Joyitas literarias escritas “entre dos sillas”

NUEVA YORK.— Una de las cosas más maravillosas de ser invitado a un festival literario en otro país ocurre, paradójicamente, al volver a casa. Esta el reencuentro con la familia que por supuesto es tan lindo, sobre todo si uno estaba en Canadá y vuelve cargado de maple syrup-“oro líquido”, como lo llaman aquí, debido a su precio luego de la guerra de tarifas en el Norte del continente-.

El haber estado en un encuentro en Montreal como Blue Met es la posibilidad de abrirse a otros mundos, que a veces resultan sorprendentemente cercanos

Pero, sobre todo, la vuelta a casa es el momento de finalmente poder sumergirse en los libros de los autores locales que participaron del festival. Una argentina, aun viviendo en la ultra cosmopolita Gran Manzana, no tiene típicamente una exposición frecuente a la literatura que sale de Quebec. El haber estado en un encuentro en Montreal como Blue Met es la posibilidad de abrirse a otros mundos, que a veces resultan sorprendentemente cercanos. Esto es en parte porque Montreal en sí tiene una tradición literaria muy rica y única dentro del panorama canadiense, y varios de sus autores —en francés tanto como en inglés— exploran la inmigración, el desarraigo, y la identidad híbrida. Un descubrimiento al respecto fue La Bigame (la bígama), de Felicia Mihali, traducida al inglés por la histórica directora del festival, Linda Leith. Mihali es una escritora rumana emigrada a Montreal. Su protagonista también lo es. Y lo que cuenta, en apariencia, es un triángulo amoroso clásico: el marido fiel y el amante que la hace sentir viva otra vez. Pero lo que despliega, en realidad, es un triángulo más complejo de pertenencias. A un país, a una lengua, a una identidad, y al presente tanto como al pasado.

“En su cuento ”A New Year’s Day", Edith Wharton escribe sobre una mujer que engaña a su marido enfermo para poder mantenerlo en sus últimos días—cuenta Mihali apenas comienza el primer capítulo—. Acostarse con otro hombre le da el ingreso que necesita para comprarle medicinas y vestirse de forma tal que nadie sospeche cuán pobres son”.Por supuesto que cualquier novela que arranque con una referencia a Wharton tiene asegurada la atención de esta cronista. Pero el deleite está en las reflexiones de Mihali que siguen, respecto a cómo “la literatura tiene esa capacidad: mostrarnos qué camino tomar. O justificar nuestras duplicidades”.

Porque a menudo lo que se siente es que estar entre el país de origen y el país de acogida es como estar con varias relaciones amorosas con conflicto de lealtades, y que la elección no es sólo sentimental o pragmática, sino existencial. La metáfora que desarrolla Mihali ilumina también cómo uno se engaña a sí mismo en esa búsqueda de un sentido de pertenencia.

Fear the Mirror, de Cora Siré, también dialoga con un espejo roto de identidades múltiples. Pero Siré —o “Corita”, como la llama su familia política en Salta— carga con otras fracturas. Su familia era originaria de distintos puntos de Europa del Este, y terminó entre Brasil y el Río de la Plata. Hay una tía en Canadá que habla sin ese acento que mezcla tanto pasado, pero es la única.

Porque a menudo lo que se siente es que estar entre el país de origen y el país de acogida es como estar con varias relaciones amorosas con conflicto de lealtades, y que la elección no es sólo sentimental o pragmática,  sino existencial

El libro arranca con la conmovedora historia de su abuela estona, asesinada en Montevideo en un crimen famoso, que pudo haber sido pasional y también familiar. Ahora, sin embargo, la extranjera peligrosa es ella. Cuando visita la Argentina encuentra a los locales extraordinariamente cálidos, pero se da cuenta de que la ven como la que viene a llevarse para siempre al salteño que conoció en Montreal.

Él, por su parte, está entre deux chaises, expresión que describe a quien está sentado entre dos sillas. O como explica Siré para este caso, “ni completamente unido” al país al que emigró, “ni listo a volver a un país tambaleándose de una crisis económica a la siguiente”. Situación que, se sospecha, puede resonar en más de uno. Ambos libros son joyitas de editoriales independientes, y es inevitable la sensación de que el “oro” con el que esta cronista volvió a casa no era solo ese jarabe espeso para las tostadas o los waffles.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/joyitas-literarias-escritas-entre-dos-sillas-nid18052025/

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