Con su triunfo, el domingo pasado, el Frente Amplio inicia en Montevideo una nueva gestión, en la que, al cabo de ella, en 2030, habrá cumplido cuarenta años consecutivos en la conducción de la capital uruguaya. Desde 1995, la presidencia oriental ha pasado por distintas manos ideológicas, pero esa ciudad se ha mantenido siempre fiel al FA –que ahora también gobierna por cuarta vez el país vecino– a pesar de que se ve cada vez más caída en materia de infraestructura, seguridad y limpieza.
De este lado del Río de la Plata, a la ciudad de Buenos Aires, en cambio, le ha tocado la mayor parte del tiempo estar en la vereda de enfrente del Poder Ejecutivo nacional. Una explicación posible es que el porteño, con sus maneras de ser y cultura cosmopolitas, más un estándar de vida económico y sanitario superior al de otras partes del país, es un ciudadano exigente y más ilustrado al que no se lo puede llevar tan fácilmente de las narices. Y que también puede ser díscolo y veleidoso a la hora de elegir, lo que puede tornarlo imprevisible.
En las antípodas de las regiones más castigadas por los feudalismos eternos en los que el clientelismo, asociado con la pobreza, se impone, la abundante circulación de información de todo tipo y la vocación natural por la polémica en la gran capital generan que a la hora de votar ningún candidato se sienta tan seguro de tener la vaca atada, particularmente en los comicios de hoy, en los que más que el contraste de ideas entre distintos candidatos, algo del todo natural en una democracia, lo que más llama la atención es la fragmentación observable en las propias filas que hasta no hace tanto eran compactas y ahora aparecen divididas. El centroderecha se presenta partido en las listas de Lospennato y Rodríguez Larreta; la derecha más radicalizada, en Adorni, Marra y Yamil Santoro, y hasta el peronismo, que siempre alardea de su unidad, ofrece variantes (Leandro Santoro, Abal Medina y Kim).
Hay que ver qué primará hoy en el voto capitalino. El oficialismo, que desde su entronización en 2007 la venía teniendo fácil, sin competidores que le hicieran sombra, hoy se enfrenta a dos desafiantes serios: el gobernante a nivel nacional, La Libertad Avanza, que se quiere engullir de un bocado a Pro; y el kirchnerista de baja intensidad, Santoro, que ante la dispersión notable de las derechas tiene altas chances de alcanzar el primer lugar y generar una suerte de espejismo triunfalista, ya que nada indica que el porcentual de su fuerza esté lejos de su promedio histórico, que jamás le ha alcanzado para ser gobierno.
Desde el punto de vista mediático vale destacar, en las últimas horas, la sabrosa conversación que mantuvieron por Futurock Fito Páez y Julia Mengolini. “Nunca fui kirchnerista”, sorprendió el artista. Y al referirse a la carta que escribió, en 2011, cuando le dio “asco” que Mauricio Macri ganase la reelección como jefe de gobierno de CABA, dijo contundente: “No me arrepentí de eso, pero fue un error”. Y confesó divertido que la escribió más para enamorar a su interlocutora ultra-K, que por un tiempo fue su pareja, que por cualquier otra cuestión.
Milei, que sabe como nadie mezclar lo superfluo con lo importante y que tiene fijado un posteo en X contra Clarín, no tiene empacho en reproducir cualquier título de ese medio si considera que le conviene. Ayer, por ejemplo, le daba vidriera al siguiente: “El chef de Mauricio Macri se afilió a La Libertad Avanza”. ¿Sumará votos?
Hay dos candidatos (Adorni y Lospennato) que potenciaron su promoción preelectoral apareciendo abundantemente con sus respectivos jefes políticos, Milei y Macri. Por el contrario, Leandro Santoro no solo no posó ni una vez con su máxima referente, Cristina Kirchner, sino que jamás siquiera la mencionó por ser clara “piantavotos” en la ciudad. El voto porteño castigó sistemáticamente al kirchnerismo por resultarle intolerable su prédica vociferante, tan próxima. Ya que el gobierno nacional reside en la Capital Federal, ¿actuará de la misma manera sobre la idiosincrasia ciudadana la beligerancia continua con la que el estridente presidente Milei trata a sus detractores?
Hoy, más que una modesta renovación de bancas en la Legislatura de un distrito, se juegan muchas cosas más tras una campaña de narcisismos, con más personalismos que propuestas y hasta con pretensión de virtuales PASO nacionales. La pelea entre forzudos deberá dirimir si consolida a la fuerza oficialista, Pro, que apoya desde una mayor defensa de las instituciones algunas políticas del gobierno nacional, o si prefiere reconfigurar un escenario ocupado protagónicamente con fuerzas más extremas bien contrastadas, como las que representan Adorni y Santoro, sin matices intermedios.
En unas horas lo sabremos.ß