Francisco con la paloma, en ascenso al cielo. La imagen impacta. Y no sólo por su tamaño: un mural de 50 metros de alto por seis de ancho. También por la calidad del trabajo, que evoca la ternura del Papa argentino, sonriendo y a pura vitalidad.
Es una imagen emblemática la que proyecta el mural: un retrato tomado en 2013, en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano por Tiziana Fabi, fotoperiodista que inmortalizó al Papa argentino con un gesto espontáneo.
Pero también es un mensaje de paz justo en el centro neurálgico de la ciudad de La Plata. Es primer mural del papa argentino a inmensa escala en el país y en el mundo. Un emotivo homenaje póstumo, creado con un registro de arte popular.
Martín Ron y su equipo, conformado por Nicolás Dicianno, Mariana Parra, Nicolás Androsiuk y Gonzalo Chaves tuvieron a su cargo la obra, que estará terminada en poco más de una semana. Fue un trabajo corto, pero desafiante. Y bien merece una visita especial a esta ciudad.
La pared vertical, fina y larga, obligó a los artistas a buscar una imagen que se adaptara a ese formato. Allí apareció Francisco con la mano al cielo y la paloma posada, toda una figura ícono del símbolo de la paz.
El muralista, que ya tiene extensa trayectoria en pintar ídolos populares, no lo dudó; y la foto resultó apta para inspirar el mural situado en 54 esquina 14, a una cuadra de la Catedral de la Inmaculada Concepción, el monumento neogótico que atrae a miles de turistas, en especial en las vacaciones de invierno.
El retrato de Francisco, a una cuadra de allí, contrasta: es arte joven, despojado de ornamentos, tal como le gustaba a el Papa argentino.
“Creo que es el mural más grande del Papa que tenemos- sostiene Martín en un alto en el trabajo- en Argentina. Y en el mundo también: estoy seguro”, afirma el artista. Para pintar el mural, su equipo tardó unos veinte días y aún trabajará una semana más antes de la inauguración, el 26 de julio.
La técnica es hiperrealismo o fotorrealismo. “Si bien digitalmente altero las composiciones, me baso siempre en la fotografía por el impacto visual que genera. Sobre todo porque conecta muy bien con lo popular. Es una manera también de llegar más fuerte a la gente y abrazar a todo el mundo, es fácil de entender”, expresa el muralista.
“Utilizo mucho pincel- old school- o sea la técnica es una pintura al óleo en gran escala, porque se hace de la misma manera: se esboza los dibujos apoyados de técnicas como la cuadrícula o el garabateo que reemplaza la cuadrícula, se dibuja y se empieza a manchar, son manchas y manchas de color, al principio rústicas capas sobre capas, veladuras. Lo que se va haciendo se va modelando y se va aproximando a los rasgos específicos que en base a la referencia en base a la referencia fotografía y se va trabajando modelando y hasta que llega un punto que ya se empieza a aparecer …”, se entusiasma el pintor.
“Uno, al ver, decide cuando la obra está terminada, cuando ya tiene ese aura que automáticamente no hay desperfectos... es el papa, gigante, y cuando la gente te empieza a decir ´¿cómo lo hicieron? parece un ploteo en gigantografía´, ahí es cuando la obra está justo”, explica sobre el proceso.
Martín trabaja hace 25 años en estos murales. Junto a su equipo Al Escobarón ya pintó murales de figuras icónicas como Diego Maradona y Lionel Messi, en Buenos Aires. Pintó otras imágenes en los silos de Rosario y en las calles de San Nicolás, en el interior de las provincias de Santa Fe y de Buenos Aires. Y en las playas de Miramar.
Pero también pintó por el mundo: sus obras se reconocen en las calles de Manhattan, en las ciudades de Aarhus y Aalborg, en Dinamarca; y llegó hasta Riyadh, en Arabia Saudita.
“Hicimos obras más grandes de tamaño que este mural: por caso el de Maradona es de 50 por 50”, afirma cuando se le pregunta si temió por las alturas a donde le exigió subir la figura de Francisco.
“Acá, en La Plata, se complicó el hecho que sea tan angosto. Y sí, fue todo un desafío”, sostiene cuando baja del andamio que lo cuelga en el aire, para almorzar.
“Cada mural es único y repetible y hay que ajustar el diseño. Cuando uno piensa en una propuesta, tiene que pensar también en un contexto, dónde está emplazado, más allá de la composición y la lectura de qué se va a ver, es qué historia queremos contar. En este caso la consigna era el Papa, yo tenía muchas ganas de representar a Francisco”, sostiene con una enorme sonrisa y las manos manchadas de pintura.
“El desafío acá fue que la pared es un formato bastante inusual, bastante alargado, complicado a la hora de pintar retratos. Entonces, de alguna manera tenían que solucionar la verticalidad. Dimos con una foto que sí tenía esas características y a la vez era la más emblemática. Yo creo que es una de las más lindas que tenemos, que recorrió mucho el mundo, que fue una de las primeras del Papa Francisco cuando asume como Papa, que se le está posando una paloma. Entonces la parte técnica sí resuelve la verticalidad porque tenemos la sotana, la cruz, empieza a ascender, aparece el retrato que relativamente es chico en base al cuadrado, pero con el brazo estirado y la paloma vamos logrando la altura sin romper la composición linda de una foto”, expresa el artista.
“Ahora ya lo vemos como terminado. Aún faltan detalles muy puntuales que no hacen mucho la diferencia. Después viene la parte del laqueado que lo vamos a estar haciendo entre esta semana y la siguiente”, afirma el artista que trabaja personalmente en cada detalle.
El resultado fascina a los habitantes de la ciudad, situada a 60 kilómetros de CABA, que se detienen a sacar fotos desde la Plaza Moreno.
“A mí me encanta, me encanta, sí”, afirma Ron. “Es como componer una canción que trasciende el tiempo porque el mural no solamente dura 10, 20 años, sino que empieza a formar parte del paisaje de la ciudad, empieza a convivir. Es un atractivo más que tiene la ciudad. Forma parte del patrimonio y también de la rutina de los vecinos”, expresa Ron.
Los vecinos de la ciudad de las diagonales, que tiene más de 500.000 habitantes, están maravillados. Se detienen a observar, a sacar fotos, a rezar. Le expresan su apoyo al artista. Le piden autógrafos. No quieren que se vaya el equipo que llegó para recrear con frescura y naturalidad el espíritu del Papa. La imagen atrae a creyentes y agnósticos. Suscita diversas reacciones, todas propias de un símbolo que trasciende la fe cristiana.
“A todos les fascina el resultado. Esto tiene muchos años de desarrollo. Yo hace 25 años que me dedico a esto. Y aún me conmueve lo que generan los ídolos populares, la gran conexión que hay con su pueblo. Todo lo que implica en el bagaje cultural de la ciudad. Contribuye a la memoria de ciertos personajes y construyen historia y memoria …después, con el correr del tiempo estas obras se hacen parte de la ciudad. ´Yo vivo cerca del mural de Francisco´ es un motivo más para hacer algún circuito a pie o para venir a conocer la capital de la provincia. Entonces llegará a formar parte del orgullo de la ciudad”, se entusiasma el equipo de muralistas.
Hasta ahora, la Plaza Moreno atrajo miles de turistas afanados por conocer el mayor templo neogótico de América Latina. A una cuadra de allí, el homenaje callejero a Francisco es una nueva razón para visitarla.