“El periodismo se encuentra hoy en remisión, al igual que la vigencia plena de la democracia liberal. Periodismo profesional y democracia son elementos indisociables de los que depende la vigencia de derechos humanos fundamentales”.
La frase pertenece a Claudio Jacquelin y formó parte de la exposición que el columnista de LA NACION y vicepresidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea) brindó como invitado, este martes, en la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
El periodista ofreció un cuadro general de la “crítica situación” que atraviesa el periodismo profesional, una práctica que identificó como una “institución” más dentro de la república en tanto garante del derecho a la información y contralor del poder político. “Esa institución -afirmó- está hoy en día, probablemente más que nunca, por una combinación de factores, atravesando una verdadera tormenta perfecta”.
A los desafíos y riesgos que se ciernen globalmente sobre el periodismo, como el cambio en los hábitos de consumo de la información o la crisis de sustentabilidad de los medios de comunicación, el periodista sumó, en el plano local, los permanentes embates del Gobierno. Enumeró las denuncias contra periodistas, la difusión de fake news, y las agresiones concretas que, destacó, por primera vez emanan directamente desde la primera magistratura.
“Las fronteras que corrió la administración kirchnerista están siendo recorridas y a punto de ser traspasadas por el actual gobierno nacional”, advirtió. “Es el propio presidente de la Nación quien se encuentra en la avanzada de esos ataques impulsivos, tanto por iniciativas de inventiva propia como por la reproducción de agravios lanzados por seguidores, comunicadores, influencias y militantes oficialistas y hasta por funcionarios nacionales y una especie de militancia digital que encuentra aval en la máxima autoridad”, describió el periodista.
De manera presencial, lo escuchaban con atención más de una docena de integrantes del Instituto de Filosofía Política e Historia de las ideas políticas. Se encontraban, entre otros, la jueza del Tribunal Supremo de la Ciudad de Buenos Aires, Inés Weinberg de Roca, la constitucionalista María Angélica Gelli y José Claudio Escribano, integrante del directorio de SA LA NACION.
“Ese deterioro es un hecho constatable. La crítica situación, los ataques y las amenazas que penden sobre el periodismo profesional solo se ha ido agravando con el correr de los meses”, insistió.
“La singularidad de esta nueva etapa -puntualizó- es que los ataques tienen por destinatarios principales a los periodistas en forma individual e individualizada, aunque no están exentos la descalificación y el agravio titular de medios o los propios medios de manera generalizada”.
Al respecto, destacó varias estadísticas de Fopea que reflejan el crecimiento en las agresiones contra periodistas. “El 80% de los casos provienen de violencia de origen estatal o paraestatal, lo que implica que en los que se considera una relación con 2023, cuando ese origen representaba la mitad de los casos, pero aún peor, más de la mitad de los casos registrados en 2024 tienen un autor al propio Presidente de la Nación”, afirmó.
Describió que los ataques generalizados se trenzan con otras acciones concretas que buscan entorpecer la libre divulgación de datos, como el decreto por el cual el Presidente restringió el acceso a la información pública, o las denuncias judiciales que impulsó Milei, como la que dirigió contra el periodista Carlos Pagni, desestimada por el fiscal Ramiro González.
“La gran mayoría de los agredidos son periodistas profesionales. No militantes, propagandistas o adherentes a ideas ubicadas en las antípodas de las políticas oficiales. El reconocimiento público que gozan los atacados, así como su independencia del Gobierno, es precisamente lo que se pretende acallar o deslegitimar”, precisó.
Más allá de las “muchas muestras” de periodismo de alta calidad -palmarias especialmente en los casos de corrupción que se inician con investigaciones y acaban con condenas en juicio orales- el columnista asumió con la carga de hacer lugar a la autocrítica.
“Debemos admitir que han abundado y abundan los casos de mala praxis, el desastre de los ejercicios éticos, falta de rigor profesional, hipervisibilidad o complicidad con factores de poder en busca de favores y beneficios”, dijo. Todas prácticas que sirvieron de sustento en quienes buscan atacar a los periodistas que “honran” la profesión.
Sobre el cierre, antes de dar paso a las preguntas, el periodista celebró que la preocupación por los ataques contra el periodismo sea compartida por otras organizaciones de la vida pública, como el propio Instituto, de “gran predicamento e influencia”, destacó, y concluyó: “La defensa del periodismo es demasiado importante como para dejarla solo en manos de los periodistas”.