pensar: ¿por qué acá? Y esa es la pregunta que se hace la serie, por qué en Buenos Aires. Y pensaba en las familias partidas al medio y eso le pasa a mi personaje, es duro pensar que una madre nunca va a saber qué pasó con su hijo. Siempre me pareció terrorífico y algo de no creer que pongan una bomba. Me pasaba cuando estudiaba y hablábamos de una guerra, me parecía tan lejano y no, está más cerca de lo que creemos.

Viajar en el tiempo

—¿Te gusta hacer ficciones de época? Pienso en ATAV , en El Potro, lo mejor del amor.

—Me divierte, soy nostálgica de la época sin celular, todo lo que sea hacer historias del pasado, en donde no aparecen los teléfonos en escena me gusta. Viajar en el tiempo, poder jugar y pensar en qué época me hubiera gustado vivir, me encanta, es eso de nuestra profesión que me parece alucinante. Además, se hablaba distinto, las formas, es interesante cómo se empatan las épocas en un punto aun siendo tan distintas.

—¿Qué pasa con el celular?

—Lo que más uso es WhatsApp, pero puedo guardar el teléfono sin problema y no es lo primero que agarro cuando me levanto ni lo último que veo cuando me voy a dormir. No va en la cama. Hay momentos que son más adictivos, pero tiendo a regularme mucho.

—En tu profesión es difícil porque es una vidriera y fuente laboral.

—Si no fuera actriz, cerraría mi Instagram. Me manejo yo las redes, pero la agencia me aconseja. Y me genera menos preocupación económica, eso bien... pero hoy se termina la charla en una cena con amigos y todos miran el celular.

¿Convivir o no convivir?

—¿Con Matías (Recalt) cómo están?

—Hermoso. Vamos cinco años, pero cuando estás bien se pasa rápido. No convivimos y a veces digo: “ya fue, vivamos juntos”. Pero así tenemos nuestros espacios, nos extrañamos. Nos gusta tener ganas de vernos. Él vive en Ingeniero Maschwitz, así que tenemos los dos mundos, voy a su casa y hay tranquilidad, viene él y tenemos el cine a dos cuadras. Hay algo de eso que garpa, no sé cómo sería si estuviéramos en un dos ambientes en capital.

—¿Se conocieron en ATAV?

—Sí, ¡Gracias Chueco !

—Si se van a vivir juntos entonces, foto de Suar en el living...

—Sí, nos veíamos en los pasillos, pero no compartíamos escenas. En el 2020, fui al teatro a verlo y ahí pegamos buena onda.

—Y estuviste acompañándolo en el boom de La sociedad de la nieve (en la película de Juan Antonio Bayona de 2024 inspirada en la tragedia de Los Andes, Recalt interpreta a Roberto Canessa)

—¡Fue todo diveritidísimo! Y que él quiera que yo sea parte de todo eso habla muy bien de los dos, porque hay que acompañar y saber que del otro lado de esta locura y grandeza, llegás al hotel y hay alguien que te lleva a tierra, y eso enriquece el vínculo. ¡Además conocimos muchos países!

—A muchos les llamó la atención la diferencia de edad (Sánchez es 10 años mayor que Recalt).

—A mí nunca me pesó. La primera vez que me di cuenta de que me gustaba, era contarlo y que me dijeran “¡qué chico que es!”. Pero no tiene nada que ver la edad, fue todo desde un lugar tan lindo que no pesó para mí. Pero llegaron a decir de todo en las redes, hubo unas dos semanas muy heavy, en donde me empezó a afectar porque el entorno me hablaba de eso. Entonces no me gustó cómo lo que pasaba en las redes afectaba al afuera. X es el medio más fácil para desinformarse y eso se puede juntar con la psiquis de la gente y ser horrible.

Entre proyectos y desafíos

—¿Cómo sigue tu año en lo laboral?

—Estamos preparando una obra para el año que viene. Además, estreno una película que se llama Guerra de verano basada en una novela de Bolaños y estoy escribiendo para empezar a dirigir, una novedad linda.

—¿Eso sería teatro o cine?

—Audiovisual, una peli y una serie corta que sería más independiente, más a pulmón.

—¿Vas a actuar en esos proyectos?

—No, me corro. Empecé a escribir, tenía las ideas, pero tardé en animarme. Uno de los proyectos es sobre la sexualidad a los 65,70 años, un tema que siempre me interesó, contado desde la comedia.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/malena-sanchez-entre-un-rodaje-dificil-su-historia-de-amor-y-el-desafio-al-que-se-animo-nid28072025/

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