Boca, descontrolado, suma escenas increíbles y llegó a la peor racha sin ganar

La peor racha de la historia ya no es una amenaza: es un hecho, y también una pintura fiel de lo que el equipo muestra en la cancha. Boca perdió 1 a 0 con Huracán en Parque Patricios y llegó a los 11 partidos consecutivos sin ganar. Nunca antes el club había atravesado una sequía tan larga. El dato impacta, pero lo más preocupante es que no se trata solo de una crisis de resultados: es también, y sobre todo, una muestra del pobre presente futbolístico. Porque el equipo no solo no gana: tampoco juega, no genera peligro ni transmite nada. Un derrumbe sostenido que, por ahora, no encuentra piso.

En medio de ese hundimiento, el equipo volvió a ofrecer una imagen pálida. Más todavía que la del miércoles, cuando quedó eliminado en 16avos de la Copa Argentina frente a Atlético Tucumán. Y mucho más lejos de aquel debut en el Mundial de Clubes que, hace poco más de 45 días, había despertado cierta ilusión.

La explicación de Russo sobre el cambio de Merentiel

El primer tiempo fue un nuevo capítulo del descalabro que atraviesa Boca desde hace tiempo. Un manojo de nombres sueltos, arrojados a la cancha sin lógica ni funcionamiento. Un equipo amorfo, sin identidad ni alma, librado al azar. Difícil incluso descifrar su parado táctico. Miguel Merentiel, el mejor de Boca en la travesía por Estados Unidos, no fue enganche, ni extremo, ni 9 ni doble 9. Estuvo completamente desaprovechado, sacrificado para hacerle lugar a un Edinson Cavani que transita su peor momento. Su salida en el entretiempo también llamó la atención por las formas: Merentiel fue el último en volver al campo, se paró como si fuera a continuar, pero en ese instante el cuarto árbitro levantó el cartel anunciando el ingreso de Milton Giménez por él. Merentiel se dio media vuelta y regresó corriendo al vestuario. Una escena insólita, que reflejó a la perfección el nivel de desorientación del equipo.

Russo apostó a un medio campo con triple cinco, pero la estructura nunca le permitió al equipo hacerse cargo del partido. Leandro Paredes, el de mejor pie, fue el más retrasado de los tres. Jugó prolijo, como casi siempre, pero fue intrascendente. Quedó aislado en un contexto que no lo favorece, y volvió a evidenciar que su jerarquía queda desperdiciada en un equipo sin juego y sin dinámica. Boca lo buscó como salida clara, pero cuando recibía la pelota no tenía con quién combinar. Entonces se repetía en pelotazos cruzados previsibles, que daban tiempo suficiente a los defensores de Huracán para interceptarlos.

Velasco, fijo sobre la izquierda, quedó lejos de la zona de influencia y fue más un estorbo para las trepadas de Blanco que una pieza asociativa. Cavani, cada vez más desconectado, volvió a ser un síntoma del momento: luchador, ansioso, incómodo, habló más con el árbitro que con sus compañeros. Discutió cada jugada, pidió infracciones donde no las había, y siguió mostrando una versión apagada, a contramano del juego.

Huracán, sin brillar, entendió mejor el partido. Asumió el protagonismo con decisión, pese a contar con menos nombres. Jugó con determinación, con orden y con más ganas de ganar. Tuvo al menos tres situaciones claras. Un derechazo de Cabral que pegó en el travesaño, una buena tapada de Marchesin con los pies tras un remate desviado en Advíncula y un mano a mano de Tissera que resolvió el arquero. El local explotó mejor los costados, mostró cosas interesantes con Miljevic y Cabral, y solo le faltó un delantero que terminara las jugadas.

En Boca, en cambio, reinó el desconcierto. Russo cambió nombres respecto al equipo que venía de perder en Santiago del Estero: entraron Advíncula, Blanco, Delgado y Belmonte. Pero el funcionamiento no mejoró. Todo lo contrario. Al equipo le sobró un mediocampista central, un 9, y le faltó un conductor. Ni siquiera hubo una intención de ocupar esos espacios. Nadie tomó la responsabilidad de generar juego. Y esa falta de respuestas es una responsabilidad compartida: del técnico, que no encuentra el rumbo; de los jugadores, que no reaccionan; y también de Riquelme, que armó un plantel sin variantes ni soluciones reales desde el banco.

Lo mejor del partido

En el entretiempo, Russo apostó definitivamente al doble nueve, como en varios tramos de la era Gago. Pero Boca mantuvo a Velasco por izquierda, no tuvo quién asistiera por el centro, y sus laterales –Advíncula y Blanco– jamás se acoplaron al ataque. Los volantes no pisaron el área. El equipo quedó dividido, desconectado entre sus líneas, sin juego interior ni desequilibrio por las bandas.

La imagen fue, otra vez, desoladora. Boca no jugó como un equipo desesperado por cortar una racha negativa. Jugó como uno acostumbrado a no ganar. La estadística ya marca un récord, pero lo más preocupante es que no parece una casualidad. Da la impresión de que no hay un rumbo claro, ni una idea, ni un plan para salir del pozo. Y eso es lo más grave: Boca no solo sufre por los resultados, su verdadero problema es que ya ni siquiera parece preparado para competir.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/boca-descontrolado-suma-escenas-increibles-y-llego-a-la-peor-racha-sin-ganar-nid27072025/

Comentarios

Comentar artículo