La creatividad, muchas veces, es un impulso inconsciente. Pero detrás de lo que puede parecer caprichoso, hay una intuición: la sensación de que esa expresión podrá cobrar otro sentido, más adelante.
Algo así fue lo que les pasó a Tamae Garateguy, Sant Giralt y Camila Toker cuando hicieron UPA! Una película argentina, en 2007, dedicada a retratar con humor la trastienda del Nuevo Cine Argentino. No podían imaginar que 18 años después estarían estrenando la cuarta entrega de la serie de films, como película de apertura del Bafici, que comienza el martes 1, además de presentar las otras tres durante el festival.
UPA! Una primavera en Atenas, la cuarta película en conjunto del trío, lleva a los personajes del director Fernando, ahora Pina (Giralt); la productora Ailén (Garateguy) y la actriz Nina Weiss (Toker), a Grecia. Allí, en medio de paisajes fabulosos y desnudando sus almas en canciones, cada uno buscará la sanación personal y perseguirá el objetivo que cada vez parece más difícil de alcanzar: conseguir dinero para hacer una nueva película.
“UPA! no es una película sola, no es una saga, es una experiencia”, dice Garateguy, en una charla con La Nación, compartida con Giralt y Toker, en la que hablaron sobre el recorrido que trazaron con estas películas.
Las ganas de filmar y la observación puesta en sus propias experiencias como cineastas noveles fueron suficientes para impulsarlos a realizar ese primer retrato del Nuevo Cine Argentino (surgido a finales de los 90), repleto de exageraciones cómicas, pero certero en la presentación de las idiosincracias propias de la comunidad del cine independiente de esa época.
La explosión de esa primera película ameritó un reencuentro, en 2015, con UPA! 2 El regreso, una segunda parte que encontraba a los personajes, a los propios cineastas y al ámbito en el que se movían, en un estado de mayor consolidación, con más experiencia y otras perspectivas, incluidas la posibilidad de contar con una actriz famosa de la TV, como Nancy Dupláa, interpretando a una versión paródica de sí misma.
Sin embargo, el trío continuaba teniendo mil problemas, tanto personales como inherentes a la producción de cine en la Argentina. “Era un momento donde, mal que mal y con todas las dificultades que siempre tuvimos en el cine argentino para producir, nosotros y nuestros colegas estábamos produciendo películas, que se estaban viendo en el mundo y siendo premiadas -dice Toker-. Trabajábamos con un presente, sin darnos mucho cuenta de lo que teníamos; como la salud, se valora cuando se pierde. Hoy vemos que eso que era tan pop, en realidad, estaba hablando de un momento de auge del cine argentino y de la producción nacional, más allá de que siempre fue difícil, nunca fue un sistema perfecto, por supuesto, pero sí teníamos una gran base donde nosotros y nuestros colegas estábamos haciendo películas”.
Fue recién en la tercera entrega, UPA! Una pandemia argentina, lado A+B, que Garateguy, Giralt y Toker tomaron conciencia de que estaban construyendo, en formato de ficción, una crónica de la historia del Nuevo Cine Argentino.
El Nuevo Cine Argentino“Cada película ha terminado siendo una foto de un momento del cine argentino -dice Giralt-. El pasaje del fílmico al digital en la primera; en la entrada de los actores de televisión en la segunda; la pandemia como imposibilidad en la tercera. Íbamos a terminar la tercera con el cierre del Incaa”.
Aunque decidieron no volcarse por ese final, que entonces parecía distópico, la realidad de los recortes de financiación del cine por parte del Estado, los llevó a pensar en una cuarta parte que se ocupara de este momento.
“Tuvimos la emergencia de lo que sucede hoy en día en nuestro país, lamentablemente, el desfinanciamiento total de la cultura y del cine, y dijimos, eso también tenemos que contarlo -explica Toker-. Hay algo en nuestro sistema que tiene que ver con la improvisación, y en la improvisación uno trabaja con lo que tiene en el presente. De esa manera, la crónica surge no solamente de una idea metacinematográfica o de una idea a priori, sino también de lo que los personajes están viviendo en ese momento y cómo nosotros usamos el presente para improvisar”.
Según Giralt, la cuarta película de UPA! es una respuesta también a otros temas que van más allá de lo que está sucediendo con el cine nacional: “Nuestros personajes son queer, artistas, son trabajadores de la cultura y mujeres -dice Giralt-. Creo que fue la primera vez donde el fósforo que prendió el fuego fue el discurso agresivo del poder contra nosotros, y vamos a contestar con una película”.
Claro que esa respuesta en forma de film, no se manifiesta como un panfleto o un documento didáctico. La protesta es bien al estilo Upa!: con mucho humor, una capacidad de observación aguda y amor por sus personajes y por el cine.
El humor como estrategia“El humor, como nosotros lo entendemos, es un dispositivo que genera muchas preguntas y cuestionamientos -dice Garateguy-. Inclusive nosotros nos autocuestionamos, nos ponemos en jaque, nos reímos de los otros, de nosotros, nos reímos de todo. Entonces, el humor es una herramienta que para nosotros es clave, para poder enfrentarnos y cuestionar”.
La crítica a ciertas actitudes y situaciones que se dan en el ámbito del cine independiente, que el grupo conoce más que bien, ya que los tres tienen sus propias filmografías prolíficas por separado, entre las que suman 25 largometrajes, está atravesada por ese humor.
Uno de los aspectos más sobresalientes de las películas de UPA! es la agudeza de la observación de los tipos de personajes, las situaciones que se dan entre ellos y, sobre todo, la forma de hablar que los caracteriza, algo que llama especialmente la atención al tratarse de un trabajo de improvisación.
“A los personajes, a esta altura, los dejamos jugar solos un poco -dice Toker-. Porque cada personaje, así como en la primera estaban pegados más a nuestras propias biografías, fueron ficcionalizándose de película a película, y alejándose un poco de nuestras propias experiencias. Pero sí nos sirven nuestras propias experiencias para tomar ciertas cosas. Hoy nos pasa que cuando estamos los tres juntos, los personajes ya suenan, viven y tienen una manera de pensar por sí mismos, de la que no somos completamente conscientes como directores en ese momento”.
“Somos como Dogma 95 meets Richard Linklater”, apunta Garateguy, apelando a una clásica forma de la industria para vender el concepto de una película, casi como si estuviera canalizando al espíritu de su personaje de productora en Upa!
Reírse de sí mismos y de sus pares, no implica, en este caso, que no haya espacio para mostrar el costado más puro del afecto que une a los personajes.
Amigos y familia“Nos interesa contar que son familia y que pueden ir a rescatar a su amiga que está en una, autodestructiva, pero también contar que pueden estar rondando la hipocresía de esos abrazos demasiado exagerados -dice Garateguy-. Nos interesa todo el arco de la percepción. Por eso UPA! tiene tanto filo, porque vamos desde algo que puede ser de verdad cariñoso y con una mirada compasiva, pero también filosa y mordaz”.
A pesar de que la crítica desde el humor está presente en las cuatro películas, no hay una mirada cínica sobre quienes hacen cine en la Argentina. Por más que digan cosas como “la salud mental está de moda” e intenten de todo para poder vender su película, detrás se revela la pasión de un grupo de personas que no pueden no hacer cine.
“La pasión y la desesperación”, apunta Garateguy. Ambos aparecen en todas las UPA!, pero toman otra relevancia en la tercera entrega, que tiene dos partes, y fue realizada durante la pandemia del Covid-19. Lo que parece un giro cómico del guion, el hecho de que el trío estaba por irse a Hollywood, pero el viaje debe cancelarse por la pandemia, fue impuesto por la realidad.
Siempre acostumbrados a adaptarse, una habilidad que debe adquirir quien quiera sobrevivir en la producción de cine argentino, los directores optaron por hacer una película que, de nuevo, representara ese momento.
Lo hicieron con entrevistas por zoom con actores como Juan Minujín y Martín Slipak, haciendo una versión paródica de ellos mismos; y productores y directores como Axel Kuchevatsky y Ariel Winograd, también prestándose al juego. También incluyeron lives de Instagram y, por supuesto, escenas en las que el trío intenta filmar una película, como pueden, en la casa de Nina.
Otra idea que surgió en ese momento fue la de incluir a una nueva generación de aspirantes a cineastas en el mundo de UPA! “En principio nos gustaba esta idea del coro griego juvenil, que va opinando sobre lo que ellos van haciendo y entonces aparece esta generación nueva -explica Giralt-. Al final, son los que se llevan la historia con la pasión de filmar y filman como nuestros personajes lo hacían en la primera, pero con barbijos. Fue una idea que vino del personaje del hijo de Ailén, que es el hijo verdadero de Tammy, su generación de amigos y amigas, su grupo particular de cine. A partir de ahí fue darles la libertad de que improvisaran y nos mandaban bloques de 40 minutos improvisados, donde criticaban a los personajes”.
La posta a la nueva generaciónPara Garateguy, se trata de hacer un lugar para esa nueva generación: “El cine es una rueda y hay que colaborar, depende de donde estés en la rueda, para pasar la posta”. Toker explica que también la pandemia les hizo reflexionar sobre el paso del tiempo: “¿Quiénes son los chicos del cine hoy? Quisimos darles la palabra, en este sentido de pasar la posta, pero también con cierta curiosidad nuestra de cómo se mueven y cómo piensan el cine. Hay un momento donde hablan de Tarantino como un viejo, y para nosotros es un contemporáneo. Aparecen cosas que nos sorprendían de la opinión de ellos, más allá de que también era paródica, pero nos daba curiosidad ver qué pensaba esta nueva generación”.
En la nueva película, el trío vuelve a concentrarse, a través de las vivencias particulares de sus personajes, en el lugar en el que están los cineastas de su generación en la actualidad. “Con UPA! 4 realmente queríamos levantar la onda, con lo que se dice como resistencia, que también nos podemos reír de eso; pero, de verdad, es un acto de resistencia la película: hacerla rápido, que tenga humor, ritmo, energía y que nos sigamos divirtiendo, porque creo que ahí está su poder”, dice Garateguy.
La elección de jugar con el musical, algo que Giralt dice que estaba en la lista de los cineastas como “cosas para hacer antes de morir”, es una de las formas en las que exorcizan los problemas que aquejan a los protagonistas.
Uno de ellos, como siempre, es el dinero. La posible solución aparece en la forma de una de las protagonistas de la primera UPA!, el personaje que interpreta la actriz noruega Hildegunn Wærness.
El regreso de “la noruega” estuvo marcado por un encuentro fortuito. Lo que sucede es que Garateguy, Giralt y Toker siempre están filmando UPA!, aun cuando todavía no saben si van a hacer la próxima película.
“Nos encontramos en el medio de unas vacaciones, les digo: ‘Filmemos una escena, filmemos ya para dejar como alguna semillita para el futuro’ -explica Giralt-. Y esa escena se filmó un año antes que todo el resto del proyecto, por si acaso, por si llegaba a darse. Siempre estamos filmando y hasta a veces vamos a archivos personales a sacar pedacitos que sirvan para unir, porque si, más o menos, el look del personaje coincide con el material que tenemos. Incluso si no coincide, porque Tammy en China está con el pelo negro”, agrega, riéndose, Toker, refiriéndose a los planos de su compañera tomados en festivales, que desafían la continuidad capilar del personaje.
Nada de eso importa, porque, como ellos explican, lo que vale es que hicieron estas cuatro películas. En el camino, en ese impulso de hacer, se convirtieron en cronistas de su propio universo. A través de esta crónica, ficticia, humorística, crítica y apasionada, pudieron expresar parte del por qué, más allá de las dificultades incesantes que enfrentan, sigue valiendo la pena hacer cine en la Argentina.
Una función social“El cine es colectivo, es una práctica, un arte que te permite conectar con los demás, sentir que estás en comunión para hacer algo juntos, para contar algo juntos, para transmitir y comunicarte con otros”, dice Garateguy, sobre lo que significa hacer cine, a pesar de todo.
La función social e histórica del cine también es importante para Toker: “Una película del mismo año, sea en China, Estados Unidos, Francia, o Argentina, va a describir un poco la cosmovisión o la vida de esa sociedad, en un momento determinado. Eso a la larga, va quedando como registro histórico identitario de una sociedad. Entonces, no es que uno hace una película pensando en ‘esto es historia y esto es identidad’, pero finalmente sí lo es”. Ese valor secundario en el momento de la creación, puede convertirse en clave para la posteridad.
“Los cineastas dejamos registro -dice Giralt-. Por ejemplo, veo hoy Días de odio, de Torre Nilsson, y me fijo que había tranvías en Buenos Aires. O sea, no es solo la película, el cine deja registro de un momento. Siento que los artistas construimos fragmentos de memoria colectiva, en nuestra obra queda impregnado nuestro tiempo, nuestro lugar y esa es la función simbólica que le sigo encontrando al cine. Más allá de la pasión y la compulsión de hacer, que eso ya es una pasión injustificable”.
Entre la pasión incomprensible para quienes no la sienten y la función histórico-social, de la que el público no siempre es consciente, en algún lugar, se ubican los creadores de Upa!, que junto con sus colegas, insisten en seguir construyendo un futuro para el cine argentino.