“India será en los próximos 20 años lo que China fue en los últimos 20”. Con esa frase, Enrique Erize, presidente de la consultora Nóvitas, resumió el eje central de su exposición durante la charla “El Impacto de Asia en el Canal y el mercado de Insumos del Agro”, realizada en el Congreso de Distribuidores del Agro en el Goldencenter de la ciudad de Buenos Aires. Para el analista, el futuro del comercio global de alimentos está en Asia, pero no solo en China. “La India es el país que tenemos que mirar. Tiene el futuro en su demografía”, remarcó, al subrayar que el crecimiento sostenido de la población económicamente activa en ese país y el sudeste asiático definirá la demanda global en las próximas décadas.
Erize planteó que el eje del poder económico mundial ya se trasladó. “Hace 25 años, el principal socio del mundo era Estados Unidos; hoy es China. Eso cambia todo”, dijo. Sin embargo, la clave, a su juicio, no está en el presente chino, sino en el futuro indio: la mayor democracia del planeta y el país más poblado del mundo, aunque todavía con ingresos per cápita bajos.
“El futuro se lee en las pirámides demográficas”, explicó. Mientras China envejece rápidamente —por su histórica política de hijo único y el cambio de hábitos sociales—, India sigue creciendo en edades económicamente activas. “Esa es la gran diferencia. India tiene la juventud, la energía y el potencial de desarrollo que el mundo necesita”, sostuvo. En contraposición, repasó cómo Estados Unidos, Japón y el propio gigante asiático enfrentan un proceso de envejecimiento que reduce su capacidad de consumo y dinamismo económico.
India, en cambio, representa una gran oportunidad. No solo por su demografía, sino por su capacidad de aumentar la demanda de alimentos. Hoy importa poco —principalmente aceite de soja, donde la Argentina es líder mundial—, pero eso está cambiando. “Quieren empezar a importar trigo, maíz, proteínas. A medida que crezca el PBI per cápita, va a mejorar la dieta de los indios, y ahí habrá una gran oportunidad”, señaló. Aunque la base alimentaria siga siendo arroz y legumbres, el especialista consideró inevitable su transición hacia dietas más diversificadas.
Frente a esa demanda creciente, Erize explicó que el mapa global de la oferta está dominado por Estados Unidos en maíz, Brasil en soja y Rusia en trigo. Mientras EE.UU. alcanza rendimientos promedio de 11.500 kilos por hectárea en maíz, la Argentina sigue lejos, con 8000 kilos por hectárea. Y en soja Brasil no solo superó a la Argentina, sino que planea una expansión colosal: pasar de 169 millones de toneladas actuales a 250 millones en 25 años. “Brasil va camino a ser el granero del mundo que fuimos nosotros hace 50 o 70 años”, advirtió.
Pero en ese panorama, Erize también ve una oportunidad para la Argentina. “Con los valores actuales de los granos, todos pierden plata. Nosotros también, pero el mundo también”, advirtió. Mostró un gráfico que ilustra cómo el precio internacional de la soja, ajustado por inflación, vale hoy menos que en 1990, un nivel que hace inviable la actividad en muchos países productores.
“Con estos precios, los agricultores de Francia, Alemania, Polonia, España y la India están protestando, porque no cierran los números”, subrayó. Sin embargo, destacó que la Argentina tiene una ventaja estructural única: “Somos el único país que puede producir soja a US$300 la tonelada y aún así ganar dinero”. Y agregó: “Si la soja valiera como en Uruguay, 370 dólares en la mano, nosotros seríamos imbatibles”.
La diferencia, remarcó, está en las condiciones macroeconómicas: mientras Estados Unidos sostiene a sus productores con subsidios millonarios y Brasil devalúa su moneda para no perder competitividad, la Argentina enfrenta retenciones hoy del 26% por la reducción temporal que hizo el Gobierno y un tipo de cambio desalineado que limitan su potencial.
Erize también se refirió a la falta de una ley de semillas y el impacto del sistema de alquileres rurales. “La ley de semillas es culpa nuestra. Que no exista una ley es un disparate. Es una vergüenza y es responsabilidad de toda la cadena”, afirmó. Y sobre los arrendamientos, graficó: “El productor que hace dos años alquilaba y vivía con un buen ingreso, hoy no llega al día 15 del mes, porque los precios no cierran”.
Momento clave: números que sorprenden, un compromiso que falta
Para cerrar, instó al agro a dejar atrás viejos esquemas y mirar el nuevo escenario. “Hay que cambiar el timing comercial. No podemos seguir vendiendo como hace 30 años. Tenemos que saber qué pasa en Brasil, en China y en India.” Y dejó una última advertencia: “El tren está pasando. O nos subimos, o lo vemos pasar otra vez”.