Ninguno de los 45 futbolistas que incorporó Boca desde que Juan Román Riquelme asumió como máximo responsable del fútbol, en diciembre de 2019, pudo ser revendido. Pero más allá de ese dato, que expone que el club no logra potenciar a sus refuerzos para luego al menos recuperar la inversión que hizo en ellos al sumarlos, también se da otra situación poco saludable para la sana convivencia de un plantel: la acumulación de jugadores.
Ocurre una constante que se repite. Porque de los 36 futbolistas que llegaron en estos cinco años y siguen perteneciendo al club, cerca de la mitad fueron o son usados poco y nada. Nombres como Martegani (22% de partidos jugados desde que llegó), Barinaga (30%), Miramón (36%) o Blondel (no volvió a jugar desde la derrota con Independiente del 19 de mayo), entre otros, entran y salen del equipo o del banco, e incluso de la lista de convocados.
Consultado por LA NACION, Alberto Márcico, que se incorporó a Boca en 1992 y rápidamente se erigió como una de las figuras del equipo conducido por el uruguayo Oscar Tabárez, analiza: “A mí me cuesta entender cuando dicen que tal jugador se tiene que adaptar. ¿Adaptar a qué? Cuando vos llegás a un club, te dan la pelota y vos tenés que saber parar la pelota y dársela al compañero. Posiblemente tenés que hacer un par de partidos para acomodarte al funcionamiento, pero la motivación más importante que tenés cuando llegas a Boca es el primer partido. Aunque también depende de cada uno. Yo llegué con 32 años y experiencia europea, y con un deseo enorme de jugar en el club del cual soy hincha desde chiquito. Si no era por Boca, yo de Francia no me volvía. Entonces no sentí ninguna presión. La primera pelota que toqué metí un taco y lo dejé solo a Saturno contra el arquero”.
Luis Abramovich, que se sumó a Boca en 1986 desde Chacarita y hasta 1992 jugó 200 partidos oficiales, resume las condiciones básicas que tiene que tener un refuerzo: “Para sumarte a un club como Boca tenés que tener todos los casilleros eximidos: técnica, especificidad en el puesto, inteligencia táctica y lo más importante: la personalidad emocional para vestir la camiseta en las buenas y en las malas”. En relación a su experiencia personal, comparte: “A mí me costó dos o tres meses de adaptación, pero porque llegué operado del hombro. Ese tiempo me sirvió para darme cuenta, mirando los primeros partidos desde afuera, que si dejás la vida en cada pelota la gente te alienta, además de tener habilidades. Obviamente, es por ahí”.
En este punto, Márcico destaca la importancia fundamental del entrenador: “El técnico que te toca debe tener las cosas claras y tiene que ayudarte. Eso significa darte tranquilidad, saber cuáles son tus virtudes, tus defectos, qué le podés aportar al equipo... El técnico es terriblemente importante, para Boca y para cualquier equipo”.
Al mismo tiempo se da otra situación: a la dirigencia actual pareciera costarle ponerle fin a los vínculos contractuales de aquellos que no rindieron. Entonces, mientras esperan ofertas que no llegan y/o no convencen, los futbolistas se amontonan y acumulan semanas de entrenamientos y partidos sin acción, lo que devalúa todavía más el costo de su ficha.
Todo termina ingresando en un círculo vicioso: si un futbolista no juega, difícilmente pueda aparecer en el radar de un hipotético club comprador. Y en el caso de que eso ocurra, la propuesta económica jamás logra satisfacer a la conducción xeneize.
Sobre los tiempos de adaptación, Abramovich evalúa: “La tolerancia en cada caso es distinta, pero lo que no se negocia es lo actitudinal y lo disciplinario. Dejar la piel en cada jugada. Claramente hubo desaciertos y quedaron muchos jugadores en el equipo. Algunas negociaciones se pueden trabar pero no la mayoría”.
En la actualidad Russo trabaja con un plantel superpoblado (43 profesionales), costoso y con escasa competencia (hasta fin de año solo jugará el torneo Clausura), pero la mayoría de los jugadores que no son tenidos en cuenta no emigran.
Los casos de Marcos Rojo, Cristian Lema y Marcelo Saracchi exponen lo que le cuesta a Boca desprenderse de los futbolistas que elige dejar de utilizar. El zaguero surgido en Estudiantes de La Plata ya sabía que no iba a ser tenido en cuenta. Sin embargo, dirigencia y cuerpo técnico decidieron llevarlo al Mundial de Clubes, donde no jugó ni un minuto y manifestó su descontento por “el ninguneo”.
Cuando Boca volvió a Buenos Aires, todo terminó por explotar. Dos días después de la derrota con Huracán, Rojo volvió a discutir con Russo y desde entonces (30 de julio) fue apartado del plantel profesional, hasta que finalmente firmó su desvinculación el viernes 8 de agosto y ese mismo día se sumó a Racing como agente libre. El exfutbolista de la selección argentina jugó menos de la mitad de los partidos del equipo (118 sobre 262 posibles). A su favor: en las pocas épocas donde estuvo sano disputó gran parte de los partidos, con 75 minutos de promedio de juego.
El caso Lema sorprende. Un mes después de su debut, el club lo bautizó “Caudillo” en su cuenta de la red social X, luego de un superclásico. Pero el amor duró poco y aquella patada karateca ante Estudiantes, por las semifinales de la Copa de la Liga 2024, lo condenó.
Caudillo. pic.twitter.com/mVR1v4eW24
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) February 25, 2024El zaguero, que desde octubre pasado no disputa un partido oficial (primero por una lesión y luego por decisiones futbolísticas de Fernando Gago, Mariano Herrón y Miguel Russo, respectivamente), propuso rescindir el vínculo, algo a lo que la dirigencia finalmente accedió pero... después de que cerrara el libro de pases. Al no poder reinsertarse en otro equipo, eligió seguir en Boca aunque no juegue.
Saracchi fue de mayor a menor, en un proceso muy curioso que lo llevó de ser uno de los capitanes del equipo a quedar detrás de Blanco y Fabra en la consideración del DT en menos de dos meses. En su caso, la dirigencia de Boca se demoró en definir qué hacer ante la chance de que en este receso invernal se fuera a Independiente por un precio bajo (un millón de dólares por un año a préstamo y una opción de compra de US$ 4 millones), y al final la operación no se concretó. Es por eso que el lateral uruguayo, que tiene contrato hasta diciembre de 2027, negocia su desvinculación. Aunque, por el momento, Boca se mantiene firme en dejarlo ir mediante un préstamo con opción o una venta definitiva.
Márcico aporta un punto de vista pocas veces considerado: la perspectiva del futbolista. “Se hace muy difícil que los jugadores, a cierta edad y con cierta comodidad, se vayan ante la primera oferta. Porque tienen contratos muy buenos en Boca (y pasa lo mismo en River). Cuando los clubes grandes quieren sumar jugadores siempre es carísimo y cuando se quiere vender a un jugador que no juega, el club que te lo quiere comprar se lo quiere llevar lo más barato posible. Entonces a veces algunos jugadores prefieren quedarse y terminar el contrato en Boca y no buscar otra opción para poder jugar. Pero yo no estoy de acuerdo con eso. Más allá de que uno pueda ganar un peso menos, yo creo que a la larga, si vos jugás, en donde sea, vas a tener mejores contratos, mejores propuestas y también vos te vas a sentir mucho más cómodo. A mi criterio, para un futbolista en actividad no jugar es desastroso. Es lo peor que te puede pasar”.
El Beto, al hablar de las cualidades específicas a la hora de buscar refuerzos de Boca, considera: “Para la defensa se buscan jugadores con personalidad, que sea alguien que pueda jugar en un estadio lleno. Además, tiene que aportar una agresividad bien entendida. Y, sobre todo, el sentido de la ubicación, es decir que no lo agarren mal parado. Para un mediocampista, especialmente los de recuperación, debe tener dinámica. Y para el volante creativo, el clásico número 10, tiene que tener visión de juego, saber hacer jugar al equipo, a sus compañeros, tener buen pase, buen cambio de frente, buenos tiros libres y buena pelota parada”.
Kevin Zenón podría convertirse en el primer futbolista que Boca incorpora y luego revende desde enero de 2020. Russo no lo considera titular (sólo arrancó entre los 11 iniciales ante Benfica, sumó 113 minutos en los últimos cinco partidos que tuvo acción y frente a Racing e Independiente Rivadavia ni ingresó) y el volante desea emigrar para tener más minutos. Sin embargo, las ofertas que llegan por su ficha son rechazadas una y otra vez por ser consideradas “insuficientes”.
A comienzos de 2024 Boca pagó 3,5 millones de dólares por el 80% del pase del futbolista que supo destacarse en Unión de Santa Fe, y su primer semestre con la casaca azul y oro entusiasmó a propios y extraños. De hecho, por sus actuaciones Zenón se ganó un lugar en la selección olímpica que disputó los Juegos disputados en Paris.
Luego de esa competencia llegó una oferta importante del Hoffenheim, de Alemania. Los 18 millones de euros (con variables) por su pase, parecían imposibles de rechazar. Pero desde Boca optaron por retenerlo.
Hace dos semanas Olympiacos de Grecia ofreció 7 millones de dólares por el 80% de su ficha. Es decir que en un año la cotización del volante de Boca se devaluó a la mitad. El club, al menos por el momento, también rechazó la oferta por considerarla insuficiente. Puertas adentro notan que su rendimiento bajó, pero no tienen intenciones de dejarlo ir por menos de lo que vale su cláusula de rescisión, establecida en 15 millones de dólares.
A ellos se les suma el sondeo que hizo Newell’s por el arquero Sergio Romero, luego del conflicto con Keylor Navas que derivó en su salida de Rosario. Chiquito había recibido un llamado directo del DT Cristian Fabbiani y la posibilidad de su llegada era concreta. Sin embargo, la operación para traer al arquero de Boca dio un giro rotundo y de un momento a otro se diluyó. Si bien no trascendieron los motivos, el factor económico pesó en la decisión. Un dato más: Romero no juega un partido oficial desde el 23 de noviembre de 2024 (0 a 0 con Huracán).
En casi cinco años al frente del fútbol del club, y a lo largo de nueve mercados de pases, el ya diluido Consejo de Fútbol realizó una profunda renovación del plantel profesional. De hecho, el único “sobreviviente” de la gestión anterior es Frank Fabra, que llegó en 2016. Sin embargo, en la evaluación general la mayoría de esas incorporaciones no estuvieron a la altura, perdieron protagonismo y, salvo excepciones, siguen en el plantel.
Al respecto, Márcico aporta: “La historia de Boca muestra que hubo jugadores que vinieron con mucho renombre y sin embargo no tuvieron el rendimiento esperado y otros sin tanto cartel que sí se destacaron”.
El caso de Juan Ramírez sobresale: Riquelme lo incorporó y lo llenó de elogios. Se destacó en el primer tiempo de aquel superclásico que River le ganó a Boca 2 a 1 en 2021 con dos goles de Julián Álvarez, y de allí en adelante tuvo muchas chances, pero nunca convenció.
De hecho, formó parte de 95 encuentros, pero solo en 9 (el 10 por ciento) logró completar los 90 minutos. Su promedio de minutos (50) por partido jugado expone su discreto rendimiento. Su último encuentro con la casaca de Boca fue en julio de 2024 (ante Independiente del Valle, por el repechaje de la Copa Sudamericana), luego estuvo seis meses sin acción y en enero de este año fue cedido a préstamo a Lanús, donde tampoco es titular. Sí, en diciembre Ramírez debe regresar a Brandsen 805.
Norberto Briasco, que en su momento fue comprado en 3,5 millones de dólares por el 80% de su pase, está a préstamo en Gimnasia hasta fin de año. Más allá de formar parte de la selección de Armenia, su contrato elevado y sus pocas actuaciones en Primera (solo 4 partidos completos sobre 56 presencias en un lapso de tres años donde el equipo jugó 196 encuentros) devaluaron el costo de su ficha.
Otra estadística que sorprende es la de Diego González. El Pulpito llegó en octubre de 2020 y emigró tres años después con el pase en su poder. En ese lapso disputó apenas 44 partidos y nunca pudo completar los 90 minutos. Sin embargo, posiblemente haya sido el refuerzo que futbolísticamente más rindió y si no pudo jugar más ni afianzarse como titular fue por su mala racha de lesiones.
La lista sigue. Esteban Rolón (se desvinculó hace unos días), Nicolás Orsini (tres goles en 36 partidos, ahora a préstamo en Platense), Gary Medel (llegó con 36 años y seis meses después selló su salida, de común acuerdo, luego de discretísimos 11 partidos), Facundo Roncaglia, Lucas Janson (fue adquirido a Vélez a cambio de 4 millones de dólares y apenas fue titular una vez en los últimos 12 meses): todos futbolistas con escaso o nulo espacio para la reventa, que llegaron como apuestas o con cierta trayectoria, pero nunca lograron afianzarse. Y que representan durante meses un déficit económico.
Casi la mitad, mediocampistasEn total, Boca incorporó a 45 futbolistas en la era Riquelme (dos veces a Pol Fernández, que en ambos casos emigró con el pase en su poder). La mayoría se desempeña como mediocampista (19), seguidos por defensores (13), delanteros (9) y arqueros (4). El promedio de edad de todos los refuerzos es de casi 28 años, aunque hay diferencias según la posición: los arqueros son los más experimentados (31 años de promedio, un número que baja sensiblemente gracias a la juventud de Brey, de 21 años, ya que Marchesin tiene 37 y Romero y Javier García, 38) y los delanteros, los más jóvenes (26).
El que más partidos jugó de todos los refuerzos es el peruano Luis Advíncula, que suma 166 desde su llegada en julio de 2021. En el extremo opuesto está Leandro Paredes, con lógicos 5 encuentros porque acaba de sumarse. En el fondo de la tabla también aparece Ander Herrera, que jugó solo 9 partidos (sobre 29 posibles) y nunca pudo completar los 90 minutos.
Aunque los delanteros promedian 56 partidos cada uno, los números esconden una realidad más desigual. Benedetto y Merentiel inflan esa media: fueron titulares en 62 y 91 partidos, respectivamente. Pero de los otros 7, seis no superaron los 10 partidos como titulares. Nicolás Orsini, Norberto Briasco, Lucas Janson, Milton Giménez, Brian Aguirre y Carlos Palacios tuvieron poca continuidad real. Y solo Palacios superó los 50 minutos en promedio por partido (75), aunque en pocas semanas perdió crédito con Russo por sus indisciplinas.
El mediocampo es la zona del equipo donde más en evidencia queda que las incorporaciones no conformaron y donde menos paciencia hay para buscar alternativas. Por eso es la posición más reforzada y la que menos rindió. Los 20 jugadores incorporados en esa zona promedian apenas 56 minutos por partido.
Solo cinco volantes jugaron más de 10 partidos completos: Guillermo “Pol” Fernández (en su segundo ciclo), Óscar Romero, Kevin Zenón, Tomás Belmonte y Rodrigo Battaglia. Los otros 14 mostraron una participación más testimonial y 9 de ellos (entre ellos Diego González, Martín Payero, Ezequiel Bullaude, Agustín Martegani, Ignacio Miramón, Ander Herrera y Alan Velasco) ni siquiera llegaron a tres partidos completos.