El arte del “levante” llegó a la ensalada

SOUTHAMPTON.– En este espacio, la semana pasada se confesó que uno de los grandes placeres de esta cronista es sentarse sola en un café a mirar gente. Ocasionalmente, también se escuchan fragmentos de conversaciones ajenas. En las últimas mañanas en este balneario por excelencia de la gente del mundo corporativo de Manhattan —si se es verdaderamente cool, hay que seguir en tren, bus o auto varios pueblos más allá hasta las playas de Montauk— se detectó un tema recurrente.

El mensaje mas usual es: “Perdón, me llevé tu ensalada. Dejame invitarte otra para compensar”, pero algunos de los ejemplos más compartidos en redes rozan lo poético

En las charlas de jóvenes que hacían cola para su iced matcha después de la clase de hot yoga o hot Pilates, se discutía acaloradamente la moda del verano para quienes pasan la semana laboral en la ciudad: los “levantes” a través de la ensalada. Según se viralizó en TikTok, donde quienes lo practican se jactan del ingenio, la idea es ir a alguna de las cadenas de comida saludable caras de zonas de oficinas lujosas y llevarse las ensaladas que otros encargaron y que esperan en estantes a la vista de todos. Luego, se mira el nombre en la etiqueta y, vía LinkedIn, se contacta al verdadero dueño si su perfil resulta atractivo. El mensaje mas usual es: “Perdón, me llevé tu ensalada. Dejame invitarte otra para compensar”, pero algunos de los ejemplos más compartidos en redes rozan lo poético. Uno rezaba: “Creo que tengo tus verdes… y vos tenés mi atención”. Otro, más directo: “Tu kale estaba delicioso. ¿Salimos a comer para que no pienses que soy una ladrona de tiempo completo?”. Y uno, casi corporativo: “Estimado , accidentalmente tomé su pedido. Permítame repararlo invitándolo a almorzar”.

Las reacciones por supuesto que se dividen, y en la cola del matcha esto era evidente. Por un lado estaban quienes celebraban la audacia, alegando que al menos así se rompe con la monotonía de las apps de citas. Por el otro, quienes se espantaban y lo consideraban sólo otra muestra de la incomodidad contemporánea para conocer gente cara a cara, sin mediaciones tecnológicas ni maniobras al borde de lo ilegal. Lo cierto es que son la prueba de lo que señaló la columnista del Washington Post, Christine Emba, sobre cómo “los algoritmos están cambiando no solo cómo conseguimos citas, sino cómo nos comportamos en la vida real”.

Fast Company aporta datos que confirman que muchos sienten que hay que probar algo —lo que sea— que vaya más allá de lo digital que es habitual hoy: más del 75% de la Generación Z admite estar agotada de las apps como Hinge o Tinder, y casi la mitad de los hombres de entre 18 y 25 años reconoce no haber dado nunca el primer paso en persona, por miedo a parecer “creepy”.

En ese contexto, cobran sentido los intentos de inventar encuentros fortuitos (meet-cutes, los llaman en las comedias románticas norteamericanas), más creativos… o más desesperados. Consultadas algunas amigas argentinas solteras en la Gran Manzana, fueron tajantes: un oficinista que pide una ensalada para comer frente a la pantalla no es precisamente el epítome de la sensualidad. Mucho más prometedores les parecían los que bajan al camión de comida étnica de la esquina, o ni qué hablar los que cada tanto se cruzan con unas empanadas. Pero, claro, en esos casos la interacción debería ser cara a cara, y eso hoy parece un deporte extremo.

Lo cierto es que son la prueba de lo que señaló la columnista del Washington Post, Christine Emba, sobre cómo “los algoritmos están cambiando no solo cómo conseguimos citas, sino cómo nos comportamos en la vida real”

Por supuesto que, como tantas tendencias nacidas en redes, nunca se sabe si es real o pura performance. Lo que sí queda claro es que refleja un presente en el que el cortejo se volvió tan complicado que hasta la ensalada ajena puede parecer un puente válido. O, al menos, funcionar como un recordatorio de que, aunque todo parezca mediado por apps o excusas improbables, el deseo de encontrarse sigue siendo tan humano —y tan persistente— como siempre.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-arte-del-levante-llego-a-la-ensalada-nid24082025/

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