Donald Trump volvió a sacudir los mercados globales. El presidente estadounidense ordenó una suba generalizada de aranceles del 10% a todas las importaciones y aplicó un golpe más duro contra China, al imponer un tributo total del 54% sobre los productos de ese país. La respuesta no tardó en llegar: Beijing anunció hoy que aplicará aranceles adicionales del 34% a las importaciones estadounidenses, con vigencia desde el 10 de abril. Así, quedó virtualmente reactivada la guerra comercial que había marcado su anterior mandato.
De manera que, en resumen, todas las inversiones financieras están sujetas a volatilidad en este contexto. Los lugares típicos para protegerse son el oro y, en ciertas ocasiones, los bonos norteamericanos. También hubo una recuperación del euro, que se presenta por estos días como una moneda más confiable que el propio dólar.
El impacto fue inmediato. Las bolsas de Asia y Europa cerraron con fuertes pérdidas, mientras que Wall Street vivió un martes negro. En Estados Unidos, varias compañías perdieron en un solo día más del 10% de su valor bursátil, en lo que los analistas ya consideran la reacción más violenta de los últimos meses.
Las acciones de Patterson-UTI Energy cayeron 19,04%, Dell Technologies bajó 18,99%, JetBlue se hundió 17,26% y Microchip Technology retrocedió 16,8%. También registraron bajas notables Garmin (-15,01%), Crocs (-13,96%), Ciena Corporation (-13,59%), Amer Sports (-13,36%) y Warner Bros Discovery (-13,26%). El desplome se extendió a Zions (-13,14%), Rambus (-12,4%), Citigroup (-12,14%) y FedEx (-11,95%).
La magnitud de las caídas refleja un temor concreto: que el conflicto comercial escale en un contexto global ya tensionado por la desaceleración industrial y fragilidad en las cadenas de suministro. Los aranceles, tanto en Estados Unidos como en China, encarecen el comercio, presionan sobre los precios y pueden impactar negativamente en los márgenes de ganancia de las empresas exportadoras. Eso explica la brutal reacción de los mercados.
En la Argentina, el sacudón también se sintió. Los CEDEARs —instrumentos que permiten invertir desde Buenos Aires en acciones de empresas extranjeras— replican en pesos la evolución de esos activos en el exterior. Por eso, cuando una acción como Dell o Citigroup se desploma en Wall Street, el impacto se traslada de forma directa a las tenencias locales.
El movimiento se amplificó porque la volatilidad también alcanzó a los bonos. Ante la posibilidad de un escenario global más hostil, con menor apetito por riesgo, los inversores desarman posiciones en mercados emergentes. Los bonos argentinos volvieron a caer y el riesgo país se ubica hoy por encima de los 900 puntos básicos, un nivel que no se veía desde noviembre del año pasado. El dólar contado con liquidación también volvió a mostrar presión alcista.
La reacción china terminó de confirmar el peor escenario: la guerra comercial no es una amenaza, es una realidad. Y eso genera un manto de incertidumbre sobre prácticamente todas las herramientas financieras. Desde las acciones hasta los bonos, pasando por los commodities y las monedas, los activos globales podrían enfrentar episodios de fuerte volatilidad si la escalada continúa.
Para los inversores argentinos, el desafío es doble. Por un lado, deben evaluar los riesgos globales que afectan a sus CEDEARs y fondos atados a acciones estadounidenses. Por otro, enfrentan un contexto local aún frágil, con una economía que intenta estabilizarse.
El regreso del proteccionismo, con Trump al frente, reordena una vez más el mapa del poder global. En los mercados, la señal es clara: el nuevo ciclo de tensiones comerciales llegó para quedarse, y exige máxima cautela.