Cada año, entre fines de abril y julio, los caimanes en Carolina del Norte se vuelven más activos debido a su ciclo reproductivo. Durante este período, estos reptiles buscan pareja y, en consecuencia, se desplazan más de lo habitual, volviéndose también más territoriales.
Frente a un encuentro, los expertos aconsejan actuar con serenidad: no acercarse, no provocar y bajo ninguna circunstancia ofrecer alimento. “Si se los deja tranquilos, ellos también lo harán. Hay que mirarlos simplemente como algo más del paisaje”, afirma Chris Kent, biólogo de la Comisión de Recursos de Vida Silvestre, según Star News Online.
La clave: comprender el comportamiento para evitar problemasNo todos los caimanes que se cruzan en el camino representan un peligro. Los ejemplares de menos de 1,8 metros de longitud, por ejemplo, no están en edad reproductiva y generalmente solo buscan protegerse de depredadores más grandes. De acuerdo a Kent, un caimán de tamaño reducido suele intentar huir antes que enfrentarse.
Durante la temporada de apareamiento, los animales adultos pueden mostrar conductas defensivas si se sienten amenazados, pero rara vez atacan sin provocación directa. Respetar su espacio y actuar con sentido común minimiza cualquier posibilidad de conflicto.
Una de las reglas más importantes para convivir de manera segura es nunca ofrecer alimento a los caimanes. Alimentarlos provoca que pierdan su miedo natural a las personas y se acerquen en busca de comida, aumentando el riesgo de incidentes. Además, esta práctica está prohibida por la ley en Carolina del Norte.
Cuando un caimán se habitúa a los humanos, se vuelve candidato para su captura y posible traslado, un proceso que no garantiza su supervivencia ni resuelve el problema a largo plazo. En 2024, apenas se emitieron 13 permisos de reubicación en todo el estado, reflejando que esta medida es usada como último recurso.
Una especie que resurge en la regiónHistóricamente, los caimanes eran una presencia rara en Carolina del Norte debido a la intensa caza y a la destrucción de su hábitat tras la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1950, su población tocó mínimos históricos. Sin embargo, la implementación de leyes de protección permitió su recuperación, y hoy su número crece de forma sostenida en la llanura costera del estado.
Según Star News, actualmente se estima que varios miles de caimanes habitan principalmente en las áreas cercanas a Wilmington. Aunque Carolina del Norte marca el límite norte de su distribución natural, lo que significa que no alcanzan los tamaños gigantescos de sus parientes en Florida o Carolina del Sur, su presencia sigue fortaleciéndose con el paso de los años.
El fuerte crecimiento demográfico en la costa, donde la población pasó de 200 mil residentes en 1990 a más de 450 mil en 2024, provocó que las fronteras entre el hábitat humano y el de los caimanes se vuelvan difusas. La creación de estanques artificiales y canales en zonas urbanizadas facilitaron la expansión de estos reptiles hacia nuevos entornos.
El especialista aseguró que gran parte de las interacciones actuales surgen de proyectos inmobiliarios construidos sobre antiguos pantanos y humedales. Los caimanes, simplemente, siguen buscando su hábitat natural.