Un decreto del Poder Ejecutivo modificó la ley sobre situación de calle y familias sin techo enfatizando que son las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires las principales responsables del abordaje de esta problemática en cada jurisdicción. El comunicado oficial planteó que hasta la modificación, la ley “prácticamente no había tenido ejecución”, salvo en algunas ocasiones y de manera discrecional, detectándose irregularidades en pagos y rendiciones. La Nación no realizaba aportes presupuestarios para estas políticas. El Ministerio de Capital Humano, a través de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, convocó a una mesa federal el 19 de junio pasado para coordinar un relevamiento diagnóstico que sirva de base para fortalecer la respuesta a la problemática y unificar herramientas operativas.
Desde la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) interpretan los cambios introducidos como un intento de eludir responsabilidades a la hora de garantizar el cumplimiento de las obligaciones estatales. Agregan también que la ley original recogía el trabajo multisectorial, mientras que las modificaciones dejan fuera a las ONGs que no fueron invitadas a participar de la mesa y cuyo aporte ha venido demostrando ser, sin duda, fundamental.
Los datos disponibles más recientes de la ciudad de Buenos Aires refieren un total de 4049 personas en situación de calle; de ellas solo 2813 en Centros de Inclusión Social (CIS), antiguamente identificados como paradores. A nivel país, el censo 2022 relevó 2962 personas en situación de calle, la mayoría en el AMBA, una cifra que obviamente lejos está de reflejar la realidad. En 2023, a partir del Renacalle, un relevamiento realizado por un grupo de ONGs, se identificaron 9440 personas en las 11 ciudades observadas. El escenario es particularmente complejo en la ciudad, con un 70% de las personas en situación de calle que llegan desde la periferia bonaerense diariamente en busca de respuestas que el gobernador lleva años de no poder brindarles. Terminan encontrándole la vuelta a la radicación en la urbe porteña para gozar de los beneficios que en su pago no encuentran. ¿Por qué deben trasladarse? ¿Por qué debe la ciudad absorber ese gasto? Al igual que con la atención sanitaria, es tiempo de revisar los procedimientos y la asignación de los recursos.
El año pasado murieron 135 personas en situación de calle de todo el país, 33 de ellas en CABA, seguida por las provincias de Salta, Buenos Aires y Santa Fe, víctimas de las duras condiciones que impone la intemperie. Asambleas de personas en situación de calle reportan más de 60 muertes en todo el país en lo que va del año según sus registros, 13 de ellas en CABA. Con CIS desbordados y muchos que, por diversas razones, se resisten a alojarse en ellos, hablamos de un tema delicado y doloroso. El especial “Las caras del frío” acerca testimonios valiosos de quienes se han visto obligados a vivir en la calle.
La ola polar se hace sentir muy especialmente entre ellas, un número creciente asociado con la crisis económica, afectados por situaciones de mala alimentación, estrés, violencias o adicciones, que agravan sus condiciones de base. El trabajo de numerosas organizaciones sociales y parroquias, muy loable y meritoria por cierto, se multiplica para ofrecer desde desayunos, almuerzos o cenas, duchas y en algunos casos, asistencia médica y psicológica. La lista es larga, pero se torna corta ante las necesidades. Por su parte, el gobierno de la ciudad instrumentó el Dispositivo de Primer Acercamiento, que brinda atención y promueve el ingreso a uno de los más de 50 CIS, cifra en permanente aumento en un afán por dar respuesta a la creciente demanda.
Atender la situación de calle es llegar tarde. Nadie quiere estar allí, y la empatía no puede faltar. Cada uno de nosotros puede llevar una bebida o comida caliente o un abrigo, frazada, guantes o medias para donar a quien duerme en una esquina, además de llamar al 108 de asistencia en la Ciudad, o al 911 en la provincia. “Ese llamado puede salvar una vida”, apunta Martín Giovio, de la Red Solidaria. El país que nos duele vuelve a convocarnos.