ROSARIO.- Mario Fernández, de 42 años, era de la vieja guardia de la banda de Los Monos, de la época en que el radio de acción eran exclusivamente hace 25 años los confines suburbanos del sur de Rosario. El martes a la noche fue ejecutado por sicarios que se trasladaban en un auto, en la puerta de su casa, en el barrio Triángulo y Moderno. Su muerte convulsionó a los allegados del clan Cantero, que se movilizaron a la noche, los pocos que están en libertad, al hospital de Emergencias, donde lo habían trasladado.
El crimen de Fernández, a quien apodaban Marito Pino, preocupa al gobierno provincial, porque plantea un reacomodamiento en el negocio narco, de acuerdo a las hipótesis que se manejan, de los grupos criminales que operan en Rosario, que tiene una particularidad: las bandas históricas, como Los Monos, la que lidera Esteban Alvarado, u otros jugadores, como René Ungaro, Julio Rodríguez Granthon, los Funes, están todos presos bajo regímenes de aislamiento en penales federales, como Ezeiza, Marcos Paz y Rawson.
Los controles más severos tanto en las cárceles federales como provinciales, entre ellas las de Piñero y Coronda, interrumpió la comunicación con el exterior, tanto a través de teléfonos celulares, como de visitas. A este grupo de presos se les permite que tengan contacto solo con familiares directos y abogados defensores. Sucede algo similar con los cuadros medios en los pabellones de alto perfil de las prisiones santafesinas.
Esta estrategia contribuyó en parte a que durante 2024 los asesinatos se redujeran un 65,5 por ciento con respecto al año anterior. Provocó una contraindicación natural: territorios disponibles, que antes eran el escenario de sangrientos conflictos para tener la hegemonía de una zona para la venta de drogas. Los especialistas le llaman el efecto hidra, que en la mitología griega era un monstruo acuático con múltiples cabezas que volvían a crecer cuando se cortaban.
Comenzó a evidenciarse que nuevas generaciones de narcos, que antes tenían roles marginales en el negocio narco, empezaron a ganar terreno, como la banda de Los Menores, un grupo de jóvenes de la zona noroeste de Rosario, que tomaron notoriedad, luego de que aparecieran como sospechosos del crimen del líder de la barra de Rosario Central Andrés “Pillín” Bracamonte, a quien acribillaron con su lugarteniente Ricardo Attardo el 9 de noviembre pasado, a cuatro cuadras del estadio Gigante de Arroyito.
La justicia provincial puso la mira en Los Menores, que tienen estrechas relaciones con sectores de la policía. Eso explicaba que jóvenes que conducen esta organización estuvieran desde hace casi un año prófugos, sin que nadie los pudiera detener, como ocurrió con Lisandro Contreras, apresado el 7 de diciembre pasado Tigre cuando salió desde un country en Pilar, provincia de Buenos Aires, donde vivía desde septiembre. Matías Gazzani y otros miembros de esta organización siguen prófugos.
La fiscal Georgina Pairola es quien investiga a esta banda, y fue quien imputó a Contreras como jefe de una asociación ilícita. Este miércoles acusó a Diego Aguirre, otro integrante de Los Menores, como el presunto autor del homicidio de un joven de 20 años que fue ejecutado en su casa de José Ingenieros al 8600 en septiembre de 2023. Aguirre fue detenido el fin de semana en la puerta de un boliche de la zona norte de Rosario.
Con el trasfondo de la barra de Rosario Central de por medio, una de las hipótesis que aparece en el horizonte es un enfrentamiento de esta banda con Los Monos. El fin de semana pasado, la barra canalla oficializó una nueva conducción en una choripaneada multitudinaria, donde fue ungido Lautaro Ghiselli, alias Laucha, a quien muchos sectores de la hinchada vinculan con Los Menores. Del entorno de Contreras, quien está preso tras ser detenido en Tigre, señalaron que este sector no tenía interés en conducir el núcleo duro de la hinchada de Rosario Central. La barra de la otra parcialidad, Newell’s, está gobernada por Los Monos.
En lo que va de enero se produjeron 16 homicidios en el departamento Rosario. En el gobierno de Santa Fe advierten que no ven un recrudecimiento de la violencia que los sorprenda. “Sabíamos que iba a haber una resiliencia de estos grupos criminales en el mercado de la venta de drogas. El problema de fondo no está solucionado y vamos a convivir mucho tiempo con este problema, que tiene casi dos décadas”, señalaron altas fuentes del gobierno. En enero, además, se notó la merma en los patrullajes, tanto de las fuerzas federales como provinciales, por las licencias por vacaciones. El año pasado, el gobernador Maximiliano Pullaro anuló las vacaciones de los agentes de las fuerzas de seguridad ante la situación de emergencia. Tomar esta medida dos años seguido es imposible.
Cada crimen enciende las alertas de que la situación de violencia se agudice, aunque en el gobierno señalan que están mejor preparados, con inversiones que se hicieron a nivel provincial y nacional, después de una crítica desinversión.
“Siempre fuimos prudentes con respecto a la violencia en Rosario y la provincia de Santa Fe. Se trabajó mucho junto al gobierno nacional, la ministra Bullrich y las fuerzas de seguridad federales. Todo con un esfuerzo significativo del Servicio Penitenciario provincial, de la Policía de Santa Fe y de los fiscales. Logramos resultados importantes, pero siempre lo manifestamos con prudencia porque no es un problema que está resuelto”, aseguró Pullaro.
El asesinato de “Pino” Fernández tensa la situación, porque es un hombre considerado como un histórico de Los Monos, con parentesco con Celestina Contreras, la madre de Máximo “Guille” Cantero. Además, era sobrino de Juan Carlos Fernández, alias Mono Grande, el fundador de la banda junto con Ariel Cantero, El Viejo. Ambos iban a buscar marihuana paraguaya a Itatí, Corrientes, en un Ford Escort hace 25 años y formaron la banda narco más poderosa de Rosario, y que mayor visibilidad tiene en el país, transformándose en una marca criminal. Mono Grande desapareció en 2003, tras una incursión de pesca en el Paraná con El Viejo, actualmente preso en la cárcel de Piñero.
A Marito Pino, según reseñó el diario El Ciudadano, los viejos policías lo caracterizan como un avezado gatillero. Allá por el 2000, cuando tenía 19 años, figuró en expedientes por tres crímenes, todos en el contexto de la lucha por dominar el territorio de zona sur entre las bandas de Los Monos, los Garompa y Los Colorados, los históricos lugartenientes de la zona cuando las bandas eran marginales en el extremo sur de la ciudad. La Justicia solo lo condenó en la primavera de 2001 a 15 años por el crimen de Sergio Rivero, hermano de uno de los líderes de Los Garompa.
Lejos de las crónicas policiales, el nombre de Fernández volvió a aparecer en diciembre de 2023, cuando un grupo de jóvenes disparó contra la comisaría 19º, manejada históricamente por los Cantero. En un mensaje escrito en un cartón pasaron una advertencia a este hombre: “Mario Pino, dejá de batir la cana. Plantate, gil”. Detrás del ataque a balazos a la seccional apareció la sombra de un narco de la nueva generación, Francisco Riquelme, oriundo del noroeste rosarino que fue detenido en 2020, luego de protagonizar enfrentamientos terribles en Empalme Graneros y Ludueña con una franquicia de Los Monos. Dos meses después, la casa de Fernández, donde fue ejecutado el martes a la noche, fue blanco de otro ataque a balazos.