Inés Estévez, íntima: el teatro como cable a tierra, la lucha por sus hijas y su miedo luego de sufrir mala praxis

Elegantísima. No es una banalidad referir al vestuario estudiado que luce Inés Estévez al momento de encontrarse con LA NACION. Forma y fondo. Acaso sea, de algún modo, una forma de reverenciar el precioso entorno de la histórica sala o, seguramente, un modo de no distanciarse del personaje de la obra El hombre inesperado, de Yasmina Reza, que protagoniza y dirige, junto con Germán Palacios, en el Teatro Maipo, bajo la producción de Nachi Bredeston y Juan Manuel Caballé.

“Estar en este lugar es llegar a la Meca; nunca trabajé en el Maipo. Y, más allá del mito hermoso de Lino Patalano, también pienso en esta recuperación a través de la actual gestión, en la puesta en valor de este emblema. Para mí es tocar el cielo con las manos, entrar en este teatro es una experiencia en sí misma”, argumenta la actriz, haciendo hincapié en las escaleras de mármol, las molduras y los detalles que hacen al valor patrimonial y cultural del edificio hoy regenteado por la directora Carla Calabrese.

Estévez es de las intérpretes que mantienen una continuidad laboral firme, constante; convocada y también autogestiva. Su último trabajo, la comedia Matar a mamá, escrita por Laura Oliva, le permitió sobresalir en el género de la comedia con un trabajo sumamente acertado. Un registro algo inusual en ella, que le sentó muy bien.

Antes había ofrendado su oficio en Bosque adentro, rubricada por Carla Moure, donde componía a una madre sobrepasada por el vínculo con su hija adolescente. Como en El hombre inesperado, también un viaje vinculaba a los personajes. Entonces, en simultáneo, también protagonizaba Plagio, de Mariela Asensio y José María Muscari.

“Antes no hacía tanto teatro, me parecía que tenía que ser un texto que me subyugara mucho. Por otra parte, cambiaron los tiempos y ya casi no hay temporadas con funciones de martes a domingo, como cuando empecé; se ha flexibilizado y me resulta más grato, atractivo y fácil”, cuenta.

Su elección no tiene que ver con maternar a Cielo y Vida Vena, sus dos hijas, fruto de su relación con el actor Fabián Vena, de quien se encuentra distanciada desde hace años. “Trabajar es mi gran escape y hacer teatro no es un problema, aún cuando sea con la regularidad de varios días por semana, ya que me ocupa solo las noches; en cambio, si acepto hacer una película, sé que la carga horaria puede ser mucho más pesada”, agrega.

Con todo, Estévez también es una exquisita actriz de cine con la profundidad interpretativa y una “máscara” que se lleva muy bien con el lente, tal como lo demostró en Miranda, de lunes a viernes, el último film de la realizadora María Victoria Menis, donde recuperaba el tema de la maternidad y el sesgo de la docencia. Intereses sobre los que se planta para pensar en voz alta temáticas esenciales y que, de una u otra forma, también la ocupan como mujer.

Su nueva criatura de ficción la sumerge en el universo de dos soledades acompasadas por el traqueteo de un tren que va de París a Frankfurt. Un viaje. El azar o el destino unen a un escritor y una lectora. Eso y más es lo que plantea la narrativa de El hombre inesperado, con la pluma de la misma autora de ART y James Brown usaba ruleros -ambos materiales hasta no hace mucho formando parte de la cartelera porteña-.

Inés Estévez se recupera de una gripe. Carraspea. Aunque eso no impide su deseo de navegar intelectualmente las aguas que surca su personaje: “Lo más curioso que tiene la obra es desnudar los mundos más internos, los pensamientos. Cuando uno piensa o se piensa, a veces dice cosas que no repetiría en voz alta. Eso impone algo muy descarnado y mucho humor”.

-Elegís muy bien tus trabajos. Se entiende que eso no ha sido fácil y ha tenido un costo que no fue solo económico.

-No ha sido y no es fácil, tengo que mantener el hogar y a mis hijas y eso, a veces, no me deja elegir tanto como quisiera. Eso sucedió desde muy temprano.

-Más allá de esa coyuntura y el hecho de la crianza de Cielo y Vida, también apareció el deseo de una búsqueda artística.

-Al principio hubo algo no pensado, no intelectualizado, sino muy natural, en torno a qué era compatible con mi ser, con mi búsqueda, qué me hacía feliz y con qué resonaba y conmovía. Después empecé a ver y entender el medio y a darme cuenta que había una estrategia. Paradójicamente, debo decir que nunca lo hice por estrategia, sino por la búsqueda de mi felicidad. He renunciado a trabajos que me hubieran salvado la vida económicamente, pero, en otro sentido, me la hubieran arruinado.

-También en la masividad de la televisión tus trabajos escogidos han sido, en general, muy interesantes.

-Tuve mucha suerte porque, durante años, la televisión me rechazó.

-¿Cómo es eso?

-Conseguía trabajo en cine, pero no en televisión. No les gustaba. Cuando la pegué en televisión fue con Zona de riesgo y de ahí salté a Vulnerables.

-El trío de personajes que componían en esa ficción Leonor Manso, Carlos Portaluppi y vos aún es recordado.

-Una cosa de locos.

En la historia -producida por Polka- Manso y Estévez interpretaban a una madre y a su hija con vínculo patológico. En el medio, un farmacéutico, el famoso Dominici, que ofrecía medicamentos a cambio de favores sexuales.

-El gremio de los actores siempre se ha caracterizado por su alto nivel de desocupación. Algo que hoy se profundiza ante la ausencia de la producción de ficción en televisión abierta.

-Me apena mucho, las series no reemplazan a ese mundo que, gratuitamente, entraba a las casas de la gente. Se provocaba una comunión con los televidentes.

-Una fidelización.

-Y, más allá que la gente elegía, es cierto que se podía meter en los hogares productos de baja calidad, pero también se ofrecían programas como Nosotros y los miedos, Compromiso y tantos otros. Ahora, lo que se ve en las plataformas es comercio y aquellos programas, en cambio, eran arte.

-Por otra parte, no todo el mundo puede abonar la suscripción a una plataforma o, en la mayoría de los casos, se adhiere a una sola propuesta paga, dejando de lado muchas otras.

-Desde ya que no. Es un cambio del sistema. Algo similar sucede con la música, antes te cargabas el CD, ahora una sinfonía se pierde en una nebulosa. Y con respecto al cine, ¿dónde encuentro toda la filmografía de Alfred Hitchcock? Eso no está en las plataformas.

Lucha

Desde hace tiempo, la actriz viene trabajando en la posibilidad de una legislación que contemple la implementación de hogares para personas con determinadas capacidades diversas y que puedan ser cobijadas en caso de la ausencia de esos padres o tutores.

No hace mucho, Estévez también confesó públicamente que ha padecido alguna dolencia física que reforzó esta idea de la finitud y la incógnita en torno al futuro de sus hijas, Vida y Cielo, cuya condición es la neurodiversidad. “Hace unas semanas nos encontramos unas veinticinco familias, en su mayoría madres, con las mismas inquietudes. Estamos viendo cómo reunirnos por zonas o en comisiones. Hay abogadas, terapeutas, arquitectas, cada una aporta lo suyo; sobre todo, somos madres a quienes nos urge poder concretar esto”.

La actriz no solo piensa en el emprendimiento como un recurso ante la muerte de los padres a cargo de niños con diversas condiciones, desde discapacidades físicas hasta patologías emocionales, sino también como una posibilidad que permita una libertad laboral mayor: “Sería una puerta que nos facilitaría poder salir a trabajar más cómodamente. Si nos falló la persona que nos ayuda y no hay familia detrás, como es mi caso, se trata de poder tener un lugar donde dejar a nuestros hijos bien cuidados. No es fácil, pero no imposible”. La actriz reconoce que algún modelo ya funciona en el país.

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-Sos una madre que cumplió sobradamente con su rol, incluso ocupando múltiples espacios en torno a la crianza de tus hijas. Sin embargo, no has frenado jamás tu carrera.

-No puedo frenar mi carrera porque tengo que mantener esa estructura. Al contrario, tengo que incrementar mi trabajo y tener un equipo de cuidado que yo pueda solventar. Por otra parte, necesito, como ser humano, irme a trabajar. Es una descarga. Así como la gente se va de vacaciones, yo me voy a trabajar, es una fiesta.

-Una labor que implica cierta catarsis.

-En realidad, más que catarsis, implica abstraerme de la realidad. Tiene mucho de meditativo, de lo que busca un meditador. O con un dominio de una realidad paralela, pero viviendo en el momento presente. Ese momento es sublime, lúdico, aunque, cuando se baja el telón y salís a la calle, los problemas vuelven. Es como cuando jugábamos de chicos.

-Hay que estar en eje para entrar y salir de esas zonas.

-Una sabe que es un trabajo, no sé si hay que estar muy en eje. Se puede jugar con permiso y sabiendo que te pagan para eso.

-Se te respeta mucho como actriz y, además, como mujer y madre. ¿Percibís eso?

-Últimamente estoy recibiendo mucho reconocimiento de la gente por el tema de la militancia de la adopción y la discapacidad. Lo que quiero es que el mundo naturalice más las diferencias. Que no me admiren ni me aplaudan, pero que incorporen la convivencia con las diversidades de cualquier tipo, como algo diario y necesario.

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-Es importante que personas públicas elaboren y propaguen ese discurso.

-De lo contrario, sería desperdiciar una gran oportunidad. Si tengo alcance público, es una responsabilidad, no solo por mí sino por quienes atraviesan la misma situación.

-Comentaste que, en 2020, sufriste mala praxis en torno a una operación devenida de una patología severa. ¿Tuviste miedo?

-No por mí, sino por mis hijas. Fue una situación muy desagradable, horrible. Pero, no era mi realidad, sino ver afectada la realidad de ellas. Hubiera sido gravísimo no poder estar o no poder estar en condiciones. Por eso, con los proyectos, no hay que perder mucho tiempo.

Su viaje de hoy

-Está claro que el texto de El hombre inesperado va más allá que el encuentro de dos seres en un vagón de tren.

-Es mucho más profunda que eso y tiene muy fácil identificación.

-La cuestión del destino o el azar nos atraviesa a todos.

-Además, el hecho de que el público viaje con los personajes y que eso implique no solo un trayecto en tren sino la posibilidad de hacer un viaje interno, como les sucede a esta mujer y a este hombre que se cruzan. Es un vínculo con ellos mismos; les sucede algo que les cambia la perspectiva. Son dos personajes que están muy vivos, por eso les pasa lo que les pasa internamente y terminan abriéndose.

Antes de esta puesta, El hombre inesperado se vio en Buenos Aires con el protagónico de Luis Brandoni y Betiana Blum, durante la temporada 2008 del Multiteatro.

El personaje interpretado por Inés Estévez es una lectura de ese escritor interpretado por Germán Palacios, pero esa virtud excede algunos parámetros específicos: “Tiene un conocimiento muy profundo de ese escritor, que va más allá de su admiración y que se adentra en aspectos psicológicos de él. Ella lo logra porque tiene una estatura intelectual similar a la de su admirado”.

Estévez entiende que no solo se da en zonas humanizadas de profunda admiración, sino que todo lector puede acceder, a través de la obra, a buena parte de la idiosincrasia de un autor: “Pensemos en los ‘escritores malditos’ o en los románticos; al leerlos se deja entrever quiénes son”.

-Con el actor no sucede lo mismo.

-Porque representa algo que no escribió.

-Y que no necesariamente lo identifica, si no, nadie interpretaría a Adolf Hitler.

-O a un asesino serial.

Para agendar

El hombre inesperado, de Yasmina Reza, con Inés Estévez y Germán Palacios. Sala: Maipo, Esmeralda 443. Funciones: viernes a las 20.30 y sábados a las 21.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/ines-estevez-intima-el-teatro-como-cable-a-tierra-la-lucha-por-sus-hijas-y-su-miedo-luego-de-sufrir-nid23042025/

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