Cuando compraron este departamento, todavía eran dos. Médicos, con agendas exigentes y una vida organizada en torno al trabajo, lo eligieron por su ubicación estratégica. Pero con la llegada de Anita, su primera hija, el escritorio se transformó en su cuarto y lo que hasta entonces funcionaba bien, empezó a pedir una revisión profunda. Ahí entraron en escena las diseñadoras Maru Bardó e Inés Coviello, socias en el estudio Cántaro-Bardó.
“La beba tenía un año y estaba empezando a desplazarse: necesitaba más espacio para moverse, para jugar, para descubrir”, recuerda Inés. Entonces, el foco fue crear un entorno que acompañara esa nueva etapa, pero sin resignar orden. Con solo 50 metros cuadrados, el desafío fue liberar, optimizar y ganar aire. Y en muchos casos, también altura. “Levantamos los techos suspendidos hasta llegar a la losa, lo que nos permitió sumar centímetros clave en varios sectores”.
“Este departamento es pura ergonomía: está pensado desde el cuerpo y para el cuerpo. Trabajamos su distribución, sus espacios de descanso, de paso y de actividad”.
“Con una base cálida, sumamos puntos de color que reflejan la frescura de sus dueños, pero sin recargar. En pocos metros, todo cuenta: fue un tetris que nos divirtió mucho resolver”, comentan Coviello y Bardó.
El piso original, en buen estado, se conservó. Y el único mueble que quedó fue el sillón, que renovaron con una funda a medida.
“Todo fue pensado para que Anita pudiera estar jugando en el mismo espacio que sus padres. Un módulo se abre y se convierte en un mini-taller; otro guarda una cocinita. Y en un instante, vuelve a ser un espacio de adultos”.
Los dormitorios“Para aprovechar mejor el espacio y la altura, en el dormitorio principal reubicamos el placard y diseñamos un escritorio que no fuera solo de trabajo, sino que también funcionara como tocador. Pensamos todo el mobiliario a medida y lo mandamos a hacer. Cada decisión fue milimétrica, y el espacio se despmedida y lo mandamos a hacer. Cada decisión fue milimétrica, y el espacio se desplegó con más generosidad de la que imaginábamos: quedó cómodo, fluido, habitable", dicen las diseñadoras.
‘‘El gran protagonista de la reforma es el cuarto de Anita. Pusimos la cama en la parte superior y, debajo, armamos una zona blanda con una colchoneta para que pueda tirarse, leer o jugar’’.
“Con apenas 6m², la única ventaja de este cuarto era su altura. Nos valimos de los metros cúbicos”.