Independiente visita a Universidad de Chile en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana

El Rey de Copas retoma la aventura que históricamente más lo tienta: las copas internacionales. Máximo ganador de la Copa Libertadores, con siete trofeos exhibidos en las vitrinas de Avellaneda, ahora la Copa Sudamericana es el torneo que ilusiona. Independiente visita a Universidad de Chile, desde las 21.30, en el estadio Nacional, de Santiago, en el partido de ida de los octavos de final. La llave se definirá el miércoles próximo, en el estadio Libertadores de América, donde el equipo que dirige Julio Vaccari levantó una fortaleza y ganó los tres juegos de la etapa de grupos.

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Ante dos rivales chilenos, Colo Colo y Unión Española, Independiente definió las coronas de la Libertadores en 1973 y 1975; con la U se midió en la etapa de grupos de la Copa Mercosur de 1998: cayó 3-0 como visitante y goleó 6 a 2 en Avellaneda. Otros tiempos, porque ahora el Rojo desanda una etapa de recomposición: en el torneo Clausura no logró revalidar el juego que enseñó en el semestre pasado.

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Las incorporaciones de Walter Mazzanti, Leonardo Godoy, Ignacio Pussetto, Facundo Zabala y Matías Abaldo –los cinco que fueron anotados en la lista de buena fe- no enseñaron el potencial por el que Vaccari aceptó sumarlos a un plantel que tenía como puntales al arquero Rodrigo Rey, que utilizará un protector en su cabeza, después del traumatismo que sufrió en el arco superciliar izquierdo, tras chocar con su compañero Nicolás Freire en el clásico de River; Kevin Lomónaco y Felipe Loyola, dos líderes de campo de los que Independiente necesita su mejor versión.

Universidad de Chile llega a la cita con el espíritu elevado, después de golear 4 a 1 a Unión Española por el torneo chileno. La U marcha como escolta del puntero Coquimbo Unido y cayó a la Sudamericana tras terminar en el tercer puesto en el Grupo A de la Copa Libertadores, por detrás de Estudiantes y el campeón defensor Botafogo. En el Repechaje, los azules jugaron con Guaraní (Paraguay), y la serie prácticamente quedó sentenciada en el partido de ida, con la goleada 5-0; en el desquite, en Asunción, Universidad de Chile comenzó ganando, aunque perdió 2-1 con dos goles en los últimos cinco minutos.

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Guaraní fue uno de los rivales de Independiente en el Grupo A, y los Rojos cayeron 2-1 en calidad de visitante y se impusieron 1-0 en Avellaneda; Nacional Potosí (Bolivia) y Boston River (Uruguay), los dos restantes clubes que completaron la zona.

Con actitud, posicionado en el campo rival, Independiente enseñó gestos para marcar el pulso del partido. Con Luciano Cabral como eje del juego, conductor talentoso que el Rojo necesita en su mejor versión, la velocidad de Santiago Montiel –antes del cuarto de hora el árbitro brasilero Anderson Daronco lo amonestó por entender que tiró la pelota lejos, tras revertir un fallo- y un incansable Abaldo, el uruguayo que se prácticamente sin presentación logró la titularidad y relegó al banco de los suplentes a Gabriel Ávalos, impuso condiciones la estructura que ideó Vaccari. Faltaba conectarse Mazzanti al circuito futbolístico para que la planificación se complementara con situaciones riesgo sobre el arco que defiende Gabriel Castellón.

Demoró Universidad de Chile, dirigido por el argentino Gustavo Álvarez, en hacer pie en el estadio Nacional. Charles Aranguiz es quien ordena y señala cuando el equipo presiona y se repliega, aunque recién cuando los azules entendieron el modo de romper la presión alta que propuso Independiente ofreció un par de acciones que levantó a los hinchas: dos córners, lanzados al primer poste, se insinuaron como las advertencias que debía atender el Rojo, que necesitó de la intervención de Rey ante un remate de cabeza de Fabián Hormazábal. Un par de salidas en falso desde el fondo y otras desatenciones -el pisotón de Fernández Cedres sobre Javier Altamirano o la infracción de Federico Vera a Felipe Salomoni- generaron zozobra y Vaccari alentó a recuperar el orden en una cancha que era una caldera, con 48 mil espectadores.

El doble cinco que conforman Loyola y Fernández Cedres cedió el control ante la superioridad en la zona de los volantes de la U de Chile, que con Hormazábal, Israel Poblete, Aranguiz y Altamirano, manejó la pelota y de a poco inclinó el juego sobre el área de Independiente. Aquel inicio de serenidad mutó a nerviosismo e intranquilidad: Lucas Assadi tomó una pelota que venía enredada y, desde fuera del área, con un remate colocado junto al poste derecho, abrió el marcador. Una de las figuras del presente de los azules, la llave para destrabar el resultado.

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Perdió el dominio el Rojo y de hacer correr al rival pasó a correr la pelota, a padecer las trepadas de los laterales chilenos. El gol fue un reflejo de la cesión del protagonismo, tanto como las indicaciones de Vaccari para recomponer el orden. Cabral se apagó, Mazzanti y Montiel se preocupaban por tapar a los rivales más que de mirar el arco rival y Abaldo a esa altura era una figurita decorativa de la ofensiva. El pitazo de Daronco apenas descubrió un remate de Zabala, que sin compañeros para jugar optó por probar suerte, aunque Castellón en dos tiempos atrapó la pelota.

Sin juego, el ingreso de Ávalos no modificó el dibujo táctico de Independiente: Vaccari sostuvo el 4-3-3, pero Abaldo dejó el centro del ataque para volcarse a una banda, porque Mazzanti abandonó la cancha. La U también movió piezas: la única tocada con tarjeta amarilla, Salomoni, le dejó el puesto a Antonio Díaz. Mantuvo la postura el conjunto chileno, sofocando la salida del Rojo y ensuciándole el manejo de la pelota. Montiel habilitó a Cabral –Ávalos estaba en posición adelantada-, pero el volante definió exigido, sin puntería. El empuje, la vergüenza deportiva, generó la reacción anímica, pero las ideas escasearon y el apuro por resolver nublaban la ofensiva.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/universidad-de-chile-independiente-por-la-copa-sudamericana-nid13082025/

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