Qué es el Catán, por qué genera tanto furor y la historia detrás del argentino que compitió en el mundial

Los Colonos de Catán es un juego de mesa creado en 1995 pero que recién en el 2015 arribó a nuestro país, hoy es parte de las juntadas entre amigos, hay clubs de juegos y campeonatos.

Ariel Ramos (30) está por recibirse en informática, trabaja como analista de fraude, pero los fines de semana trabaja de lo que más le gusta: aconseja a la gente sobre qué jugar en un bar de juegos de Palermo. Desde chico, siempre fue el que llevaba un juego de mesa a cada juntada y conocía las últimas novedades. Hoy es una voz autorizada porque tuvo la oportunidad de cumplir su sueño: representar a Argentina en el Mundial del Catán.

“Vamos a seguir con esto”

Conoció al Catán en el 2016, era el juego clásico moderno que venía a romper con el paradigma de juegos de mesa donde todas las partidas son distintas con juegos de hora y media de duración y enseguida le gustó. Jugaba con sus compañeros de trabajo, llevaban el recuento de partidos ganados y él era, por lejos, el peor de todos. Pero es un apasionado por los juegos y le divertía pese a no ser el mejor. Entonces se anotó en competencias, en las primeras le iba mal, no clasificaba.

Según el año se organiza el Mundial o el torneo Interamericano y para ser el representante de Argentina se juegan, primero, distintos torneos en nuestro país. De cada torneo clasifican los primeros cuatro que compiten luego en el Nacional y el ganador es quien representa al país.

En el 2020, en pandemia, Ariel empezó a jugar online, conoció mucha gente y aprendió a jugar mejor. Al año siguiente lo llamó un representante de Perú para pedirle que armara un equipo. Ariel no buscó a sus amigos, sino que empezó a contactar a los que él consideraba los mejores del país y armaron el equipo “Manijas del juego”. Para los torneos en equipo se necesitan cuatro titulares y dos suplentes. Ariel, como capitán, decide quien jugará en cada una de las cuatro mesas que se arman en simultáneo. Para tomar la decisión estudia previamente a los rivales. Ganaron dos torneos iberoamericanos: “esto es un sueño, vamos a seguir con esto”, se dijo Ariel a sí mismo convencido de que el camino de su vida era por ahí.

“Me despertaba llorando de la emoción y no lograba pasar la fase de ronda”

En paralelo se jugaban las clasificatorias individuales. Ariel ya había participado de dos torneos nacionales, “siempre me despertaba llorando de la emoción y diciendo ´Hoy es el día´ y no lograba pasar la fase de ronda”, recuerda. Pero aquel torneo fue diferente: se despertó tranquilo, con ganas de jugar y de divertirse, sin esa presión extra que se ponía. En aquel torneo nacional participaban 113 personas, eran más que años anteriores y con un nivel mayor. “Mi idea era jugar a lo que sé y divertirme”, admite. Ganó varias partidas, una la perdió, pero logró 9 puntos (se gana con 10) y clasificó. Llegó a la semifinal, tomó buenas decisiones gracias a la tranquilidad que tenía. “Cuando gané la final no lo podía creer, fue un sueño, era algo que buscaba hace un montón y se dio el año pasado. Representar a la bandera argentina para mí es un orgullo. Así fui al aeropuerto, con la bandera colgada y así estuve todo el mundial”, cuenta con emoción.

“Me tocó decidir jugar un juego difícil”

La editorial Devir cubrió los gastos de traslado, hospedaje y comidas hacia el castillo en Stuttgart en Alemania. Ariel aprovechó la oportunidad para utilizar sus días de vacaciones y la posibilidad del home office y quedarse recorriendo Europa durante 50 días.

El pasado 5 y 6 de abril se realizó el mundial, eran 90 personas de 60 países distintos. “Hice un curso de inglés los últimos tres meses. El juego tiene mucho de hablar y yo soy bastante malo, hice un curso acelerado antes de ir porque encima mi fuerte es el comercio con la gente, necesitaba hablar”, admite Ariel. “El mundial se hizo en un castillo, era hermoso, una locura, estaba viviendo un sueño, disfrutando a full”, cuenta aún emocionado.

La primera partida la perdió con 7 puntos, eso le dejó la presión de que debía ganar las otras si o sí para ser de los 16 que clasificaban. La segunda partida la ganó, “me sorprendí a mí mismo con el inglés”, admite. La tercera también la ganó. Para la última con hacer 9 puntos podía clasificar.

“Estaba en una posición en la que me tocó decidir jugar un juego difícil, no me quedaba otra. Dentro de la partida había dos personas que no tenían chances de clasificar, estaba el campeón de Bélgica, que si ganaba podía quedar. Yo necesitaba llegar a 9 puntos. En un momento veo que uno de los que no tenía chances de ganar tenía todo para cerrar la partida, me tenía que apurar. Entonces sumé dos puntos que son rápidos pero fáciles para que te los saquen, y llegué a 9 puntos”, cuenta Ariel. Pero había un factor con el que no contó, el rival no quería cerrar la partida. Tenía una buena relación con el competidor belga y Ariel sospecha que buscó hacer tiempo para ayudarlo. “Eso me jugó en contra, tardó tantas rondas que otro chico que no tenía chances me robó esos dos puntos y cerró el juego”, explica Ariel. La ilusión llegó a su fin, se puso a llorar pero a la vez estaba contento de que quedó cerca de clasificar: terminó en el puesto 22, por arriba incluso de campeones de años anteriores.

“No pensé que el Catán me iba a llevar a todo esto y ya me dio un montón de experiencias hermosas”, asegura.

El boom de los grupos de juego

Gabriel Fuchs (41) es conocido en redes como sommelier de juegos y tiene tantos que como no le entraban en su casa armó una ludoteca en Palermo que se llama Doda (decí muchas veces “doda” y verás que palabra se forma) donde la gente va a comer algo mientras juega.

Se dedica a recomendar y jugar juegos, es el portavoz indicado para entender de qué trata este mundo en nuestro país. Cuenta que en la pandemia hubo mucha popularización de los juegos de mesa y hubo un renacer de los juegos en general. “Los lugares de juegos de mesa, los cafés, los clubs, hubo más fanatismo. Se hizo más ruido en general, se hicieron torneos. En mi opinión, al Catán lo veo como un buen juego al que se le agradece mucho porque es el que abrió el camino de los juegos modernos”, explica Gabriel. ¿Qué significa esto? Que veníamos de juegos clásicos como el ajedrez, las damas pero el Catán y el Carcassone abrieron el mundo a otras mecánicas de juego donde hay algo más allá de un recorrido, tirar dados y avanzar.

“El teg ya iba rompiendo un poco el juego tradicional pero no pasaba mucho más allá de tirar un dado y que un dado le gana al otro. En el Catán tenés que conseguir recursos, hacer control de áreas, negociar y hay muchas mecánicas distintas en un juego. Lo que le gusta a la gente del Catán es esto de la competencia directa, si yo hago esto le gano al otro y gano puntos. El Catán tiene matemática en su tablero, si administrás bien la matemática del juego tenés como ganar”, explica Gabriel.

En la dinámica del juego, cuenta, es importante decidir bien dónde ubicás tus poblados antes de empezar a jugar. En un campeonato, por ejemplo, la final tuvo 45 minutos solo de negociación inicial. “Uno los embromó y ganó el campeonato el que dijo que iba a hacer una cosa y no la hizo”, cuenta Gabriel. “Si te enfocás en lo que querés hacer en el principio y lo cumplís ganás”, asegura.

“Te aíslas del mundo pero compartís con gente”

Gabriel está metido en el mundo de los juegos de mesa desde chiquito, sus papás jugaban al TEG de novios y en ese mismo tablero jugó él de chico. En sus cumpleaños organizaba juntada de juegos en su casa, “por un rato te aíslas del mundo, estás en otra, dejás el celu, pero compartís con gente”, describe Gabriel del lindo momento que se genera cuando uno juega.

Empezó a compartir su pasión, iba como cliente al sitio donde luego consiguió trabajo. Empezó su cuenta de Instagram y, como su ludoteca personal no le entraba en su casa, inauguró su propio local con más de 1800 juegos de mesa gracias a Sebastián, otro chico que se sumó al negocio con su ludoteca personal. “Fue creciendo muy rápido, las mismas editoriales nos fueron dando juegos, nos mandan los lanzamientos, solemos tener algunos antes de que salgan al mercado para probarlos”, cuenta Gabriel que vive de lo que lo apasiona y esa pasión la trasmite a cada grupo de amigos que se acerca al Doda a comer algo rico y compartir un momento lúdico.

“Necesito que me sorprendan”

Dentro de la cultura latinoamericana, reconoce que el argentino tiene influencia europea por el gusto de los juegos de mesa. La comunidad crece, tienen un grupo de telegram que supera los 5000-8000 usuarios, se organizan eventos, cada vez aparecen más cafés, más juntadas públicas. “Cada vez hay más inclusión de juegos de mesas en los lugares, por ejemplo fui a una dietética y en la parte de arriba había tres mesas para comer y una biblioteca de juegos”, cuenta Gabriel.

Todos en algún momento jugaron, y siempre está el que propone jugar. Gabriel ve que la gente que pasa por la vereda del local ve el lugar y se ríe, “los juegos les producen alegría”, explica.

Admite que llegó al momento en que es tanto lo que juega que se volvió cada vez más exigente, es difícil encontrar un juego que lo sorprenda y le genere querer volver a jugar una y otra vez. “Puedo reconocer que está bueno, que sirve, que se disfrutará. En mis juegos personales necesito que se complique la cosa, que rompa esquemas, que me sorprendan, que me den una experiencia diferente”, admite.

Si sos un amante del Catán y querés pasar al siguiente nivel Gabriel recomienda optar por Aventureros al Tren en sus diferentes versiones, y para empezar a experimentar con los juegos cooperativos la opción Paleo. ¿Qué son los juegos cooperativos? Un juego en equipo donde todos le tienen que ganar al tablero. Cada uno es un personaje que tiene que ir pasando obstáculos para pasar niveles y todos puedan ir avanzando.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/que-es-el-catan-por-que-genera-tanto-furor-y-la-historia-detras-del-argentino-que-compitio-en-el-nid23072025/

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