Narcos y fútbol. Detuvieron al nuevo jefe de la barra de Rosario Central por la ley antimafia

ROSARIO.-Lautaro Ghiselli, actual jefe de la barrabrava de Rosario Central, fue detenido por efectivos de la Policía Federal Argentina anoche, en una residencia en el centro de Rosario. Laucha, como apodan a este barra en la hinchada canalla, fue aprehendido en el marco de la ley antimafia, según confirmaron a LA NACION fuentes del Ministerio de Seguridad Nacional.

El detenido será imputado en la Justicia provincial, en el marco de la causa por asociación ilícita que ya tiene otros detenidos, entre ellos, a Lisandro Contreras, que está preso desde diciembre pasado, cuando fue ubicado por la PFA en el country San Sebastián, de Tigre.

Ghiselli fue quien reemplazó a Andrés Bracamonte en las tribunas de Rosario Central, pero además, los investigadores lo vinculan a la banda Los Menores, que es uno de los brazos operativos de Matías Gazzani, quien actualmente está prófugo y tanto el gobierno de Santa Fe como la Nación ofrecieron 70 millones de pesos por quien aporte información para detenerlo. Es uno de los jefes de una especie de cooperativa narco que hoy es la que tiene dominio en el narcomenudeo de Rosario y también operaciones de contrabando con volúmenes más grandes.

Los detenidos por el crimen de Bracamonte pertenecen a la banda Los Menores, que está sospechada de matar a Pillín y a su lugarteniente Ricardo Attardo el 9 de noviembre pasado, en una emboscada a tres cuadras del Gigante de Arroyito, el estadio de Rosario Central.

“El nuevo jefe de la barra fue detenido en un departamento de la calle Salta al 2400, en el barrio Pichincha. La captura se produjo a partir de un pedido de la fiscal provincial Georgina Pairola, quien investiga a Ghiselli como supuesto organizador dentro de la banda Los Menores. En el lugar se secuestraron una camioneta Volkswagen Amarok, dinero en efectivo, teléfonos celulares, tarjetas y un carnet de socio de Rosario Central”, se detalló en un comunicado del Ministerio de Seguridad Nacional.

Y se agregó que la pesquisa “fue coordinada por el Equipo Conjunto de Investigación para la Aplicación de la Ley Antimafia en la ciudad de Rosario, con la intervención de Procunar (a cargo de Diego Iglesias y Matías Scilabra), los fiscales regionales Matías Merlo y Georgina Pairola (del Ministerio Público de la Acusación, MPA) y la fiscal Juliana González del Equipo de Trabajo para el Abordaje Estratégico de Armas de Fuego del MPA”.

Las bandas narco coparon los núcleos duros de las hinchadas Newell’s y de Rosario Central por una estrategia y necesidad propia del negocio narco, que tiene varias raíces. Una es incrementar la fidelización a partir del “amor” a la camiseta con el grupo criminal, como ocurrió en el club del Parque de la Independencia con la banda de Los Monos. Otra es controlar los negocios paralelos en torno al club, como, por ejemplo, el alquiler para espectáculos del estadio cubierto, como así también el merchandising no oficial, los trapitos, la venta ambulante y hasta los pases de algunos jugadores. A esto se suma, el dominio territorial que tiene la hinchada en determinados barrios, que significa el control de determinadas zonas. Muy pocos se animan a desafiar ese entretejido mafioso.

Ninguna de estas maniobras se podría concretar sin la complicidad de la dirigencia. Esto quedó expuesto el 24 de junio de 2023, cuando, luego de que la banda de Los Monos desplegara una gigantesca bandera en el estadio durante la despedida de Maximiliano Rodríguez, el presidente del club Ignacio Astore controló personalmente que al otro día sacaran sin problemas esa bandera del club, lo que lo llevó a tener que dar explicaciones en la justicia.

Esta mafia enquistada en esta institución llegó a cometer crímenes terribles y amenazas de extrema gravedad, como la que sufrió el jugador Ángel Di María. En marzo del año pasado, a su hermana le dejaron en la puerta de su inmobiliaria una caja con la cabeza de un chancho con un disparo en la cabeza. Y el country donde vive la familia del jugador fue tiroteado. Estas intimidaciones buscaban que el futbolista no volviera a Rosario Central, algo que se concretó recién en julio pasado. Quienes llevaron adelante estas acciones eran barras de Newell’s que pertenecen a la banda Los Monos, encabezados por Alejandro Ficcandenti.

En Rosario Central, los asesinatos de Bracamonte y Attardo expusieron que el crimen organizado pretendía quedarse con el control de esa barra, que tenía también una fuerte influencia desde hace tiempo del clan Cantero. Tras la muerte de Bracamonte, que lideró la hinchada durante más de dos décadas, asumió la jefatura de la barra un miembro de un grupo criminal que se denomina Los Menores, que está sospechado de pergeñar el asesinato de Pillín.

El 16 de julio pasado, el Ministerio de Seguridad Nacional solicitó ante los fiscales y jueces federales de Rosario que se ponga en práctica, por primera vez en el país, la ley antimafia en Rosario. Con la aplicación de esta normativa buscarán desarticular, con herramientas de investigación distintas de las convencionales, una nueva generación de narcos que surgieron en esta nueva etapa, luego de que fueran encarcelados y se los mantuviera aislados a los principales líderes de los grupos criminales, como Los Monos, Esteban Alvarado, Los Funes y Caminos. La particularidad es que esta nueva generación de narcos está vinculada de manera más cercana a las hinchadas de fútbol de Rosario. El crimen de Ramírez y Figueroa se inscribe en este contexto preocupante.

Uno de los objetivos de la ley antimafia es atrapar a Gazzani, que es uno de los gerentes de la banda de Los Menores que actúa con extrema violencia.

La interpretación que hacen en el Ministerio de Seguridad Nacional es que Gazzani es el referente de una especie de cooperativa narco, que está en plena expansión en Rosario y la región, luego de que los líderes de los principales grupos criminales fueran encarcelados y se encuentren bajo un régimen de aislamiento en las cárceles federales. Lo que buscan evitar es que este narcotraficante, que tiene pedido de captura de PROCUNAR y de la justicia provincial, siga en un proceso de expansión, con nuevos negocios vinculados a la droga, y el problema de la violencia en Rosario vuelva a generar problemas serios, después de la caída de los homicidios que comenzó el año pasado, cuando los asesinatos bajaron un 65 por ciento con respecto a 2023.

El primero que hizo visible a nivel público el nombre de Gazzani fue, presuntamente, su víctima: Andrés Bracamonte, en una entrevista con LA NACION en octubre pasado, unos días antes de que fuera acribillado en las inmediaciones de la cancha de Rosario Central. Luego, en enero, el núcleo duro de la hinchada se reacomodó y un hombre cercano a la banda Los Menores, como Lautaro “Laucha” Ghiselli, pasó a ocupar la principal referencia de la barra. En la ceremonia de quema de las banderas, que se hizo con una enorme choripaneada, estuvo presente Santino Alvarado, el hijo de Esteban Lindor, el principal narco de Rosario, que está preso actualmente en el penal de Ezeiza. Santino se mueve entre Rosario y Marbella, España. El exjuez federal Marcelo Bailaque renunció el 1° de julio pasado, luego de que se viera acorralado por una investigación en el Consejo de la Magistratura y en la fiscalía de Rosario, que, entre otras causas, apuntaba que el funcionario había dado cobertura en su juzgado a este narco. 

Gazzani, ahora cercano a Alvarado, tiene sus orígenes en la banda contraria, como es Los Monos, que durante los últimos meses perdió influencia en la arquitectura criminal de la ciudad, sobre todo después de que murieron varias personas ligadas a Ariel “Guille” Cantero.

En Rosario la muerte “reacomoda” el negocio narco, como ocurre desde hace por lo menos una década y media, cuando a partir del crimen de Claudio “Pájaro” Cantero, el 26 de mayo de 2013, la ciudad empezó a vibrar bajo la conmoción de las venganzas narco que se transformaron en una parte fundamental del negocio ilícito, a diferencia de otros lugares, donde los traficantes buscan tener un perfil más bajo y evitar quedar al descubierto con hechos sangrientos.

La aparición de Gazzani dentro del esquema narco rosarino aporta, según describieron fuentes judiciales y del gobierno, algo distinto, por lo menos al modelo de negocios de distribución de drogas al menudeo que gestaron Los Monos hace dos décadas. Lo que observan es que Gazzani coordina una especie de cooperativa narco, en la que confluyen varios grupos, como Alvarado, Claudio Mansilla y Francisco Riquelme, entre otros. Esta “cooperativa” es la que, según la mirada de los investigadores, comenzó a mover grandes cantidades de cocaína que exceden el abastecimiento de la venta de drogas de la región. La expansión es hacia el conurbano bonaerense y otras provincias, como Córdoba, donde Alvarado tiene una terminal desde hace años, y algunos piensan que hacia el exterior, a través de socios instalados en la hidrovía.

El temor latente es que el escenario criminal de Rosario, que comenzó a cambiar a partir de la baja de los homicidios, vuelva a reproducir un escenario de violencia donde los sonidos de los disparos enciendan el pánico y se conviertan en un ritual natural. No hay un crecimiento desmesurado de crímenes, pero el negocio del tráfico de drogas creció bajo otra modalidad. En el primer semestre de 2025, el departamento Rosario registró 68 homicidios, 10 más que en el mismo período de 2024, cuando hubo una baja pronunciada del 65 por ciento con respecto a 2023. Lo que se ve, según apuntan fiscales que investigan los asesinatos, son “crímenes selectivos”, como, por ejemplo, contra Los Monos.

Algo que encendió la preocupación durante las últimas semanas, y que contribuyó para que se pidiera la aplicación de la ley antimafia, fue el hallazgo de un arsenal en la casa de uno de los familias de Francisco Riquelme. El 12 de junio pasado la Policía de Seguridad Aeroportuaria secuestraron un tipo de armamento que no es común ver en manos de los grupos criminales locales. Entre las armas incautadas había tres fusiles Colt M4, una carabina que usa una munición calibre 5,56 mm, que no es muy fácil de conseguir en Argentina. Este tipo de fusil, que es un derivado del AR-15, es fabricado por la empresa Colt de Estados Unidos, y es el arma principal de infantería del ejército norteamericano, y también lo usan fuerzas policiales de elite, como SWAT.

Esos “fusiles de asalto” no se usaron en Rosario, donde en ningún crimen ni ataque se registró ese tipo de munición que tiene un poder de fuego importante. Riquelme no es un tirador deportivo ni mucho menos. Adquirió ese armamento –probablemente a través de un vendedor ilegal de armas que lo trajo del exterior- porque piensa usarlo en algún momento.

El problema de la violencia narco de Rosario sigue latente, aunque la ciudad experimentó una mejora en la seguridad pública. Sin embargo, estos reacomodamientos en el mundo criminal generan alertas y obligan a las autoridades a actuar con firmeza e inteligencia para evitar que se repita el mismo esquema que hizo sangrar a Rosario durante más de una década. También esta nueva realidad expone desafíos cada vez más complicados para un Estado que siempre parece ir detrás de los acontecimientos, como evitar que se conforme un cartel narco, con capacidad para “exportar” cocaína desde la hidrovía.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/narcos-y-futbol-detuvieron-al-nuevo-jefe-de-la-barra-de-rosario-central-por-la-ley-antimafia-nid13082025/

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