En el tono de su voz, Juan y Ciro Convers (12) reflejan la dulzura e inocencia de su edad y de la forma en que viven el día a día en la estancia La Calma, Aarón Castellanos, provincia de Santa Fe. Los mellizos, hijos de Ignacio Convers y Celia Ginepro, han encontrado en los caballos petisos una pasión y, tal vez, su futuro. La familia intenta, a través de sus tareas diarias, impulsar a los chicos el amor por el campo, los animales y el sentido de pertenencia por la tierra. Este año asistieron a la exposición Nuestros Caballos, que se realiza en la Rural hasta el próximo domingo, donde van a presentar a cuatro petisos.
“Arrancamos con un petiso llamado Messi, hoy lo tenemos. Está muy mansito. Se llama Messi porque es chiquito y muy habilidoso, lo tenemos desde los 3 años”, relató Juan. El animal tiene la misma edad de los mellizos y está en el campo donde trabaja la familia. No ha participado de las exposiciones en la Rural. La familia asistió este año por segunda vez a la exposición que se volvió el epicentro del mundo ecuestre, con cuatro petisos puros de la cabaña La Matilde, de Bragado, que van a ser presentados por Ciro, dado que hace unos días Juan se quebró un pie.
Según relató el padre, la cabaña manda los caballos petisos al campo donde vive la familia y allí los doman en aproximadamente cuatro meses. Luego, estos animales se presentan en Palermo, donde hacen una competencia de doma, con un jurado que los evalúa y elige a un ganador. Sin embargo, este año, la final de “Domando entre petisos” se realizará en la Exposición Rural de Palermo, en julio.
“Lo principal es que estén inscriptos como petisos argentinos puros y que sean potros cuando se anotan, es decir, que nunca hayan sido montados. Se los dan a los chicos y ellos tienen que lograr que el caballo sea bien manso, con buena rienda, buenos andares y que sea de confianza. La idea es demostrar que estos petisos pueden ser domados por un chico y puedan servir para cualquier otra disciplina después, ya sea para jugar al polo o para paseos. Lo principal es que sea manso”, relató Ignacio, el padre de los mellizos. Los caballos tienen un tamaño pequeño, por ende, un adulto no los puede montar o domar.
Ignacio resaltó que la doma de los chicos se hace “para tratar de quitar la mala fama que tienen los petisos”. “Siempre se dice que tienen mañas o son malos, pero en realidad eso pasaba porque antes eran maltratados por adultos. El petiso es muy inteligente y, cuando los trataban mal, se volvían así, con mañas. En cambio, con los chicos se entienden mejor y no adquieren esas mañas. Un adulto tiene más fuerza, lo que puede generar resistencia en el petiso. En cambio, entre un chico y un petiso hay más respeto y se entienden mejor”, destacó.
Un adulto muchas veces no tiene la paciencia con un caballo tan chiquito; Sin embargo, la forma en que los manejan los chicos puede volverlos más dóciles.
Todos los días, Celia hace 25 kilómetros para llevar a Juan y Ciro al colegio, donde cursan el séptimo grado. “A mamá le encanta lo que hacemos. Nos apoya en todo”, contaron. Juan, de grande, dice que quiere ser “un gran domador y veterinario”, y Ciro se ilusiona con poder participar en competencias importantes a donde llegue como un “domador” reconocido.
“En el campo tenemos mucho para hacer en el caballo, podemos recorrer kilómetros y kilómetros a caballo todo el día. Podemos jugar todo el tiempo que queramos en el campo, porque es un ambiente mucho más tranquilo que en la ciudad. En la ciudad nos aburrimos, no sabemos qué hacer, y en el campo podemos hacer cualquier cosa. En la ciudad me siento más o menos bien, pero en esta ciudad no me aburro tanto porque estoy desde la mañana hasta la tarde en la Rural. Me gusta estar en la Rural porque cuidamos a los caballos y estamos todo el día con ellos”, narró Ciro.
Los chicos dicen que hablan con sus amigos sobre la doma de los caballos, pero a la mayoría de ellos no les llaman la atención. “A ellos no les gustan las mismas cosas, pero es porque nadie les muestra lo que es el campo. Si se muestra lo que es el campo, les encantaría porque es algo muy lindo. Si tienen una semana andando en caballo, les encantaría”, dijo con ilusión.
En tanto, Juan señaló: “Para nosotros, domar los petisos significa agarrarlos desde abajo, ir montándolos de a poco y hacerlo con cada petiso. Nos motiva tenerlos lindos, domarlos y cuidarlos”. El padre de los chicos relató que la vida de los mellizos son los animales y el campo.
Durante la pandemia, los mellizos, a través de sus padres, comenzaron a hacerse visibles en Instagram, donde empezaron a subir material en el campo. “Ellos, aparte de domar, cantan algunos recitados y milongas. Empezaron con eso entre familia, en los asados, y la familia nos dijo de subir los videos en las redes; vimos que gustaba y la gente nos ayudó”, agregó Ignacio. Este fin de semana esperan tener un lugar en La Porteña, donde puedan desplegar su talento.