Nuevos modelos de residencias para adultos mayores crecen en la Argentina, focalizados no solo en el servicio, sino también en la calidad edilicia y la tecnología. Bajo el concepto de “senior living”, estas propuestas apuntan a garantizar una calidad de vida superior. Y así, ganaron atractivo entre la población e interés por parte de inversores sofisticados que vieron la veta del negocio.
La iniciativa viene a satisfacer una necesidad creciente. Según datos del INDEC, se estima que en los próximos 20 años se duplicará la población mayor de 80 años en la Argentina. Y en paralelo, se consolida un cambio en el modelo familiar: menos hijos, más hogares unipersonales y mujeres -tradicionalmente, principales cuidadoras- cada vez más activas laboralmente. En ese contexto, el cuidado intrafamiliar deja de ser viable y se abre paso a la institucionalización.
En algunas partes del mundo, la industria ya está consolidada. En Europa y en Estados Unidos, por ejemplo, grandes operadores manejan cientos de centros con estándares hoteleros y médicos de excelencia.
En la Argentina, en tanto, el mercado es incipiente pero en expansión. Los modelos varían: desde alquiler mensual hasta propiedad fraccionada o incluso desarrollos inmobiliarios con servicios básicos de salud. Pero todos responden a la misma necesidad: ofrecer calidad de vida, seguridad y comunidad a una generación que redefine cómo quiere envejecer.
“Al analizar estadísticas poblacionales para estimar los potenciales clientes, se hizo evidente que la demanda ´dura´, es decir, aquella que necesitará ayuda para vivir es muy superior a la oferta existente”, señaló Diego Petracchi, fundador de We Care, una residencia de lujo ubicada en el barrio porteño de Balvanera.
Petracchi conoció en profundidad el segmento una década atrás, por una experiencia personal. “No encontré ningún lugar realmente agradable de todos los que visité, y eso me impactó. Me decidí, hice un plan de negocios y salí a buscar inversores. Después de dos años de obra, abrimos 15 días antes del inicio de la pandemia. Fue un año duro, pero de la mano de Ricardo Jauregui, un gerontólogo prestigioso que forma parte de nuestro equipo, nos hicimos un buen nombre”, aseguró a LA NACION.
Otro de los que detectó un faltante de este tipo de instituciones fue Gustavo Lijtmaer, quien le dio forma a Abrazia, una iniciativa de real estate ubicada en Nordelta, cuya construcción inició en septiembre y tiene un plazo de obra estimado de 30 meses. El objetivo es posicionarse como un centro de cuidados y atención de excelencia para adultos mayores, con tres unidades de negocio: estadía prolongada para adultos mayores sanos y con necesidades de asistencia; un centro de rehabilitación con internación para personas de cualquier edad y complejidad media; y un centro de día y servicios ambulatorios de rehabilitación.
Costos de entrada y operaciónPara los emprendedores, el negocio es claro. Según precisaron, la apertura de una residencia de lujo demanda una inversión que oscila entre los US$6-10 millones. La competencia es acotada y la cuota mensual que abonan los residentes ronda entre US$6500 y US$8500.
“Los costos de entrada son elevados y la operación requiere de un esfuerzo magistral. Este es un producto muy especial, para el que hay que encontrar un equilibrio entre lo asistencial y lo hotelero”, explicó Petracchi. Y añadió: “Mientras que en algunos países, como Estados Unidos, el futuro residente es quien averigua y coordina la estadía, en la Argentina, en el 80% de los casos son las familias del adulto mayor las que están a cargo. Nuestra competencia no son otros lugares como el nuestro, sino el cuidado familiar -y el antiguo prejuicio sobre los geriátricos y la idea de que en la casa se está mejor”.
A la hora de analizar el perfil de los inversores, Martin Fabiani, director Comercial de Abrazia, señaló: “Si bien el grupo es heterogéneo, es super sofisticado: son personas que tienen inversiones en real estate, pero también en la Bolsa y en criptomonedas, entre otros activos. Principalmente, son mayores de 50 años y que pasaron por situaciones similares con algún familiar o conocido”.
Y precisó: “Este es un negocio de renta permanente y valorización del activo subyacente. Los inversores pueden adquirir cuotapartes, cada una de las cuales representa 1/152 partes del negocio. Esto incluye 1/152 de lo facturado y 92 metros cuadrados -equivalentes a una habitación y a un porcentaje de los espacios de servicios-. Se trata de una inversión con propósito: los inversores no solo ven la alta rentabilidad -alrededor del 14% de renta anual con ocupación plena en régimen-, sino también la posibilidad de tener una cama asegurada en el futuro”.
A la nómina de iniciativas de real estate se suma también Senior Home, en el barrio de Almagro. La residencia premium fue creada por Jorge Fainzaig, uno de los fundadores de Ledor Vador –un hogar muy reconocido en la colectividad judía- y es dirigida actualmente por Hernán Fainzaig. Y recientemente, a inicios de 2024, se sumó The Senior Apartments, un complejo de 14 pisos a metros del Obelisco, propiedad del mismo grupo.
En la zona norte de Buenos Aires, también figura Antares Senior Living Nordelta, un complejo que surgió cuando muchas parejas jóvenes comenzaron a poblar la urbanización del partido de Tigre, a fines de los ‘90. Según precisaron, la idea fue que los padres de los nuevos propietarios estuvieran cerca. Con ascensores camilleros, grupo electrógeno y aberturas reglamentarias para facilitar las circulaciones, entre otras instalaciones, Antares ofrecía servicios de enfermería, pero con el tiempo el cohousing se desvirtuó y atrajo a muchas familias completas por sus amenities”.