U n nuevo desafío aparece en el horizonte cercano de los príncipes de Gales: una mudanza. Según confirmó el Palacio de Kensington, William (43), primogénito de Carlos III, y su mujer, Kate (43), dejarán su casa de Adelaide Cottage, en Windsor, para instalarse junto con sus tres hijos, los príncipes George (12), Charlotte (10) y Louis (7), en Forest Lodge, una residencia con ocho habitaciones ubicada en Windsor Great Park, un extenso predio de dos hectáreas distante a seis kilómetros del castillo de Windsor y a unos 38 kilómetros del Palacio de Buckingham.
Según algunos medios británicos, los planos con las reformas que William y Kate piensan realizar en Forest Lodge ya habrían sido presentados al ayuntamiento de esa localidad en junio. Y, de la remodelación que se llevará a cabo –en el interior y en el exterior de la propiedad–, será el futuro Rey quien se hará cargo.
LEJOS DE BUCKINGHAMDejar Adelaide Cottage, que es una casa con cuatro habitaciones, para mudarse a Forest Lodge parece la mejor opción para todos: “A los príncipes les encanta vivir en Windsor: los niños asisten a la cercana escuela Lambrook (…); el traslado a Forest Lodge brindará a la familia más espacio en lugar de que los chicos crezcan entre los muros de un palacio”, afirmó la corresponsal de HELLO! Danielle Stacey. La medida ya generó algunas polémicas: según se publicó, al menos dos familias serán desalojadas con la llegada de los príncipes de Gales: se cree que estas personas vivían en antiguas dependencias de Forest Lodge transformadas en residencias.
Sin embargo, y pese a las quejas, la mudanza no sólo es un hecho que sucederá a fines de este año, sino que la edificación se convertirá en el hogar definitivo de la familia. Es decir, aun cuando sea coronado rey, William no cambiará Forest Lodge por Buckingham (hoy, cerrado por reformas hasta 2027). El destino del palacio ubicado en Londres preocupa a muchos. De alguna manera, los herederos de Isabel II (incluido el propio rey Carlos) heredaron el rechazo que la Reina tenía por ese descomunal edificio que simboliza, como ningún otro, la monarquía británica.