El 29 de enero, la NASA publicó los primeros resultados sobre el análisis de las muestras que la sonda OSIRIS-REx trajo del asteroide Bennu, que es casi esférico y tiene 490 metros de diámetro (promedio). ¿Qué descubrieron? Catorce de los veinte aminoácidos esenciales para la vida y los cinco nucleótidos que en nuestro planeta transmiten información genética (adenina, citosina, guanina, timina y uracilo). El comunicado de la agencia espacial estadounidense deja claro que estas moléculas no son por sí evidencia de que existan formas de vida en Bennu, pero sí constituyen condiciones necesarias para que la vida se ponga en marcha. Además, las muestras, que llegaron a la Tierra en 2023, exhiben trazas de agua salada líquida, que según la NASA puede servir como un caldo de cultivo para que esas moléculas (aminoácidos y bases nitrogenadas) den el paso siguiente y esto que llamamos vida se ponga en marcha.
Las características geofísicas de Bennu se han visto en varios otros puntos del sistema solar, con lo que la pregunta que precede a todas estas misiones (y a las que buscan vida en Marte, un esfuerzo que empezó hace casi medio siglo), sigue siendo la misma. ¿Por qué hasta ahora solo hemos encontrado evidencia de vida en nuestro planeta?